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MONEDERO
Migración
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Jefas de hogar y remesas
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 21/02/2017

Una de las “posibilidades” que Donald Trump plantea para financiar el muro fronterizo que quiere construir es que éste se financie con un impuesto a las remesas que mandan los y las trabajadoras migrantes al país, y que después de la industria automotriz y alimentaria significan la tercera fuente de divisas.
 
Otra posibilidad es que estas remesas dejen de llegar por la expulsión masiva de emigrantes mexicanos, que pretende la política del actual Presidente de Estados Unidos.
 
De acuerdo con la información generada por Banco de México (Banxico), prácticamente la mitad de estas remesas (49 por ciento), llegan a ocho entidades: Baja California, Puebla, Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Estado de México y Ciudad de México. Las Delegaciones más importantes son: Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Álvaro Obregón (ver gráfica).
 
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De abril a diciembre de 2016 se recibieron 21.0 miles de millones de dólares, y durante todo 2016 la cifra ascendió a 26 mil 970 millones de dólares, 8.8 por ciento más a lo percibido en el año anterior. Esta cifra equivale a 553 mil 260 millones de pesos y corresponde al total de lo captado por ingresos tributarios en 2016.
 
Debido a las elecciones en Estados Unidos y la incertidumbre que provocó entre los y las trabajadoras migrantes en el último trimestre del año, las remesas crecieron 33 por ciento; otros factores que influyeron favorablemente para su crecimiento  fue la recuperación del empleo en ese país, éste pasó de 4.9 a 46 por ciento en 2016.
 
En 2016 las remesas representaron 3 por ciento del PIB, en tanto que para 2014 fue de 2 por ciento.
 
Según Merrill Llynch, para 2017 se espera que México reciba 27 mil millones de dólares por este concepto. Más del 90 por ciento provienen de Estados Unidos, particularmente  de los Estados de: California, Texas e Illinois.
 
La remesa promedio es de 290 dólares y el 97 por ciento –la gran mayoría- de estas operaciones se realizan por transferencia electrónica. Un elemento muy importante en la consideración o posibilidad de que estos recursos sean sujetos a un nuevo impuesto, se crearía un precedente muy grave para todas las transferencias electrónicas que se realizan en todo el mundo y el Sector Financiero internacional se vería afectado negativamente. 
 
La mayor parte de las operaciones financieras internacionales se realizan vía “transferencia electrónica”.  Pero con Trump todo es posible.
 
JEFAS DE HOGAR LAS MÁS AFECTADAS
 
La disminución de remesas significaría mayor pobreza femenina. Son 1.4 millones de hogares mexicanos los que reciben estos recursos, cuyo incremento anual en pesos fue de 28.2 por ciento.  Estas cifras dan dimensión de la gravedad que tienen las políticas discriminatorias y racistas de Donald Trump, cuando amenaza con la expulsión de los y las migrantes, o con gravar las remesas. Tercer fuente de divisas después de la industria automotriz y la alimentaria,  superiores al petróleo o al turismo.
 
Y lo más importante, estos recursos sostienen a los hogares pobres, concretamente a Jefas de familia. La mayor parte de las remesas llegan a las Jefas de Hogar, 68 por ciento en 2006, y el resto para los Jefes de familia.
 
Para 2013 esta proporción disminuyó a 58.5 por ciento, pero aún así siguen siendo mayoría las mujeres receptoras. La razón por la que ha crecido el porcentaje o participación masculina como receptores es que en los últimos años se ha incrementado la emigración femenina.
 
En términos relativos es mayor el volumen de recursos que envían las mujeres, porque éstos sostienen a sus hijos, casi en forma exclusiva; además ellas tienen salarios más bajos que la población masculina migrante, ya que generalmente están en los servicios domésticos o en trabajos con menor remuneración. 
 
Como se puede apreciar en la gráfica, en estados como Guanajuato o Michoacán el impacto del impuesto a remesas sería muy negativo, -como lo es la opción de que esos emigrantes regresen expulsados a esos Estados-, donde la actividad económica es muy débil y no les permite generar suficientes empleos. O bien, atender las nuevas necesidades de vivienda, educación o salud que forzosamente implica este “regreso”.
 
Por fuera poco, las y los migrantes tienen miedo de regresar a un país sin empleo,  con altos índices de violencia, muertes, impunidad, secuestros y desaparecidos. No les falta razón.
 
