Costureras
DERECHOS HUMANOS
FOTOCRÓNICA
Conmemoran a costureras del predio de San Antonio Abad a 32 años del sismo de 1985

Casi seis horas antes del temblor de 7.1 grados que cimbró la Ciudad de México el pasado 19 de septiembre, Las costureras y costureros (de la Asociación Civil 19 de septiembre) realizaron, como cada año, la misa para recordar a sus compañeras fallecidas hace 32 años.
Al terminar la misa recogieron mantas y flores y emprendieron su recorrido anual por las fábricas donde murieron sus compañeras de trabajo tras el sismo de 1985.
Durante su recorrido por la Avenida Tlalpan, los edificios hacían eco de las exigencias a empleadores y gobierno local y federal, para mejorar las mejores las condiciones de trabajo.
Al recorrido se unieron vecinas y familiares de las costureras fallecidas que, como hace 32 años, juntaron esfuerzos ya no para cargar escombros sino para colocar ofrendas de flores en memoria de sus compañeras.
Sobre la banqueta y en el carril vehicular de Avenida Tlalpan, la caminata continuó hasta regresar al monumento ubicado en el predio de San Antonio Abad 151 el cual fue levantado en memoria de las costureras.
Ya en el monumento de bronce, elaborado por la escultora Patricia Mejía e inspirado en la costurera Guadalupe Conde Coronado, luchadora social y también presidenta de la Asociación Civil “Costureras y Costureros 19 de Septiembre”, se colocaron ofrendas florales.
Una réplica a escala de la misma estatua que simula a una costurera cosiendo la bandera de México, les fue entregada a las hijas de Guadalupe Conde Coronado, quienes entre aplausos de las y los asistentes, la recibieron con mucho cariño y orgullo.
En el mismo lugar se inauguró un salón de costura que llevará el nombre de Guadalupe Conde Coronado.
DERECHOS HUMANOS
CRÓNICA
Se agotan las esperanzas de encontrar con vida a trabajadoras
En el predio de Bolívar y Chimalpopoca la muerte se va instalando

Han pasado tres días del terremoto que nuevamente sacudió la Ciudad de México. En el predio de Bolívar y Chimalpopoca la muerte se va instalando. El día de ayer las esperanzas de encontrar con vida a dos trabajadoras se cortaron de tajo.
En medio de los escombros, el grito de “camilla” por unos breves minutos dio esperanza de encontrar a alguna de las trabajadoras de la fábrica “Línea Moda Joven” S.A de C.V con vida. Pero la esperanza se rompió de tajo cuando la camilla fue de color amarillo, pues de acuerdo con los paramédicos del lugar este es el color que identifica que la persona encontrada está sin vida. Eran las 19:45.
A las 20:30 horas dos siluetas humanas envueltas con telas blancas dejaron el lugar en donde trabajaron hasta que el edificio se les vino encima. La misma tela que en otro momento ellas utilizaron para confeccionar ropa, ayer las envolvió.
Ambos cuerpos se encontraron en el mismo lugar, ambas en vida se llamaban Irma. Eran amigas. Irma Sánchez Ramírez entró a trabajar antes que su tocaya de apellidos Chávez Martínez. Sánchez Ramírez le comentó del empleo y la animó a entrar a trabajar a “Línea Moda joven”. Estuvieron juntas tres años laborando de 8 de la mañana a cinco de la tarde.
La zozobra para estas familias terminó ayer. Irma Chávez Martínez será velada y sepultada en Hidalgo, su lugar de origen; mientras que Irma Sánchez Ramírez será velada en su domicilio, en esta ciudad.
Cuántas personas quedan entre los escombros, sigue siendo un enigma. Se sigue sin saber el número de personas que estaban dentro del inmueble el día 19 de septiembre. Hasta anoche solo quedaba una cuarta parte de la montaña de piedras que dejó el edificio de cuatro pisos que albergaba no sólo la fábrica textil, junto con la tienda de ropa, sino a las oficinas de “ABC Toys Company”, S.A. de C.V. y “Dashcam System”.
