Economía
LABORAL
OPINIÓN
Monedero
Sin incremento salarial y aumento de precios, más pobreza para las mujeres
El porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta básica con su ingreso laboral crece en forma importante, y las mujeres son las más afectadas porque tienen los ingresos laborales más bajos del país, que de por si son miserables. En el país este porcentaje se incrementó al pasar de 40.0 (2016), a 41.1 por ciento para el cuarto trimestre de 2017.
En la Ciudad de México el crecimiento es mayor, ya que en 2005 era de 20.7 y para 2017 la cifra fue de 37.9 por ciento. De hecho, en 20 de 32 entidades del país aumentó el porcentaje de población que no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral entre ellos destaca la Ciudad de México, ver gráfica. Datos del Consejo Nacional para la Evaluación de la Pobreza (Coneval).
En el período analizado (2005-2017), es muy relevante el crecimiento que ha tenido la pobreza laboral en los estados de: Morelos, Nuevo León, Oaxaca y Guerrero. Situación que se ilustra claramente en la gráfica.
Coneval publica trimestralmente las variables relacionadas con el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), esta información permite observar la evolución del poder adquisitivo del ingreso laboral de los hogares y, con base en éste, analizar si aumenta o disminuye el porcentaje de la población cuyos ingresos laborales son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria.
De acuerdo al último informe que corresponde al cuarto trimestre de 2017, creció 4.6 por ciento la población del país que no tiene un ingreso laboral suficiente para comprar la canasta alimentaria, situación que no se veía desde 2014. El ingreso laboral deflactado por el índice de precios de la canasta alimentaria pasó de 1 mil 567.85 a 1 mil 492.61 pesos.
Esto implica necesariamente mayor pobreza femenina, porque aunque las cifras de Coneval no están desagregadas por sexo (desafortunadamente), partimos de la premisa de que son ellas las de los salarios más bajos, lo que se demuestra con las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que elabora el Inegi.
Esta tendencia se observa tanto en zonas rurales como urbanas; no obstante, el aumento anual del ITLP es más pronunciado en las zonas urbanas y la caída trimestral es más pronunciada en las zonas rurales.
Ahora bien, el poder adquisitivo del salario entre 2016 y 2017 también disminuyó mucho, es 2.5 por ciento menos.
¿Por qué está sucediendo esto? El propio Coneval reconoce que “la explicación de este aumento en la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo radica principalmente en un aumento del valor de la canasta alimentaria de 9.0 por ciento en zonas urbanas y 8.7 por ciento en zonas rurales en este periodo; así como por una disminución en el ingreso laboral real de 2.5 por ciento anual en este periodo”.
Dicho en otras palabras: crecen los precios pero no crece el salario y el resultado es que día a día y año con año se empobrecen más las mujeres y en general la población que vive de un ingreso fijo.
Desgraciadamente esta dinámica es la que sostiene el famoso “equilibrio macroeconómico”, del que tanto se presume en los discursos oficiales.
Sin embargo cuando los Sindicatos independientes –los que quedan- solicitan aumentos de emergencia a los salarios la respuesta es que éstos son “inflacionarios” (¡Sic!).
Actualmente en las negociaciones de los contratos colectivos de trabajo los incrementos salariales han sido únicamente del 4 al 4.5 por ciento, totalmente insuficientes para enfrentar el proceso inflacionario que está experimentando la economía del país.
Para muestra un dato: en 2012 la inflación (crecimiento de los precios) era de 3.57 por ciento pero para 2017 fue de 6.67, prácticamente el doble y evidentemente los salarios no han tenido esa misma evolución progresiva.
Si observamos el crecimiento de los precios exclusivamente en los alimentos, la situación es todavía más crítica. En el lapso comprendido entre 2012 y 2016, es decir en cuatro años consecutivos, la canasta básica experimentó un crecimiento de sus precios de 20.7 por ciento; específicamente los alimentos 30.1 por ciento de inflación.
Conclusión. Ya se vio que según la información generada por el Coneval el salario ni siquiera alcanza para comer. A las mujeres les urge un cambio de política económica y salarial.