En realidad, este robustecimiento del mercado interno que se apreció durante 2016 se debe en gran medida a las remesas y su incremento, tanto en términos absolutos como relativos, es decir a la depreciación que experimento el peso, respecto al dólar. No es lo mismo recibir 290 dólares a 23 pesos que a 16, como estaba antes el término de intercambio.
 
Por supuesto que es imperativo proteger a los y las migrantes, también lo es la protección de estos recursos, importantes para las jefas de familia, para los hogares pobres y en general, para la economía del país. Su disminución significaría mayor pobreza femenina.
 
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
 
17/CRPM/GGQ
 








NACIONAL
   Para Gobierno son “producto de negocios”
Detrás de las remesas de las migrantes está la violencia de género
Investigadora del CEIICH, Elena Jarquín Sánchez. CIMACFoto: Montserrat Antúnez Estrada.
Por: Montserrat Antúnez Estrada
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 15/02/2017

El Gobierno federal pone especial atención en las remesas generadas por mujeres migrantes que trabajan en Estados Unidos “como productos”, en lugar de atender el contexto de violencia de género que las mujeres enfrentan para obtener sus salarios, denunció la investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Elena Jarquín Sánchez.
 
La especialista en el uso de las remesas de la migración desde la perspectiva de género dijo en entrevista para Cimacnoticias que, con el gobierno de Donald Trump, la propuesta de Estados Unidos por hacer más restrictivas las políticas migratorias “agravarán las condiciones para las mexicanas migrantes”.
 
Y explicó: “Las remesas es lo que más preocupa al Gobierno mexicano, igual que al Banco Mundial, las cuentan como si fueran producto de negocios e ignoran todas las irregularidades que hay en el pago de las y los indocumentados”.
 
De acuerdo con datos de 2015 del Centro de Estudio Monetarios Latinoamericanos (Cemla), las mujeres envían 26 por ciento de las remesas a México desde Estados Unidos. Y aunque, según el Banco Mundial, a nivel internacional las mujeres generan 50 por ciento de las remesas enviadas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha dicho que ellas envían el doble porque sus salarios son menores en proporción con los de los hombres.
 
Jarquín Sánchez destacó la importancia de atender dichas desigualdades de género en el envío y producción de remesas porque, asegura, están presentes desde el momento en que las mexicanas dejan el país.
 
Explicó que “luego de realizar investigaciones en Tlaxcala, junto con el CEIICH, encontramos que si bien son más los hombres que emigran hacia Estados Unidos, las mujeres inmigrantes tienen mayores niveles de estudio, pero al llegar al país del norte reciben menos salarios y están expuestas a más violencia, como la de tipo sexual”.
 
La académica destacó que el envío de remesas de las mujeres se da en mayor proporción porque, muchas veces, de eso dependen sus familias y su esfuerzo es doble, pues “tienen trabajos de menor calidad, menos sueldos. Se insertan en el mercado haciendo las actividades que, por estereotipos de género, se les atribuye como cocinar o cuidar niños; además de ser víctimas de maltrato y discriminación”.
 
Se sabe que las mexicanas migrantes se emplean en Estados Unidos  mayormente como trabajadoras del hogar y en servicios de limpieza, en una proporción de 41 por ciento, según el Consejo Nacional de Población (CONAPO). Y, además de los bajos sueldos que reciben en estos empleos, 70 por ciento cubre jornadas laborales de tiempo completo.
 
17/MMAE/GGQ
 








MONEDERO
LABORAL
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Movilidad laboral entre México y Estados Unidos
Especial
Por: Carmen R Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 04/10/2016

A nivel mundial el tema de migración ha cobrado una especial relevancia y México no es la excepción. Ya sea por el volumen de remesas que recibe de sus personas trabajadoras migrantes, por la problemática que viven las familias al separarlas con las deportaciones, su alto nivel de criminalización, y recientemente por el racismo y la xenofobia que encabeza el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump.
 
Ninguna de estas cosas son ajenas a las mujeres, por el contrario, se podría decir que están en el centro del huracán; ya sea como receptoras de remesas -en México para muchas jefas de familia es su principal ingreso, sino es que el único-, también como trabajadoras migrantes, o bien, como familiares de migrantes (madres, hermanas, hijas, esposas).
 