LOS OBSTÁCULOS
Sobre la calle de Fray Servando la fila de voluntarios que desean ingresar a limpiar escombros se extiende casi una cuadra, cientos de mujeres y hombres jóvenes deseosos de ayudar esperan impacientes para poder entrar; sin embargo, los retenes que se han colocado a la entrada de Bolivar se vuelven infranqueables.
Algunos llevan tres horas esperando. Según las explicaciones dadas por miembros de policía federal y policía capitalina entrarán por turnos, en cuanto a tiempo nadie sabe.
A las mujeres las quieren mandar a repartir comida o hacer el inventario de agua, pero las jóvenes se revelan: “nosotras también sabemos palear” dice una de ellas cuando en el segundo retén de la calle de Bolívar, frente al Restaurante Toks, sólo dejan entrar a los hombres.
“Ayer estuvimos aquí cargando botes con escombro, sólo nos fuimos a bañar y dormir un rato ¿por qué ahora no nos dejan entrar?”, interpela a Policía Federal que no tiene escrito su nombre en el uniforme. Su risa burlona provoca el enojo de las jóvenes que no dejan entrar.
Una hora después las jóvenes lo consiguen están dentro carretillas en mano sacando escombro.
LA OTRA REALIDAD
Lo que sí avanza es el rescate de los rollos de telas, de juguetes, de equipo de cómputo y drones. Ayer todo lo rescatado se empacó en bolsas negras para cargar camionetas. Este día ya no se vio a familiares de las empresas.
17/LLH/LGL
DERECHOS HUMANOS
CRÓNICA
Fábrica textil donde la memoria juega entre el pasado y el presente
Familiares de costureras, en zozobra ante falta de información

¿Quién se hace cargo del dolor de las familias que buscan a sus seres queridos, en el predio de las terribles coincidencias? En la fábrica textil de Chimalpopoca y Bolívar, de la colonia Obrera, la memoria juega entre el pasado y el presente. Nos recuerda 1985, cuando cientos de costureras perdieron la vida al quedar atrapadas entre los escombros de los talleres clandestinos de San Antonio Abad.
Como hace 32 años aquí también se juegan dos realidades: la de cientos de personas voluntarias que buscan rescatar vidas; y la de quienes resguardan los bienes materiales de los dueños de las empresas.
En la esquina de Bolívar y Chimalpopoca una familia no deja de preguntar a todo el que parezca autoridad, encargado de protección civil, doctor o lo voluntaria: - “Oiga ¿a dónde se llevaron a quienes rescataron de la fábrica? Estamos buscando a Irma Chávez Martínez. Nos dijeron que habláramos al hospital de Balbuena, pero ahí nos dijeron que no tienen a nadie con ese nombre”.
“Desde anoche estamos aquí esperando noticias pero nadie nos dice nada, ya buscamos en Locatel y tampoco aparece”.
Irma Chávez Martínez, entró a trabajar hace tres años a la fábrica, su sobrina Marisol Placencio Ortega es quien nos da los datos. Aquí está el hijo de Irma, su hermana y otro sobrino. Todos la buscan.
Saber si Irma ya salió de entre los escombros de lo que fue un edificio de cuatro pisos en donde se fabricaba ropa de mujer de la marca New Fashion, es la noticia que esperan.
La fábrica “Línea Moda Joven” S.A de C.V, que produce la marca “New Fashion” y “Foley’s”, le pertenece a una familia judía. Nadie quiere dar datos sobre cuántas personas estaban laborando al momento del temblor. El yerno del dueño de la fábrica espera que rescaten a su suegro de entre los escombros. Tampoco da su nombre. Él confirmó que ahí se producía ropa de mujer de la marca “New Fashion”, no dice nada más.
En la espera de noticias también está la familia de Irma Sánchez, de 50 años de edad y trabajadora de la fábrica, su cuñado Gelacio Chávez es quien la busca.
Al igual que la familia Martínez, la familia de Irma Sánchez está desesperada porque nadie les dice dónde obtener información sobre las personas rescatadas. El hermetismo de las autoridades y la mala orientación les desespera y hace más grande su dolor.
