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DERECHOS HUMANOS
OPINIÓN
Cristal de Roca
Méxicos Posibles

¿Cuántas veces ha sentido impotencia ante lo que pasa en México? ¿Cuántas veces ha pensado que no tenemos remedio? Permítame combatir su desesperanza y alimentar la utopía.
En 2015 un grupo de personas decidieron reunirse para dejar de lamentarse y pensar, ¿cómo hacer posible otro México mejor? Y contrataron a la consultora Reos Partners, que entre su experiencia cuenta con haber participado en los procesos de paz de Sudáfrica, Colombia y Guatemala.
La consultora entrevistó a 180 personas con perfiles variados, que coincidieron que los problemas de México se podían resumir en: ilegalidad, inequidad e inseguridad. “Las 3 íes”, les llamamos.
Pero también se encontró que pese a las coincidencias, las orillas de los distintos Méxicos que somos no se tocaban casi nunca, que cuando lo hacían era a partir de un conflicto y nadie confiaba en nadie.
Entonces propuso conformar un grupo altamente diverso y plural, con personas representativas (que no representantes) de distintos sectores de la sociedad, para trabajar con su metodología Planificación Transformadora por Escenarios y, a partir de lo que llama colaboración elástica, tender puentes de diálogo, escucha, entendimiento y construir acuerdos en un ambiente de confianza.
Así nació Méxicos Posibles, un grupo al que pertenecemos lo mismo militares que exguerrilleros, sacerdotes que feministas, policías que activistas por los Derechos Humanos, militantes de todos los partidos políticos que personas que se definen como antisistémicos, empresarios que indígenas, funcionarias y funcionarios públicos que periodistas, personas conservadoras que activistas trans, personas dedicadas a la academia que trabajadoras del hogar.
A Méxicos Posibles lo formamos 91 personas que trabajamos con esta metodología en dos generaciones diferentes. De ese total, cerca de 80 (55 por ciento hombres y 45 por ciento mujeres) participaron en dos de los tres talleres obligatorios para cada generación, y unas diez personas tuvimos el privilegio de trabajar con las dos generaciones.
Así, trabajé con personas con las que nunca imaginé sentarme en una mesa, personas cuya realidad es diametralmente distinta a la mía, o personas que sostienen una visión opuesta a la mía en puntos que me parecen nodales. Y no sólo trabajé, sino que pude construir acuerdos y en algunos casos tejer afectos que hubiera creído imposibles.
Quienes concluimos todo el proceso coincidimos en que Méxicos Posibles fue una experiencia transformadora. Para mí implicó derribar prejuicios -que ni siquiera asumía como tales-; doblegar al ego –que creía bastante domesticado-; ser capaz de explicar y fundamentar mi visión del problema, pero al mismo tiempo tener la apertura para escuchar otras visiones; aprender a escuchar para entender el punto de vista de la otra persona; y lograr acuerdos sobre temas centrales.
La utopía de un mejor México se llama Méxicos Posibles, un ejemplo vivo, repetido en dos generaciones, de que con el método adecuado es posible crear lazos de confianza, diálogo y escucha entre personas diversas y plurales que, a pesar de todo, pueden construir acuerdos.
Si usted cree que un México con legalidad, igualdad y seguridad es posible, y sólo se trata de hacerlo posible, visite el sitio www.mexicosposibles.mx y súmese a este esfuerzo que le ha puesto nombre a la utopía.
*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.
Apreciaría sus comentarios: cecilavalle@gmail.com
18/CL/LGL
VIOLENCIA
Organización civil advierte que se protege a estados que no registran datos
Secretariado Ejecutivo posterga estadísticas sobre feminicidio

El Observatorio Nacional Ciudadano (OCN) manifestó su inconformidad con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) por ocultar y postergar de último momento la publicación de las estadísticas sobre feminicidio en México.
En 2016 el Secretariado Ejecutivo –dependencia de la Secretaría de Gobernación– anunció que renovaría el registro y clasificación de incidencia delictiva en el país para incluir datos sobre feminicidio, trata de personas, violencia familiar, narcomenudeo, ilícitos ambientales y la renovación de otros apartados con información desagregada por sexo y grupos de edad.
Las cifras con la nueva metodología se publicaron el 22 de diciembre; sin embargo, el Sistema omitió publicar los datos de feminicidio a pesar de que existen, así lo denunció el Observatorio Nacional Ciudadano, que en un comunicado evidenció que las autoridades federales mostraron a las agrupaciones civiles las estadísticas de este ilícito recolectadas de 2015 hasta noviembre de 2017.
Finalmente, sin mayor explicación, el Consejo Nacional de Seguridad Pública decidió demorar la entrega de estas cifras hasta enero de 2018.
“El cambio de último momento en relación con la decisión de la publicación de dichas estadísticas, inevitablemente invita a que se cuestione si ello se realizó para darle tiempo a procuradurías y fiscalías generales de corregir sus datos”, señaló la organización.
Ocultar las cifras de feminicidio cobra especial relevancia, explicó el Observatorio, pues se ha denunciado la falta de registros fehacientes de los asesinatos de mujeres por razones de género en múltiples entidades. Por lo que “parece –indica la organización- que quieren proteger a los estados que no registran, ni reconocen el feminicidio”.
