fundamentalismos
FEMINISMO
Firman Declaración Política en Montevideo, Uruguay
Que gobiernos cumplan los compromisos de Conferencias Regionales: feministas

Los países de América Latina y el Caribe enfrentan retrocesos democráticos por el ascenso de gobiernos que profundizan y expanden modelos económicos extractivistas que causan pobreza y exclusión de las mujeres; y un auge de ideas fundamentalistas que aluden a una “ideología de género” para frenar las luchas feministas por la igualdad, coincidieron mujeres que participan en la XIII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.
Reunidas en un foro feminista en Montevideo, Uruguay, las mujeres firmaron la Declaración Política en la que exigen a los gobiernos de la región, cumplir sus compromisos en materia de igualdad sustantiva, democracia paritaria y justicia.
Señalaron que los retos que enfrenta en este momento el movimiento feminista se agudizan ante un contexto de desigualdad y crueldad, que se ejemplifica con una cultura permisiva con las distintas formas de violencias contra las mujeres, el aumento del embarazo y maternidad forzada en niñas, el feminicidio y los crímenes de odio.
Ante estas problemáticas las mujeres exigieron cumplir con los compromisos asumidos en las Conferencias Regionales para la igualdad sustantiva, la democracia paritaria y la justicia; que las leyes y políticas públicas reconozcan la identidad de género de las personas trans; y un alto a las violaciones “correctivas” a las mujeres con orientación sexual distinta a la heterosexual.
En materia de salud, pidieron que se reivindique el derecho a decidir sobre sus cuerpos, que se garantice el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, a servicios de atención a la salud reproductiva, a métodos de reproducción asistida y anticonceptivos modernos, incluida la Anticoncepción de Emergencia, así como la implementación de leyes y políticas de educación integral de la sexualidad.
En su Declaratoria también exigieron que niñas, adolescentes y jóvenes, sean reconocidas como sujetas de derecho, que se promueva y garantice su participación política y social; medidas para erradicar la discriminación, marginación y exclusión que enfrentan las mujeres con discapacidad; el fin a la trata y garantías para el “trabajo sexual”.
Sobre la injerencia religiosa en el Estado y en las políticas públicas las firmantes señalaron que la laicidad debe ser un principio rector de las democracias; pidieron que se reconozca la desigualdad estructural, que la política fiscal tenga un enfoque de género y que se escuche el llamado urgente a tomar acciones para erradicar las violencias contra las mujeres.
“Es hora de garantizar nuestras vidas, de evitar que continúen asesinándonos en todo el continente. Nuestras voces seguirán clamando #NiUnaMenos, #VivasNosQueremos”, dice la Declaratoria.
Finalmente las feministas de la región expresaron su solidaridad con las mujeres, niñas y adolescentes colombianas así como con toda una nación que lucha por alcanzar la paz tras más de 50 años de conflicto armado.
16/AGM/LGL
DERECHOS HUMANOS
Lydia Cacho Plan b*
La guerra santa contra la diversidad

Durante veinte años he investigado, estudiado y documentado casos de violencia intrafamiliar, de abuso sexual contra niñas y niños (menores de 18 años) de pederastia y pornografía infantil.
Las cifras no mienten, 96 por ciento de los casos de abuso infantil es cometido por personas heterosexuales: madres, padres, tíos, abuelos, hermanos, profesores, sacerdotes, obispos, vicarios, políticos, pastores. No hay un sólo dato científico que demuestre que los hombres homosexuales y las mujeres lesbianas sean abusadores; nadie ha podido demostrar que las personas que aman a otras de su mismo sexo vayan por allí promoviendo un cambio de preferencias sexuales.
Los mitos se basan en la fobia y el deseo de desacreditar moralmente a los otros por pensar y sentir de forma diferente a la tradicional cristiana. Contrario a lo que sucede con el mundo gay (que no pretende imponer su forma de vida a nadie, sino simplemente ser reconocidas como personas dignas), una corriente ultraconservadora ha salido a las calles a intentar someter a toda la población a su propia ideología: la guerra santa contra la diversidad.
Cito la encíclica del Papa Benedicto XV “La experiencia ha mostrado muy bien que cuando se desvanece la religión, la autoridad humana se tambalea…Cuando los gobernantes del pueblo desdeñan la autoridad de Dios, la gente deprecia, a su vez, la autoridad de los hombres. Queda, es cierto, el recurso habitual de la supresión de la rebelión por la fuerza ¿pero con qué sentido? La fuerza somete a los cuerpos de hombres, pero no sus almas”.
Todo parece indicar que frente a los cambios sociales que amplían las libertades y reivindican los derechos con mayor pluralidad, cientos de miles de personas religiosas quieren, como lo propuso el Papa, someter el alma y la vida sentimental de toda la población a las creencias bíblicas. Cuando Ernesto Campos, vocero del frente Nacional de la Familia dijo a la prensa de Sinaloa “Que ellos le llamen como ellos quieran, pero no familia, porque la familia para mi es un hombre, una mujer y sus hijos, porque es lo establecido en la Biblia y en la política también está establecido”. Insultar y descalificar a quienes han salido a las calles a defender sus principios religiosos es una verdadera pérdida de tiempo y otra forma de intolerancia. Más interesante es comprender que hay millones de personas en México que aprovechan estos momentos históricos, como la legislación sobre la diversidad familiar y los matrimonios igualitarios civiles, para manifestar su resistencia y su miedo a perder la certeza que les da su visión del mundo sobre la heterosexualidad patriarcal.
Detrás de este movimiento subyacen muchos miedos, fobias y resistencias, las entrevistas con manifestantes pro-vida en todo el país tienen una constante: la misoginia patriarcal tradicional, el hombre, macho, masculino, proveedor como eje y líder de la familia, la mujer como fiel madre-esposa, educadora al servicio de los otros. Subyace un miedo ancestral frente al reconocimiento de que millones de personas han decidido no etiquetar su vida amorosa-familiar de forma convencional, son honestas consigo mismas y con sus parejas y familias; están cambiando el mapa original de las formas amorosas humanas y despiertan resistencias sociales que van desde la descalificación hasta la virulencia mortal.
Para muchos esta diferencia ideológica parece insalvable en términos de opinión personal, de allí que sea el Estado el verdadero responsable de establecer la protección de los Derechos Humanos y la diversidad. Este colectivo puede, ingenuamente, apropiarse de la palabra familia como sinónimo de heterosexualidad patriarcal, lo que no puede, aunque lo intente, es imponer su ideología religiosa a 122.3 millones de habitantes. A diferencia de este movimiento conservador, quienes nos pronunciamos por la diversidad familiar y la igualdad de derechos comprendemos que hay familias heterosexuales (la mía lo ha sido siempre) y que eso está bien, pero no todas deben serlo por decreto de terceros.
Si algo entendió Benito Juárez fue que la Iglesia había sido responsable durante siglos de facilitar legitimidad al Estado y mantener a la ciudadanía acotada a partir de la teología y una serie de rituales que propiciaban la subordinación, la docilidad y la lealtad para el Estado paternalista; por eso el Estado laico es la piedra angular de nuestra democracia que implica someternos a la ley y no a la obediencia mitológica selectiva.
Los colectivos Pro-Vida y otros conservadores tienen pleno derecho a jugar sus reglas dentro de su familia, a lo que no tienen derecho es a imponer sus creencias y mitos religiosos a la mayoría a partir de su miedo e ignorancia sobre la vida de las y los otros. Hay detrás de este movimiento un impulso autoritario, una obsesión por someter a los otros a los designios teológicos que ellos han asumido como verdaderos; para ellos la diversidad humana es el enemigo a vencer, por eso es una guerra perdida.
* Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
16/LCR/LGL
POBLACIÓN Y DESARROLLO
XIII FORO INTERNACIONAL DE AWID
Necesario incluir todas las voces de mujeres para avanzar por la igualdad
Feminismo debe enfrentar fundamentalismos y modelo económico