Pobreza de las mujeres y su crecimiento medida por el ingreso laboral y los precios de la canasta básica, según información generada por el Coneval. Situación de esta pobreza a nivel estatal, urbano y rural.
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
18/CPM/LGL
LABORAL
Monedero
La importancia de la autonomía económica
Han pasado tres semanas desde el terrible sismo del 19 de octubre y todavía hay mucho que hacer, para las personas que se quedaron sin casa debe ser una eternidad. La participación de las mujeres como rescatistas voluntarias era y sigue siendo maravillosa.
Pero hay un hecho que ha sido objeto de varios artículos nacionales e internacionales. Desgraciadamente hubo más mujeres muertas que hombres; prácticamente 60 por ciento.
Según un artículo de la revista Nexos de este mes el saldo del 24 de septiembre era de 182 personas muertas, de las cuales 120 eran mujeres, dos mujeres por cada hombre; para el 4 de octubre eran 60.5 por ciento de las personas fallecidas. (Patricio Solís y Alejandra Donají Nuñez)
¿POR QUÉ FALLECIERON MÁS MUJERES QUE HOMBRES EN EL SISMO?
Hay varias respuestas, pero la esencial son las características de nuestro mercado de trabajo. Es muy baja la participación de las mujeres en el mercado laboral; además la mayoría de los derrumbes fue en edificios habitacionales (70 por ciento), a la hora que fue el sismo (1 de la tarde), eran mujeres primordialmente las que estaban ahí, los hombres en sus oficinas. En el edificio de Álvaro Obregón que eran oficinas, sucedió lo contrario, murieron más hombres que mujeres.
Las mujeres están en casa por varias razones. El desempleo es básicamente femenino, muchas de ellas se dedican a la venta de diversos productos a domicilio, o bien tienen un pequeño changarro ahí cerca de su casa, que atienden por la noche, no están en el trabajo formal.
Su participación en el mercado laboral como se había mencionado es muy baja, incluso dentro del contexto internacional, debido en gran medida a la división sexual del trabajo que la confina al trabajo doméstico no remunerado. Una sociedad muy patriarcal y machista.
De acuerdo a los datos de Inegi en 1996 (hace más de 20 años), la participación de las mujeres en el mercado laboral era de 40.3 y 42.4 por ciento para la Ciudad de México. Actualmente es de 47.4 y 49.2, respectivamente. Realmente es muy poco lo que ha crecido, pese a que su nivel de educación es muy superior al que tenían hace 20 años.
En cambio la participación masculina es de 75.8 por ciento, una diferencia o brecha de género muy considerable, en detrimento de la calidad de vida femenina; ya se vieron algunos de estos efectos ahora en el sismo, para no ir más lejos (datos de Enoe-Inegi, 2o. Trimestre).
Generalmente trabajan en micronegocios que carecen de seguridad social y son prácticamente eventuales, fácilmente desaparecen y aparecen nuevos. Los sueldos son muy bajos y carecen de seguridad social.
Están en las jornadas de trabajo x horas, con trabajo a domicilio como las costureras; esto implica menor salario y cero prestaciones.
Lo que sucedió en la colonia Obrera donde murieron varias trabajadoras de la industria textil y del juguete es el mejor ejemplo de las condiciones tan precarias en que laboran normalmente las mujeres. Han pasado más de 30 años desde el sismo donde murieron muchas costureras, ahí en las fábricas de San Antonio Abad y las cosas siguen igual o peor.
El trabajo a domicilio se ha extendido a otras actividades, no sólo costureras y la última reforma a la Ley Federal del Trabajo lo permite, es producto de la flexibilidad laboral o para decirlo de otra manera de la creciente precariedad laboral.
Por eso muchas de las mujeres que murieron en el sismo dentro de su casa, estaban trabajando con un salario. Muchas mujeres se han visto orilladas a aceptar estos trabajos porque les permite armonizar sus tiempos con la carga de género o el trabajo doméstico, pese a que implica menor ingreso, cero prestaciones y absorber los costos del trabajo que desempeñan.