Un policía de seguridad pública del gobierno de la Ciudad de México que resguarda el perímetro tiene un trozo de papel azul con letras de plumón rosa con el nombre de Amy Hsien Yu Huang, una mujer se lo dejó porque la está buscando; también estaba en el edificio derrumbado en la esquina de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera.
Cintia Ying Yun Yang, busca información sobre su esposo José Lin Chia Chin, él estaba trabajando en el predio donde además de la fábrica textil, al parecer, estaban las oficinas de la compañía “ABC Toys Company” S.A de C.V y “Dashcam System”.
Pese a la desesperación de las familias, aquí nadie da un dato sobre las personas rescatadas, ni de las empresas que estaban en el edificio, ni cuántas personas trabajan ahí. El control es de Policía Federal, quienes desean mantener a raya a los cientos de personas voluntarias que se han volcado para rescatar a las trabajadoras de la textil, como le llaman al lugar. Mujeres costureras que esperan ser rescatadas de entre los escombros, igual que en 1985.
Hace 32 años las feministas acudieron a apoyar a las costureras, las acompañaron hasta formar su Sindicato el cual lleva por nombre la fecha de la tragedia: “19 de septiembre”.
LA AYUDA VIENE DE TODOS LADOS
Las personas dispuestas a ayudar vienen de todos lados, no sólo de la Ciudad de México, incluso de estados cercanos.
Cinthia, Flor, Verónica y Mara, son estudiantes de medicina forense de Tulancingo, Hidalgo, el día del temblor fueron convocadas para acudir en una brigada de apoyo. Llegaron este miércoles 20 a la Ciudad de México con 10 personas más. Están desde las 8 de la mañana cargando botes con piedras, llevan diez horas continuas quitando escombros. Su coordinador con el resto de su grupo se fueron a Xochimilco cuando llegaron por rescatistas y voluntarios para apoyar los trabajos allá.
Hasta la fábrica textil han llegado centenares de personas jóvenes de las universidades y algunas feministas que desean ayudar. Todas con cascos blancos, rojos y amarillos, manos forradas con guantes de carnaza y cubre bocas, esperan la indicación para ayudar.
El grito de “fila” es suficiente para ordenarse en una cadena humana que pasa botes llenos de escombro, varillas y pedazos de muebles de oficina, hacia los camiones de carga que esperan ser llenados.
Sólo el silbato y el puño en alto, marcan la pausa para el silencio necesario que permita identificar algún sonido que indique posibles señales de vida.
Al igual que en 1985 la población respondió. No dejan de pasar brigadas de mujeres y hombres ofreciendo comida, agua, suero, fruta, dulces, para quienes cavan con manos, picos y palas entre los escombros.
Las brigadas médicas también hacen su labor. Estudiantes de medicina envueltas en batas blancas corren a cada grito de paramédico; otras recorren los grupos de voluntarias y voluntarios que siguen sacando escombros de la gran montaña, ofrecen gotas para los ojos por el polvo, curaciones rápidas a las manos y brazos arañados por las piedras.
A mediodía del miércoles la esperanza dio fuerzas con el primer rescate del día. Para la medianoche se había logrado rescatar a cinco personas con vida y seis cuerpos, al menos 17 personas más esperan entre los escombros.
El grito de las y los rescatistas en lo alto de los escombros provoca los aplausos de euforia. “Vamos México” es la frase que acompaña cada salvamento.
DOS REALIDADES
Lejos de la vista pública, en el patio de la escuela primaria Simón Bolívar, hay otra realidad. Nada que ver con los rescates que se están realizando del lado de Chimalpopoca o en la esquina de Bolívar. Aquí, un salón es la bodega para la ropa de la fábrica, las telas y los productos de valor que se recuperan.
La espalda del edificio colapsado en Chimalpopoca y Bolívar colindaba con el patio de la escuela primaria Simón Bolívar, exactamente eran las bodegas de la fábrica textil, ahí están a la vista los rollos de tela de colores que a través de las manos de las trabajadoras dieron vida a las prendas de “New Fashion” y “Foley’s”.
