feminista
DERECHOS HUMANOS
ENTREVISTA
Epsy Cambell: pasión que rompe esquemas

De acuerdo con la definición de María Molliner, una persona transgresora es aquella que comete una transgresión. Es decir, que desobedece una orden.
Las mujeres para vivir con dignidad y en libertad han tenido que ser transgresoras, romper patrones de obediencia, del deber ser. Transgresoras de los cautiverios impuestos para mantenerlas en la obediencia del mito de la feminidad.
Algunas han hecho de la transgresión individual una transgresión social para allanar el camino de sus hermanas. De ellas, quienes han decidido hacer de la arena pública un espacio de construcción de libertades, es que surge esta sección.
Usando la entrevista daré voz al proceso de transgresión en cualquier ámbito y en cualquier lugar del mundo.
* * * *
A propósito del proceso electoral realizado ayer en Costa Rica, en una segunda ronda electoral donde resultaron electos como Presidente Carlos Alvarado y como vicepresidenta la política y economista Epsy Campbell Barr, reproducimos la entrevista realizada en 2015 previo al proceso electoral de febrero de 2016 donde Epsy Campbell buscó la candidatura presidencial –sin lograrlo– como parte de las filas del Partido Acción Ciudadana (PAC), principal fuerza política de oposición y de la que fue dirigente de 2005 a 2009.
Ella será la Vicepresidenta de Costa Rica,convirtiéndose así en la primera mujer afrodescendiente en América Latina en llegar a este cargo, mismo que ocupará durante 4 años. A continuación la entrevista.
Su nombre no es desconocido en Costa Rica, tiene trayectoria y proyecto: es Epsy Campbell Barr, política a toda prueba que se autodefine como ciudadana del mundo. No logró la candidatura presidencial por su partido al quedar en tercer lugar en la elección interna.
A Epsy la conocí en 2008 durante la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer en Quito, Ecuador, y cuyo tema fue la paridad.
En esta entrevista ella nos habla sobre su proceso personal para ser quien es y su concepción de la política.
–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo te defines?
–Epsy Campbell (EC): Soy afrocostarricense. Siempre me denomino como ciudadana del mundo por derecho propio. Activista de Derechos Humanos de toda la vida, política activa de mi país, vinculada a todo el proceso de los pueblos y mujeres afro.
–LLH: ¿Cómo llega Epsy a la política?
–EC: Tiene que ver con la esencia misma del lugar donde una parte. Vengo de una familia donde me enseñaron que los derechos no había que reclamarlos sino tomarlos porque eran propios.
“Desde que me acuerdo estoy de activista. En mi casa, donde éramos cinco mujeres y dos hombres, mis hermanos tenían algunos privilegios que me parecían inaceptables. Lo mismo en el colegio que en la universidad me involucraba en la defensa de aquello que me parecía injusto.
“Soy una más de las personas que piensa que las cosas no están bien y que hay que hacer algo para mejorarlas, que no se vale con pensar que esto se resolverá con lo que otros están haciendo. Hay que dar los pasos que nos toca. Desde que me acuerdo estoy vinculada con otras personas para tratar de modificar la injusticia en términos generales.
“Soy afrodescendiente en una sociedad que se cree muy blanca, europea; entonces siempre había una necesidad de reafirmar quien era yo, quienes éramos nosotros, tener referencias históricas de lo que implica ser afrodescendiente después de procesos de una negación de nuestra ciudadanía.
“Por eso me metí al activismo como algo natural; la vida misma me llevo a luchar por lo que consideraba injusto, con pasión. Me considero una mujer apasionada de lo que hago, siento el dolor ajeno como mío, tratando de mirar cómo transformarlo.
“No había querido entrar a algún partido político porque tengo la certeza de que para transformar la sociedad uno lo puede hacer desde cualquier lugar. Sin embargo me vino como suave, no soy la típica mujer que tuvo que romperse el pecho para tener un puesto de poder formal; por mi activismo político me invitaron a estar en una papeleta (boleta electoral) y fui diputada en 2002.
“Cuando me metí en la política tenía una antecesora diputada, me llamó y me dijo: ‘Tu carácter en la política formal te va hacer fracasar porque hablas muy fuerte, muy directa y una política a veces hay que hacerla por detrás’.
“Y recuerdo que le dije: ‘Ah, entonces voy a ser un fracaso porque soy de las que creen que la política hay que hacerla por delante, que no voy hacerme más chiquitita de lo que soy’”.
–LLH: Tampoco fuiste una legisladora “típica”.