Los patrones o empleadores no asumen ninguna responsabilidad y los gobiernos (locales y federales) son cómplices, los protegen. En una palabra total impunidad; solamente la sociedad civil y las organizaciones de mujeres salen a la palestra y hacen el trabajo de apoyo que deberían hacer las autoridades.
Por fortuna la participación de la juventud también es maravillosa, gracias a su trabajo se salvaron muchas vidas y se mantienen los apoyos a las personas damnificadas. No sólo de la Ciudad de México, también de Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas; ahí también las mujeres fueron las más afectadas y las que están enfrentando toda la problemática que se deriva de una tragedia como la que están viviendo muchas familias.
En relación al hecho de que fallecieron más mujeres y la división sexual del mercado de trabajo, es innegable que un factor que ayudaría mucho a resolver la situación laboral de las mujeres y por lo consiguiente su calidad de vida, es resolver el grave problema que implica su carga de trabajo no remunerado.
El trabajo doméstico no remunerado no es otra cosa que: limpieza de la casa; alimentación de quienes integran la familia, compra de víveres y sobre todo, el cuidado de personas enfermas, adultas mayores y la niñez.
Todo este trabajo recae básicamente en las mujeres. Los hombres solo realizan 23.8 por ciento del mismo y básicamente están en trabajo remunerado (en las fábricas y oficinas o en el comercio, no están en sus casas) con una participación del 73 por ciento.
En contraste, las mujeres participan en el trabajo remunerado en un 32.3 por ciento (ver gráfica). Dicho de otra manera, no tienen ingresos propios y su autonomía económica es muy limitada, con todo lo que eso implica en la relación de géneros. Es una brecha enorme. Datos de la Cuenta Satélite de Trabajo Doméstico no Remunerado, Inegi 2015.
El no contar con ingresos propios hace mucho más difícil su situación de damnificadas, ya sea ellas o su familia. ¿Cómo recuperar su vivienda, la alimentación de la familia?
Esta situación se agudiza en las más pobres –que son las que más necesitan los ingresos de un salario-; las indígenas, afrodescendientes y, las que tiene hijos menores de 6 años; por cierto también en las que viven con pareja.
Hay muchas soluciones a este problema, mismas que ya se han aplicado en otros países con excelentes resultados, disminuyendo considerablemente la carga de trabajo de género (trabajo doméstico no remunerado). No en vano le llaman “suelo pegajoso” claro, es muy difícil caminar y avanzar en un suelo pegajoso.
La mayoría de las soluciones descansan en políticas públicas impulsadas y aplicadas por los gobiernos o los Estados y por supuesto, acompañadas de las organizaciones de la sociedad civil, fundamentalmente de las feministas.
En el caso de México la igualdad de género solamente está en los discursos de los funcionarios públicos (y eso en algunos); en los hechos no se hace nada, o lo que se hace es muy poco para la magnitud del problema que enfrentan las mujeres.
Lograr autonomía económica y tener ingresos propios es básico para el avance de las mujeres y de la igualdad de géneros, por eso es tan importante disminuir la carga de trabajo de género en las mujeres y poder incorporarse al mercado laboral con un salario digno.
* Economista especializada en temas de género
twitter: @ramona ponce
17/CRPM/LGL
DERECHOS HUMANOS
¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?
Una historia de las mujeres y la economía
Placeres y Saberes
Adam Smith, el padre de la economía moderna, escribió que no era por la benevolencia del carnicero y el panadero por lo que podíamos cenar cada noche, sino porque ambos se preocupaban por su propio bienestar; así, el ánimo de lucro hacía girar el mundo y nació el Homo economicus. Cínico y egoísta, el Homo economicus ha dominado nuestra concepción del mundo desde entonces y su influencia se ha extendido desde el mercado hasta la manera como compramos, trabajamos y coqueteamos. Sin embargo, Adam Smith cenaba cada noche gracias a que su madre le preparaba la cena, y no lo hacía por egoísmo, sino por amor.
Hoy la economía se centra en el interés propio y excluye cualquier otra motivación. Ignora el trabajo no remunerado de criar, cuidar, limpiar y cocinar. E insiste en que si a las mujeres se les paga menos es porque su trabajo vale menos, ¿por qué, si no? La economía nos ha contado una historia sobre cómo funciona el mundo y nos la hemos creído hasta el final. Pero ha llegado el momento de cambiar esa historia. En esta atrevida mirada a la crisis actual, Katrine Marçal se enfrenta al mayor mito de la actualidad y nos anima a acabar con el Homo economicus de una vez por todas.