Con esta visión tiene una especial relevancia el documento recientemente publicado: “Una frontera común, un futuro común. Una propuesta para la regulación de la movilidad laboral entre Estados Unidos y México”.
 
Informe del Center for Global Development realizado por el Grupo de Trabajo sobre innovaciones en materia de cooperación bilateral para la regulación de la movilidad laboral en el siglo XXI.
 
El grupo de trabajo que lo formuló es muy heterogéneo, lo conforman académicos tan importantes como el doctor en Economía Gerardo Esquivel; un ex presidente de México (Ernesto Zedillo); un ex secretario de Comercio de Estados Unidos; personas que defienden los Derechos Humanos, funcionarios fronterizos, por mencionar algunos. 
 
Según este documento, casi 10 por ciento de las personas nacidas en México vive y trabaja en los Estados Unidos, y los mexicanos de nacimiento constituyen por lejos la mayor comunidad de inmigrantes en éste último. Por consiguiente, aun los avances más pequeños en el abordaje jurídico y regulatorio de la movilidad laboral, podrían tener un impacto enorme a los efectos de crear oportunidades y elevar el nivel de vida en ambos lados de la frontera.
 
“No obstante, la mayor parte del flujo laboral entre México y Estados Unidos en los últimos 25 años ha sido de carácter ilegal, lo cual ha ido en detrimento tanto de los trabajadores como de la seguridad nacional de ambos países. A pesar de la creciente importancia de otras naciones, seguirá habiendo importantes flujos laborales de mano de obra mexicana que complementen el mercado laboral estadounidense”.
 
La historia nos enseña que la flexibilidad regulatoria y la cooperación bilateral son las únicas soluciones duraderas; no obstante, las limitaciones presentes en convenios anteriores son una muestra de que estos acuerdos pueden fracasar si no se planifican adecuadamente.
 
La firma de un nuevo convenio laboral bilateral ha de perseguir objetivos diversos logrando un equilibrio entre ellos. La historia y la geografía implican que la mano de obra mexicana ha sido un impulsor sin igual de la economía estadounidense
 
LA OPCIÓN NO ES CONSTRUIR MUROS
 
Algunos de sus objetivos son:
 
Reducir drásticamente la movilidad transfronteriza ilegal; preservar la prioridad de los trabajadores estadounidenses respecto de los puestos disponibles en los Estados Unidos, evitando a la vez la proliferación de trabas burocráticas innecesarias; evitar aumentos bruscos en la ausencia de mano de obra, respondiendo al mismo tiempo a las condiciones del mercado.
 
Eliminar la intermediación laboral abusiva; garantizar el cumplimiento, por parte de los empleadores, de los diversos estándares laborales respecto de todos los trabajadores; disponer la responsabilidad común a lo largo de la frontera en cuanto a la ejecución del convenio y las acciones destinadas a hacerlo cumplir.
 
Evitar la permanencia de personas con visas vencidas, fomentando la emigración de regreso al país de origen y estableciendo una vía de salida clara; mejorar la seguridad común a ambos lados de nuestra frontera.
 
Incluir a aquellos sectores en los cuales la mano de obra mexicana aporta un valor agregado; propiciar la adquisición, por parte de todos los trabajadores, de competencias laborales que mejoren la productividad; establecer criterios transparentes para la adaptación a condiciones de mercado cambiantes; y financiar su implementación en los dos países. En síntesis, debe ganarse la aprobación y la confianza de los trabajadores y los empleadores de ambas naciones generándoles beneficios comunes.
 
Nuestra atención está puesta principalmente en los flujos futuros temporarios motivados por razones de empleo puesto que, a nuestro entender, la raíz de muchos de los problemas actuales se halla en los fracasos del pasado a la hora de regular adecuadamente los flujos futuros.
 
Y ahora que la presión migratoria entre México y Estados Unidos es menor, es el momento propicio para tratar adecuadamente estos flujos. No desconocemos la creciente importancia de otros países en materia de movilidad laboral, especialmente en Centroamérica; sin embargo, la cooperación debe empezar por los dos vecinos cuyo destino común es harto evidente”.
 
 “La movilidad de la mano de obra menos calificada proveniente de México también mejora las condiciones laborales allí existentes, aumentando los salarios en el país. Cada año que un trabajador mexicano promedio pasa en Estados Unidos hace que su productividad económica sea mayor cuando vuelve a México. El trabajador mexicano promedio utiliza los ingresos provenientes de sus trabajos temporarios en los Estados Unidos para mejorar su vivienda e invertir en la educación y en gran medida prefiere una migración legal temporaria antes que la migración ilegal”.
 