Por último, el Observatorio lamentó esta decisión, pues dijo, fue un trabajo arduo de cuatro años de las autoridades federales: “le bajaron el todo y la calidad de un producto que permitía desnudar qué instituciones le han dado o no un mínimo de acceso a la justicia a las víctimas. Esto no puede ser interpretado de otra manera más que como una pésima señal sobre la consistencia de cifras de algunos ilícitos”.
Ante la falta de datos que visibilicen y permitan atender el feminicidio, las organizaciones civiles locales se han organizado para documentar los casos por medio de metodologías basadas en la recopilación de información periodística.
Respecto a la violencia cometida contra las mujeres, las estadísticas recién publicadas por el SESNSP indican que hasta noviembre de 2017 se denunciaron 155 mil 375 casos de violencia familiar y mil 566 de violencia de género en todas sus modalidades.
17/HZM
DERECHOS HUMANOS
Monedero
Luchando por la vida: NO a la Ley de Seguridad Interior

El común denominador, el trasfondo de las luchas de las mujeres de ayer, de hoy y de siempre –feministas o no- es la lucha por la vida y por la paz. Como la sociedad está muy atomizada por el poder neoliberal, también lo están las peleas o defensa de sus derechos.
Buscando a sus familiares desaparecidos en las instancias gubernamentales o escarbando la tierra para encontrar a los miles de desaparecidos. En las marchas para reclamar a los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, contra la impunidad de este gobierno que su característica más relevante es no escuchar y tampoco dar respuestas.
Ya sea el derecho a su vida en la política con equidad de género y sin violencia; el derecho a su cuerpo o sus derechos económicos y laborales, contra la violencia laboral y en el reclamo de un salario digno. En síntesis sus Derechos Humanos.
Según el reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre Derechos Humanos, las mujeres representan más de la mitad de las víctimas de violaciones a los derechos sexuales y reproductivos (79.0 por ciento), al derecho a la educación y derechos culturales (58.5 por ciento) y a los derechos laborales y a la seguridad social (50.4 por ciento). Con este panorama NO se puede estar de acuerdo con la militarización del país y la cancelación de los Derechos Humanos.
Se aclara que en renglón de la negativa a los créditos tiene un porcentaje muy bajo (0.6 por ciento), pero la realidad es que de acuerdo a los informes de Banco de México más del 70 por ciento de las empresas viven de los créditos de sus proveedores y no de los bancos.
De acuerdo a la gráfica y al Inegi la “Omisión de protección contra la violencia y el maltrato a las mujeres” representa 43.8 por ciento de las violaciones a los Derechos Humanos de las mujeres. Eso es ahorita, ya se puede imaginar lo que sucedería dándoles a los militares suprapoderes, por encima del poder civil y de la sociedad.
Porque eso es lo que propone la Ley de Seguridad Interior, obviamente las más afectadas son las mujeres.
Se han levantado varias voces de los líderes de opinión, de la sociedad civil y también del presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez. Afortunadamente su discurso fue en presencia de Peña Nieto y parte de su gabinete, fue muy claro:
La Ley de Seguridad Interior (LSI) “propicia la falta de claridad, las ambigüedades y la discrecionalidad en la actuación de las autoridades”
Por su parte el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), dio a conocer los mayores peligros que implica autorizar esta Ley:
- Dar a las Fuerzas Armadas facultades de policía (como permitirles acciones preventivas a su criterio)
- No genera centrales para verificar el respeto de los Derechos Humanos
- Permite a las fuerzas federales (militares) intervenir contra protestas sociales
- Ataca la transparencia al determinar que toda la información sobre medidas de seguridad interior será confidencial
- Fomenta la intervención militar en áreas de la sociedad civil
No permite que se fortalezcan las policías civiles ya sean federales, estatales o municipales.
Desde luego que existe una enorme y legítima preocupación por la seguridad, como revertir la ola de violencia que en la última década quizá rebase los 250 mil homicidios. Peña Nieto no cumplió su promesa de campaña: reducir la violencia, menos la pobreza.
Lorenzo Meyer en su artículo: “La Ley de Seguridad Interior”, publicado en el periódico Reforma el 7 de diciembre se pregunta: Con la LSI aprobada ¿qué papel jugaría entonces el Ejército?
En la encuesta sobre corrupción publicada por el Inegi, claramente se privilegia la inseguridad y la delincuencia (66.4 por ciento), como el principal problema; le siguen en orden de importancia la corrupción y por último el desempleo (a pesar de las malas cifras que publica el Inegi sobre este tema).
Luchar por la vida es y será tarea de las mujeres. Por lo mismo no podrán nunca apoyar este proyecto de Ley de Seguridad Interior que está contra la vida, porque esa delincuencia y violencia no se resolverán con esa Ley, por el contrario, sólo se militarizará el país y las luchas sociales como las que emprenden las mujeres, serán combatidas por el Ejército.