Libro: ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?
Una historia de las mujeres y la economía
Penguin Random House
Primera edición en México, febrero 2017
DERECHOS HUMANOS
Jornada Académica Mujeres en Resistencia
Empoderar económicamente a las mujeres no es “echarlas al mercado”
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 25 de septiembre de 2015, busca el empoderamiento económico de las mujeres con medidas “que sólo proponen la participación de un número igual de mujeres y hombres en la elaboración de productos o en los trabajos, sin considerar las diferencias salariales”.
Así lo afirmó la especialista en estudios de economía desde la perspectiva de género de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Jennifer Ann Cooper Tory, durante la clausura de la Jornada Académica Mujeres en Resistencia, realizada hoy en la Facultad de Economía de la UNAM.
Cooper Tory explicó que “bajo la idea de que la participación de las mujeres en la economía es menor, la Agenda propone echarlas al mercado para que la economía crezca, pero se corre el riesgo de ignorar que ellas reciben menores ingresos”.
Para lograr el empoderamiento económico de las mujeres, explicó, se deben garantizar sus derechos económicos y laborales y, para ello es indispensable que en México se creen políticas públicas que garanticen condiciones de trabajo dignas para las personas y que terminen con la brecha salarial por género.
La Agenda 2030 plantea siete ejes para empoderar económicamente a las mujeres, entre ellos promover modelos positivos, asegurar la protección jurídica, el reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo doméstico y de cuidado; además de cambiar la cultura y las prácticas empresariales, mejorar las condiciones de empleo y contratación en el sector público, como fortalecer la representación colectiva.
Recalcó Cooper la labor de la academia para conjugar sus análisis y prevenir así que los gobiernos “en pro del crecimiento económico ignoren los salarios dignos o los reduzcan”.
De acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), incluidos en el informe “Bono de género en América Latina y el Caribe”, en México la tasa de participación laboral de las mujeres, en comparación con la de los hombres es mucho menor. Para 2010 las mujeres participaron en un 45 por ciento en las actividades económicas, mientras que los hombres en un 80 por ciento.
Sin embargo, según cifras del estudio “Perspectivas del Empleo 2016”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha salarial por género en México ha aumentado. En 2004 fue de 17 por ciento mientras que, en 2014, fue de 18 por ciento.
El 22 de febrero pasado, en el foro “Empoderamiento Económico de las Mujeres”, organizado en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, académicas e integrantes de la sociedad civil realizaron propuestas para una agenda que el Alto Panel para el Empoderamiento Económico de la ONU presentaría al Senado de la República, durante los últimos días de marzo, con el fin de que se legisle en favor del cumplimiento de la Agenda 2030.
17/MMAE/GG
Población
El alza impactarán de manera negativa en la economía de las familias
Red de Feministas peninsulares, en contra del aumento a la gasolina
LABORAL
MONEDERO
Movilidad laboral entre México y Estados Unidos
A nivel mundial el tema de migración ha cobrado una especial relevancia y México no es la excepción. Ya sea por el volumen de remesas que recibe de sus personas trabajadoras migrantes, por la problemática que viven las familias al separarlas con las deportaciones, su alto nivel de criminalización, y recientemente por el racismo y la xenofobia que encabeza el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump.
Ninguna de estas cosas son ajenas a las mujeres, por el contrario, se podría decir que están en el centro del huracán; ya sea como receptoras de remesas -en México para muchas jefas de familia es su principal ingreso, sino es que el único-, también como trabajadoras migrantes, o bien, como familiares de migrantes (madres, hermanas, hijas, esposas).
Con esta visión tiene una especial relevancia el documento recientemente publicado: “Una frontera común, un futuro común. Una propuesta para la regulación de la movilidad laboral entre Estados Unidos y México”.
Informe del Center for Global Development realizado por el Grupo de Trabajo sobre innovaciones en materia de cooperación bilateral para la regulación de la movilidad laboral en el siglo XXI.