 Como bien se aprecia en la gráfica en las expectativas futuras de demanda de mano de obra no calificada las mujeres juegan un papel preponderante, ya que con excepción de la industria de la construcción en todas las demás áreas tienen una presencia significativa, vamos están feminizadas.

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Las y los trabajadores mexicanos menos calificados que emigran a los Estados Unidos suelen operar como un complemento de los trabajadores estadounidenses locales, mientras que aquellos que no emigran suelen reemplazar a otros trabajadores mexicanos en su lugar de origen.
 
Esto significa que la movilidad de mano de obra menos calificada desde México hacia los Estados Unidos tiene el potencial económico necesario para mejorar las condiciones del mercado laboral en ambos países.
 
Hoy en día los mexicanos constituyen 49 por ciento del total de los residentes de Estados Unidos que ingresaron al país o permanecieron en él de manera indocumentada.
 
A pesar de la creciente importancia de otros países, seguirá habiendo flujos transfronterizos de mano de obra mexicana y es indispensable regular la movilidad laboral de la mano de obra menos calificada”.
 
Pero es indispensable reconocer que la economía estadounidense ha tenido, y seguirá teniendo, un gran apetito de trabajadores menos calificados.
 
Con una planificación adecuada, una regulación bilateral puede brindar oportunidades y seguridad en beneficio de ambos países, proteger los derechos de los trabajadores de una y otra nación, y debilitar fuertemente las actividades ilegales a ambos lados de la frontera, además de servir de modelo para la región y el mundo.
 
México y las familias más pobres seguirán dependiendo de las remesas, pues la economía prácticamente está estancada y los salarios que ofrece son muy bajos. Las mujeres seguirán emigrando en busca de mejores empleos y mejores condiciones de vida, exponiéndose a toda clase de riesgos,  maltratos y discriminación.
 
La separación de las familias y las deportaciones masivas complican más el problema de la migración y tampoco resuelven el problema laboral, no en vano en Estados Unidos es un tema electoral y la reforma migratoria sigue pendiente.
 
Para colmo, la migración sin documentos (mexicana y centroamericana) ha resultado un pingüe negocio para el crimen organizado.
 
Un planteamiento sobre la regulación de la movilidad laboral México-Estados-Unidos en estos momentos es crucial. Existe la potencial amenaza de que un personaje como Donald Trump sea presidente de Estados Unidos.
 
Su discurso (si así se le puede llamar) es contra los migrantes en general y los migrantes mexicanos en particular, contra la comunidad latina y desde luego contra México. Xenofóbico, misógino, racista y discriminatorio, en una palabra fascista.
 
Tal parece que el único que no ha entendido la gravedad del problema es el gobierno mexicano, primero tuvo una actitud pasiva y permisiva ante sus insultos, para después pasar a ser cómplice, invitándolo a Los Pinos y dándole un trato de estadista a un bufón fascista.
 
Todo esto ha tenido y tendrá costos muy altos para las personas migrantes (nacionales e internacionales), hasta las remesas están en peligro; abonando a los grupos neofascistas de Europa, en momentos donde hay una crisis humanitaria por la situación de los migrantes. También México pagará ese costo. Para muestra la creciente devaluación del peso frente al dólar.
 
Desgraciadamente sus opiniones no sólo son personales, también reflejan la posición de una parte de la sociedad norteamericana.  La crisis no sólo es económica, también es política.
 
PD:
Un reconocimiento tácito de que la economía no está bien. Suben las tasas de interés. Banco de México (Banxico) aumentó la tasa de interés en 50 puntos y quedó en 4.75 por ciento. Con este es el tercer incremento en los últimos 10 meses, ya que de 3.0 pasa a 4.75 por ciento,  y seguramente seguirá aumentando; en diciembre la Reserva Federal tiene previsto un aumento, por tanto también se hará en México.
 
Uno de los objetivos es frenar la caída del peso, pero sin mucho éxito. Esta medida encarece los créditos (públicos y privados), así como la deuda. Pretende retener las inversiones y también puede provocar inflación.
 
Twitter: @ramonaponce
 
* Economista especializada en temas de género
 
16/CRPM/LGL








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