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
17/CRPM/LGL
VIOLENCIA
Lenguantes
Por cielo, metro y tierra ¡Estamos hartas del hostigamiento sexual!

A los 12 años escuché por primera vez la opinión que un par de desconocidos tenían sobre mi cuerpo y descubrí cómo el hecho de ser una niña parecía permitirles emitir esta opinión de la forma más cobarde y violenta. Era un par de hombres que, envalentonados por el camión que conducían, me lanzaron uno de esos mal llamados piropos. Ese día grité todas las groserías que podía enunciar. Grité con todas mis fuerzas y mi madre, que caminaba conmigo en ese momento, me dijo que le preocupaba que después de defenderme los agresores volvieran a atacar con mayor intensidad.
Han pasado 17 años y aún ahora que mi madre se ha asumido feminista, sé que tiene miedo de que algo me suceda. Ella y yo sabemos que la autodefensa es necesaria, pero que sería mejor vivir en un lugar donde, como dice la sabiduría feminista, no necesitáramos ser valientes sino libres de violencia. A veces también me llaman amigas, primos, o cualquier persona que me ha querido y me pide que me cuide. Yo sé que sabes defenderte, me dicen, pero no sé qué haría si algo te pasa.
Gracias al feminismo sé que no soy la única a la que se le pide cuidarse en un mundo donde no se pide a los hombres que dejen de agredir, de violar, de matar, de creer que su opinión es necesaria.
El transitar de las mujeres está siempre sometido a descargas de violencia que, podamos o no verlo, condicionan nuestro estar en los espacios. Pienso, por ejemplo, en el acoso sexual callejero, que te sorprende a los 12 años y en cómo nadie nos enseña que estamos en riesgo y cómo podemos actuar en una situación de peligro o de hostilidad normalizada para salir avante de todas las cosas que condicionan nuestro estar en el mundo.
El piropo es el eufemismo de la violencia sexual que los hombres ejercen en cualquier lugar que una mujer transita, pero mi ejemplo de piropo es quizás muy corto ante lo que leo todos los días en mi transitar y el de otras. Me refiero, desde luego, las mujeres. A nosotras, a nuestros cuerpos leídos con la carga de debilidad y despojos que se nos han impuesto.
Pienso en mis sobrinas, en mis amigas trans agredidas y excluidas de los espacios como baños públicos incluso por otras mujeres, en las desconocidas que veo caminar por la calle y con quienes me enseñaron que debía competir. Pienso en todas las disidentes de la heteronorma y en les otres, que han rechazado la categoría de hombre. ¿Cómo se sobrevive en este mundo? ¿Cómo se sobrevive a transitar en él?
La semana pasada, por ejemplo, escuché en una cena que había que boicotear a UBER por los casos de agresión sexual difundidos en redes sociales. Una chica decía que ella no tenía aún una mejor forma o más segura que usar este servicio para volver a casa cuando es de noche o ha bebido. Pienso entonces en las agresiones a ciclistas, que se realizan desde una profunda idea patriarcal de quién merece el espacio en la calle (quien tenga más lámina y pueda pagarla) y en el riesgo que implica para una mujer caminar sola de noche por cualquier calle este país podrido de machismo.
Pienso en Lesvy, que no pudo estar a salvo del machismo feminicida ni siquiera en la Ciudad Universitaria que tanto se jacta de ser un lugar seguro. Pienso en lo injusto que ha sido su caso y tengo una desconfianza terca ante las medidas que puedan tomar las autoridades universitarias para criminalizar estudiantes en lugar de generar estrategias de cuidado colectivo y respetar los derechos de las mujeres que transitamos CU.
Pienso también en las agresiones a las automovilistas, el terror de cuando se te poncha una llanta de noche. Pienso en Isabel Otero que vuela a lado de violadores en potencia en Interjet. Ruedas, aire, tierra: ¿acaso todos son para nosotras espacios de riesgo potencial?
Hace un par de semanas Renata Villareal denunció mediante un video que el conductor del UBER en el que se trasladaba hacia su casa miraba pornografía en su teléfono mientras conducía. No tenemos tregua. Nuestro derecho de ocupar el espacio público se ve obstaculizado con cada agresión. Pareciera que a cada paso que damos, vamos confrontando una situación de riesgo, incluso en los servicios que pagamos para estar seguras.
Por otra parte, viene a la discusión el tema de la seguridad. Queremos estar seguras pero ¿qué significa eso para nosotras? Pienso esta vez en Atenco. La policía, llena de criminales y violadores definitivamente no es una opción.
Necesitamos hablar de nuestra situación, de los riesgos reiterados, de las estrategias de autodefensa y huida. Necesitamos comenzar a plantearnos la posibilidad de formular cuadros de autodefensa en los espacios cotidianos, con nuestras amigas, familiares, con las compañeras del trabajo y de la escuela. Necesitamos hablar con las niñas de nuestra situación. No estamos solas, pero es seguro que contamos solamente con nosotras mismas.
*Cynthia Híjar Juárez es educadora popular feminista. Actualmente realiza estudios sobre creación e investigación dancística en el Centro de Investigación Coreográfica del Instituto Nacional de Bellas Artes.
17/CHJ