-¡Es un dos! grita una mujer perteneciente al servicio de limpieza de la Ciudad de México, al percatarse que uno de los botes con escombro que pasa de mano en mano por cientos de personas voluntarias lleva documentos.
Un dos significa que son papeles, ropa, telas, máquinas de coser u objetos de valor que se resguardan en el salón detrás del puesto médico; como en 1985, cuando el terremoto derrumbó los talleres clandestinos sobre San Antonio Abad donde cientos de costureras perdieron la vida y las telas y las máquinas de coser fueron resguardadas por el Ejército. Ahora, aquí, lo resguardan dentro de un salón escolar custodiado por civiles.
Poco a poco se amontonan documentos fiscales, chequeras, papeles administrativos, carpetas, vestidos, sacos, blusas, máquinas de coser, cámaras de fotografía, equipo de cómputo, entre otras cosas. Sólo entran quienes están autorizados.
Uno de los rescatistas que llegó a las 4 de la mañana del miércoles comenta que cuando se dieron cuenta que querían salvar las telas, una disputa entre personas voluntarias y policías se dio. “Yo vengo a salvar vida, no cosas materiales”.
La lluvia empieza a caer al igual que la noche. Después de doce horas de trabajo se ha logrado cortar la loza en cinco pedazos que han sido levantados por las grúas para facilitar el trabajo de rescatistas. La esperanza por llegar a quien faltan sigue en pie.
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17/LLH/LGL
DERECHOS HUMANOS
52 temporadas al año, malas condiciones, bajos salarios
Moda rápida: atrapa a consumidoras, “consume” a costureras

En el tiempo que tardamos en comprar una camiseta en cualquier tienda de gran distribución, una mujer en Camboya cose más de cien prendas. Pagamos nueve euros con noventa y cinco (205.83 pesos mexicanos) y la trabajadora que confecciona en Bangladesh cobra unos 18 céntimos (3 pesos con 72 centavos mexicanos) por prenda. Consumimos ropa nueva asiduamente, la costurera en Taiwán compra una o dos veces al año, depende de sus necesidades.
La fast fashion es la estrategia de convertir los diseños de moda en colecciones a la venta en el menor tiempo posible para ofrecer ropa nueva y de tendencia a un ritmo frenético. Este fenómeno cambia la forma de consumir. Si antes había dos temporadas al año, ahora hay unas 52, rotando continuamente en los puntos de venta. Cada semana, hay ropa nueva de temporada en las tiendas.
Cada semana, una youtuber exhibe nuevas adquisiciones, deshecha ropa que no va a ponerse más. Cada semana, las agencias de comunicación compiten por ponerle el nuevo vestido a una it girl. Las revistas de moda elaboran nuevas editoriales con las prendas que acaban de salir: “El fucsia es el nuevo negro”, “Vuelve el animal print“, “No podrás vivir sin los nuevos peep toes“. Abres la revista, la miras. Lo quieres todo. Rápido.
La responsable de la Campanya Roba Neta en Catalunya, Laura Muixí, explica que pueden pasar unos 15 días desde que se elabora el diseño de la ropa hasta que llega a las tiendas.
Entre tanto, los diseños han viajado desde España hasta el norte de África o a países del sureste asiático, y se han confeccionado en las fábricas que proveen a las grandes marcas occidentales.
Allí, las trabajadoras disponen de pésimas condiciones laborales y reciben sueldos muy precarios. “Es un sector muy feminizado pero los mandos medios suelen ser hombres”, cuenta Muixí. Dentro de esas fábricas se crean relaciones de poder desiguales que impactan afectan a las condiciones laborales de las empleadas.
La responsable de la “Campanya Roba Neta” explica que se paga poco a las trabajadoras, entre otras cosas, porque se entiende que el salario de las mujeres complementa al de los hombres. Según el informe de la “Campaña Salarios Dignos” elaborada por Roba Neta, los sueldos de esas mujeres no son suficientes para costear comida, vivienda, atención médica, ropa y educación.