El grupo de trabajo que lo formuló es muy heterogéneo, lo conforman académicos tan importantes como el doctor en Economía Gerardo Esquivel; un ex presidente de México (Ernesto Zedillo); un ex secretario de Comercio de Estados Unidos; personas que defienden los Derechos Humanos, funcionarios fronterizos, por mencionar algunos.
Según este documento, casi 10 por ciento de las personas nacidas en México vive y trabaja en los Estados Unidos, y los mexicanos de nacimiento constituyen por lejos la mayor comunidad de inmigrantes en éste último. Por consiguiente, aun los avances más pequeños en el abordaje jurídico y regulatorio de la movilidad laboral, podrían tener un impacto enorme a los efectos de crear oportunidades y elevar el nivel de vida en ambos lados de la frontera.
“No obstante, la mayor parte del flujo laboral entre México y Estados Unidos en los últimos 25 años ha sido de carácter ilegal, lo cual ha ido en detrimento tanto de los trabajadores como de la seguridad nacional de ambos países. A pesar de la creciente importancia de otras naciones, seguirá habiendo importantes flujos laborales de mano de obra mexicana que complementen el mercado laboral estadounidense”.
La historia nos enseña que la flexibilidad regulatoria y la cooperación bilateral son las únicas soluciones duraderas; no obstante, las limitaciones presentes en convenios anteriores son una muestra de que estos acuerdos pueden fracasar si no se planifican adecuadamente.
La firma de un nuevo convenio laboral bilateral ha de perseguir objetivos diversos logrando un equilibrio entre ellos. La historia y la geografía implican que la mano de obra mexicana ha sido un impulsor sin igual de la economía estadounidense
LA OPCIÓN NO ES CONSTRUIR MUROS
Algunos de sus objetivos son:
Reducir drásticamente la movilidad transfronteriza ilegal; preservar la prioridad de los trabajadores estadounidenses respecto de los puestos disponibles en los Estados Unidos, evitando a la vez la proliferación de trabas burocráticas innecesarias; evitar aumentos bruscos en la ausencia de mano de obra, respondiendo al mismo tiempo a las condiciones del mercado.
Eliminar la intermediación laboral abusiva; garantizar el cumplimiento, por parte de los empleadores, de los diversos estándares laborales respecto de todos los trabajadores; disponer la responsabilidad común a lo largo de la frontera en cuanto a la ejecución del convenio y las acciones destinadas a hacerlo cumplir.
Evitar la permanencia de personas con visas vencidas, fomentando la emigración de regreso al país de origen y estableciendo una vía de salida clara; mejorar la seguridad común a ambos lados de nuestra frontera.
Incluir a aquellos sectores en los cuales la mano de obra mexicana aporta un valor agregado; propiciar la adquisición, por parte de todos los trabajadores, de competencias laborales que mejoren la productividad; establecer criterios transparentes para la adaptación a condiciones de mercado cambiantes; y financiar su implementación en los dos países. En síntesis, debe ganarse la aprobación y la confianza de los trabajadores y los empleadores de ambas naciones generándoles beneficios comunes.
Nuestra atención está puesta principalmente en los flujos futuros temporarios motivados por razones de empleo puesto que, a nuestro entender, la raíz de muchos de los problemas actuales se halla en los fracasos del pasado a la hora de regular adecuadamente los flujos futuros.
Y ahora que la presión migratoria entre México y Estados Unidos es menor, es el momento propicio para tratar adecuadamente estos flujos. No desconocemos la creciente importancia de otros países en materia de movilidad laboral, especialmente en Centroamérica; sin embargo, la cooperación debe empezar por los dos vecinos cuyo destino común es harto evidente”.
“La movilidad de la mano de obra menos calificada proveniente de México también mejora las condiciones laborales allí existentes, aumentando los salarios en el país. Cada año que un trabajador mexicano promedio pasa en Estados Unidos hace que su productividad económica sea mayor cuando vuelve a México. El trabajador mexicano promedio utiliza los ingresos provenientes de sus trabajos temporarios en los Estados Unidos para mejorar su vivienda e invertir en la educación y en gran medida prefiere una migración legal temporaria antes que la migración ilegal”.