Uno de los grandes retos que tiene el feminismo es encontrar estrategias para hacer frente al modelo económico y a los fundamentalismos, afirmó la activista e indígena nicaragüense, Myrna Cunningham.
En entrevista con Cimacnoticias en el contexto del XIII Foro internacional organizado por la Asociación para los derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID), que se realiza desde ayer y hasta este 11 de septiembre en Brasil, afirmó que uno de los grandes temas es el modelo de desarrollo extractivista, orientado hacia el mercado y que impacta en los territorios, las tierras, los recursos naturales y afecta a los pueblos.
La también integrante del Movimiento de Mujeres Indígenas a nivel global aseveró que si las mujeres quieren transformar la humanidad en países donde cada vez hay más fundamentalismos, no deben dar soluciones cosméticas sino ofrecer respuestas integrales que aborden los problemas estructurales que afectan a mujeres y hombres.
Cunningham, destacada por ser la primera médica en Nicaragua, ex diputada en su país y asesora de la ONU en cuestiones indígenas, aseguró que en un contexto de opresión como éste es importante que el movimiento feminista pueda nutrirse de las distintas voces de mujeres, tanto indígenas, afrodescendientes, con discapacidad o del movimiento LBGT, quienes esta semana se dan cita en Brasil.
“Creemos que si seguimos luchando cada uno asilado en nuestro propio espacio, pues no vamos a poder lograr los cambios estructurales que se requieren”, destacó la activista.
En opinión de Cunningham, ninguna posición vista de una forma desarticulada da una respuesta a los retos del feminismo, “lo que nosotros estamos diciendo es que necesitamos hacer análisis más integrales cuando abordamos distintos problemas y necesitamos involucrar a distintas voces, a distintos movimientos”, expuso.
Como ejemplo argumentó que las mujeres indígenas se plantean transformar sus pueblos para que todas las personas sean sujetas de derechos, pero ese cambio requiere la participación de mujeres y hombres,
“Si queremos transformar la humanidad, pues debemos de luchar en conjunto mujeres y hombres, lo que no debemos de creer es que el feminismo lo vamos a cambiar sólo con incluir a los hombres”, dijo.
Y es que, sin mencionar la campaña de ONU Mujeres, que bajo el lema HeForShe hace un llamado a la comunidad para incluir a los varones en la búsqueda por la igualdad, durante las discusiones del Foro algunas personas dijeron no estar de acuerdo con que la solución a los problemas que enfrenta la población femenina sea incluyendo a los hombres.
Agregó además que los cambios culturales que buscan aquellas mujeres que pelean por los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad, las oportunidades de trabajo, y otras causas, no se logra si no hay canales de comunicación con los gobiernos que juegan un papel importante en las transformaciones estructurales.
Sin embargo acotó que hoy por hoy los gobiernos están fuertemente afectados por el modelo económico, los nacionalismos, los tratados de libre comercio, y eso –dijo– impacta en la tarea que tienen por el reconocimiento de los Derechos Humanos y especialmente de los derechos de las mujeres.
16/AGM/LGL