Los datos revelan que una empleada textil en Camboya cobra un 25 por ciento de la cifra del salario digno promedio en Asia, sus compañeras en Sri Lanka, un 19 por ciento y las de Bangladesh cobran sólo el 11 por ciento. Sus jornadas laborales superan las 48 horas semanales, y su trabajo se desarrolla a un ritmo exhaustivo.
Una vez confeccionadas, las prendas se envían a las tiendas, donde una dependienta las coloca, perfectamente dobladas, sobre una estantería de diseño. “El retail de esas tiendas es tan excelente que hace que el punto de venta parezca un santuario del lujo”, dice una diseñadora que prefiere mantener el anonimato. La publicidad y los medios de comunicación logran que los productos que son fruto de una industria injusta, explotadora y contaminada parezcan muy “cool”.
A pesar de la coyuntura económica, las estadísticas de la industria de la moda muestran una tendencia alcista en el consumo. Según los datos de modaes.es, en 2015 las españolas y españoles gastaron 557.7 euros de media en productos de moda, un 1.87 por ciento más que el año anterior, copando un 5 por ciento de su presupuesto.
La diseñadora que trabaja en España para proveedores de Inditex, -la compañía textil más grande del mundo, con una facturación anual de 20.900 millones de euros (casi 500 millones de pesos)-, cuenta que la industria es, también, pobre por dentro. La trabajadora explica que un autobús lleva a las empleadas a las oficinas que están en las afueras de Barcelona: “Parece un enjambre de abejas”. Allí, un conglomerado de proveedores “vomita” sus patrones y estampados con la esperanza de venderlos, en un clima de durísima competencia. “He visto a proveedores salir llorando de esas salas”, confiesa la diseñadora. Dentro de la industria no hay calidad laboral y nadie dura mucho tiempo.
Ante estas críticas, se alzan voces que niegan la explotación. El autor del libro Out of Poverty: Sweatshops in the Global Economy, Benjamin Powell, defiende la moralidad de esas fábricas en el documental “The true cost” (2015). Para este defensor del libre mercado, las trabajadoras de esas fábricas tienen un trabajo gracias a empresas occidentales. “Son lugares en los que la gente elige trabajar, entre un conjunto de malas opciones”, declara Powell.
Ese es el mismo alegato que usan las corporaciones líderes en el textil para defenderse de la crítica social. “Las empresas no benefician a la trabajadoras sino que se aprovechan de su necesidad de empleo y de su pobreza”, explica Laura Muixí. Tal y como demuestran las investigaciones de la “Campaña Salarios Dignos”, el trabajo de esas mujeres perpetúa su pobreza. “Con los salarios que cobran, son y seguirán siendo pobres, ellas y sus hijas también”, añade. La responsable de la Campanya Roba Neta tiene claro que estos fenómenos empresariales de éxito no son posibles sin la explotación de las empleadas.
INDUSTRIA CONTAMINANTE
Las consecuencias de este ejercicio empresarial no son sólo insostenibles en el ámbito social, también impactan en el medioambiente. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, después de la del petróleo. El uso de fertilizantes y pesticidas nocivos para el cultivo intensivo de algodón transgénico tiene consecuencias devastadoras sobre la salud de los agricultores y las agricultoras y de las comunidades vecinas.
Según un estudio de Greenpeace, China y la India son los países con mayor producción de algodón de todo el mundo. El análisis de la organización ecologista señala el posible impacto que el empleo de ese tipo de algodón tiene sobre la salud y el medio ambiente. La ecofiminista india Vandana Shiva denuncia en el documental “The true cost” los casos múltiples de cáncer, malformaciones o discapacidad psíquica que sufren las personas en su país.
LEGISLACIÓN NO VINCULANTE
Las condiciones insalubres de producción de textil se suman a la inseguridad de las trabajadoras en las empresas. El derrumbamiento de Rana Plaza que tuvo lugar en Blangladesh el año 2013 y que acabó con la vida de mil130 personas desató el escándalo público. “Llevábamos ocho años trabajando en un acuerdo para la seguridad de las fábricas en Bangladesh antes de que ese desastre ocurriera”, cuenta Muixí.