Como bien se aprecia en la gráfica en las expectativas futuras de demanda de mano de obra no calificada las mujeres juegan un papel preponderante, ya que con excepción de la industria de la construcción en todas las demás áreas tienen una presencia significativa, vamos están feminizadas.
Las y los trabajadores mexicanos menos calificados que emigran a los Estados Unidos suelen operar como un complemento de los trabajadores estadounidenses locales, mientras que aquellos que no emigran suelen reemplazar a otros trabajadores mexicanos en su lugar de origen.
Esto significa que la movilidad de mano de obra menos calificada desde México hacia los Estados Unidos tiene el potencial económico necesario para mejorar las condiciones del mercado laboral en ambos países.
Hoy en día los mexicanos constituyen 49 por ciento del total de los residentes de Estados Unidos que ingresaron al país o permanecieron en él de manera indocumentada.
A pesar de la creciente importancia de otros países, seguirá habiendo flujos transfronterizos de mano de obra mexicana y es indispensable regular la movilidad laboral de la mano de obra menos calificada”.
Pero es indispensable reconocer que la economía estadounidense ha tenido, y seguirá teniendo, un gran apetito de trabajadores menos calificados.
Con una planificación adecuada, una regulación bilateral puede brindar oportunidades y seguridad en beneficio de ambos países, proteger los derechos de los trabajadores de una y otra nación, y debilitar fuertemente las actividades ilegales a ambos lados de la frontera, además de servir de modelo para la región y el mundo.
México y las familias más pobres seguirán dependiendo de las remesas, pues la economía prácticamente está estancada y los salarios que ofrece son muy bajos. Las mujeres seguirán emigrando en busca de mejores empleos y mejores condiciones de vida, exponiéndose a toda clase de riesgos, maltratos y discriminación.
La separación de las familias y las deportaciones masivas complican más el problema de la migración y tampoco resuelven el problema laboral, no en vano en Estados Unidos es un tema electoral y la reforma migratoria sigue pendiente.
Para colmo, la migración sin documentos (mexicana y centroamericana) ha resultado un pingüe negocio para el crimen organizado.
Un planteamiento sobre la regulación de la movilidad laboral México-Estados-Unidos en estos momentos es crucial. Existe la potencial amenaza de que un personaje como Donald Trump sea presidente de Estados Unidos.
Su discurso (si así se le puede llamar) es contra los migrantes en general y los migrantes mexicanos en particular, contra la comunidad latina y desde luego contra México. Xenofóbico, misógino, racista y discriminatorio, en una palabra fascista.
Tal parece que el único que no ha entendido la gravedad del problema es el gobierno mexicano, primero tuvo una actitud pasiva y permisiva ante sus insultos, para después pasar a ser cómplice, invitándolo a Los Pinos y dándole un trato de estadista a un bufón fascista.
Todo esto ha tenido y tendrá costos muy altos para las personas migrantes (nacionales e internacionales), hasta las remesas están en peligro; abonando a los grupos neofascistas de Europa, en momentos donde hay una crisis humanitaria por la situación de los migrantes. También México pagará ese costo. Para muestra la creciente devaluación del peso frente al dólar.
Desgraciadamente sus opiniones no sólo son personales, también reflejan la posición de una parte de la sociedad norteamericana. La crisis no sólo es económica, también es política.
PD:
Un reconocimiento tácito de que la economía no está bien. Suben las tasas de interés. Banco de México (Banxico) aumentó la tasa de interés en 50 puntos y quedó en 4.75 por ciento. Con este es el tercer incremento en los últimos 10 meses, ya que de 3.0 pasa a 4.75 por ciento, y seguramente seguirá aumentando; en diciembre la Reserva Federal tiene previsto un aumento, por tanto también se hará en México.
Uno de los objetivos es frenar la caída del peso, pero sin mucho éxito. Esta medida encarece los créditos (públicos y privados), así como la deuda. Pretende retener las inversiones y también puede provocar inflación.
Twitter: @ramonaponce
* Economista especializada en temas de género
16/CRPM/LGL