A partir de este desastre, se generó el Acuerdo para la seguridad en edificios y contra incendios en Bangladesh, una normativa vinculante para que las fábricas y las marcas que las subcontratan garantizaran la seguridad de sus trabajadoras en esos edificios.
Pero, según Muixí, quien pertenece al grupo de observadoras del acuerdo, pese a que algunas empresas como H&M trabajan en una mayor transparencia después de las presiones recibidas, estas medidas no se están cumpliendo. Los propietarios de las empresas se lavan las manos. “Alegan que no pueden controlar lo que sucede en esos lugares porque no son dueños de la mayoría de fábricas que trabajan para ellos, sino que subcontratan a los proveedores”, apunta.
Actualmente, solo la ONU, mediante sus principios rectores de empresas y Derechos Humanos, y la Organización Internacional del Trabajo, a través de las convenciones, regulan los códigos de conducta de las empresas. Pero esas normas son de carácter voluntario, recuerda la experta: “No hay ningún marco legal internacional vinculante para las empresas”.
Las transnacionales tienen el poder de elegir dónde se fabrican sus productos. Exigen a sus proveedores precios muy baratos. Les amenazan con llevar su producción a otro país si no cumplen con los requisitos económicos y los plazos de tiempo. Ante esta situación, los Gobiernos miran a otro lado. La responsable de Campaña Roba Neta explica que casi todos los Estados tienen establecidos salarios mínimos legales, pero que, para atraer la inversión extranjera, los reducen por debajo de los límites de subsistencia.
VARIAS ALTERNATIVAS
Las consumidoras pueden participar activamente en la denuncia de las prácticas de la industria de la moda. Convertirse en activistas y hacer presión a las empresas es una manera, otra es hacerse preguntas cuando queramos comprar ropa: ¿Lo necesito?, ¿cómo puedo satisfacer esa necesidad? Comprar es una opción, pero hay otras como reparar lo que tenemos o tomarlo prestado.
Pero la moda está muy vinculada a la apariencia física y a cómo las personas se muestran al mundo, sujeto a una dictadura de la estética. Las marcas venden que una chaqueta no tiene la simple función de abrigar, sino que es un distintivo de estatus, que está vinculado a la identidad. Por eso, crean un “branding” poderoso que interpela a quien consume a esas personas que prestan atención a su vestuario porque entienden que la moda transmite quiénes son. “Puedes comunicar que te preocupan las personas y el respeto a sus derechos humanos”, dice Laura Muixí.
Sònia Flotats, periodista especializada en cuestiones medio ambientales y socia fundadora de Moda Sostenible Barcelona, que además escribe el blog soGOOdsoCUTE, considera que la opción sostenible es apasionante para las personas a las que de verdad les gusta la moda. “Es muy fácil ir bien vestida si te compras ropa cada dos por tres. Si de verdad te gusta la moda, enfréntate a ella, aprende a combinar lo que tienes”, interpela. La periodista explica que se puede conseguir mucho, con pequeños hábitos: “Yo empecé a introducir, poco a poco, cambios en mi vestimenta. Combinaba texturas y colores, y me preguntaba qué había de sostenible en lo que llevaba puesto”.
También se puede introducir alguna prenda sostenible pero muchas personas creen que esa ropa es demasiado cara. “La ropa sostenible no es cara, es al revés, el producto de la fast fashion es barato. Nos hace pensar que todo tiene que valer poco y el precio que se paga por ello es alto”, desmiente Flotats.
Según la propia experiencia de la periodista, llevar ropa sostenible sale más barato. “Compras mucho menos, aprovechas lo que tienes, cambias ropa con otra gente, adquieres prendas de segunda mano y, cuando puedes, te compras alguna prenda sostenible y bien tratada, hecha por personas que no están siendo explotadas”.
*Artículo retomado del portal de Pikara Magazine
17/KM/GG