–EC: Decidí meterme en los temas más duros como la economía, pues soy economista de profesión. Decidí defender los derechos de las mujeres desde la Comisión de Presupuesto, en la Comisión Nacional, en los impuestos, etcétera. Así me convertí en interlocutora de muchas personas en el país, lo cual me dio una enorme visibilidad.
“Más que competencia, pensé en esa visión humana de lo económico, por ello pienso que el lugar al que he llegado tiene que ver conmigo misma y con la gente a la que represento. Mi lugar no sólo tiene que ver conmigo, sino con las personas que represento.
“Esto tiene que ver con mi identidad, ser mujer, que es la identidad mundial más discriminada, más lastimada. Por eso yo me defino como de la identidad síntesis. Una es una sola cosa con diferentes matices, no es que una sea primero afrodescendiente y luego mujer, no, soy mujer afro, soy parte de los pueblos afros y hablo desde ahí, pero también levanto la voz por las y los niños, las personas que están en la calle, de cualquier color, pues parece que nadie los ve y seguimos actuando como si todo estuviera bien”.
CREAR AL PODER COLECTIVO
–LLH: ¿Cuál fue tu experiencia electoral, tu balance de ese proceso?
–EC: En 2006 fui candidata a la Vicepresidencia de Costa Rica de un partido que quedó a menos de un punto de quien ganó las elecciones.
“Mucha gente me presionó para que fuera candidata a la Presidencia; estaban convencidas que asumir la candidatura a la Vicepresidencia era un error. Estoy convencida que no fue así. No voy a decirte que desde chiquita quise ser presidenta ni nada por el estilo, de lo que sí estoy convencida es de la construcción de un poder colectivo.
“Cuando decidí ser candidata a la Vicepresidencia, con todas esas voces alrededor, me dí tiempo para pensar en las razones del por qué no a la candidatura presidencial. Y una de las razones es porque el manejo del poder en los partidos políticos se vuelve una lucha individualísima; el razonamiento que suele hacerse es yo por ser yo la que tiene que ser, y no creo en eso. Quería entrar en un proceso interno que nos fortaleciera, que sumara fuerza. Teníamos como candidato al fundador del partido (Ottón Solís).
“Cuando una está tratando de crear un poder colectivo y no individual, tiene que consultar con otras personas, con gente cercana, pues estoy convencida que esa colectividad es lo único que te da posibilidad de acertar o por lo menos equivocarte menos.
“Así, hecha política, desde un ejercicio colectivo, pregunto a mis hermanas, a mis amigas en Costa Rica, a mis amigas internacionales, así tomé la decisión de quedarme como candidata a la Vicepresidencia, buscando otras voces distintas. Ya en la campaña estaba clara que no entraría a la lógica de conseguir votos con promesas incumplidas”.
–LLH: ¿Cómo sobrevives en una ambiente tan individualista?
–EC: Como hemos dicho las mujeres que estamos haciendo las cosas para transformar la sociedad, los imaginarios colectivos, las relaciones de poder, también apostamos a transformar la política y la transformación de la política sólo se hace transformándola.
“Claro que viví serruchadas de piso, pero siempre tuve un equipo a mi lado. Recuerdo que en mi primer año de diputada (2002) me declararon la mejor; este es un proceso que hace la prensa de mi país, una evaluación de tu año de trabajo como legisladora, esa declaratoria se hace en diciembre, cuando estamos en receso.
“Yo pensé: ‘Cuando regrese todo mundo en la Asamblea Legislativa me van a felicitar. Pero cuando entré, después del receso, el ambiente se cortaba con cuchillo; la gente no me volteaban ni a ver y recordé lo que me dijo el periodista cuando me entrevistó: ‘¿Usted sabe lo que esto significa?’. Yo contesté: ‘Es un reto más’. ‘No, ahora usted tiene 56 enemigos (la asamblea tiene 57), porque todo mundo cree que ese lugar se lo merece’, me dijo.
“Mientras la visión que permanezca en la política sea la del poder desde el individualismo y no desde la construcción colectiva, esto seguirá pasando.
“Por ello tenemos que entender que el ser representante y cuando no lo somos es una transición a lo mismo. Que somos depositarios del poder y que el poder no nos pertenece, sino que lo estamos utilizando en función de la representación de las otras y los otros.
“Sobrevivo en la política, porque cuando salgo a cualquier lugar y veo todo lo mal que está, recuerdo por qué estoy aquí, porque quiero que en mi país la gente, toda la gente, viva dignamente”.
NECESIDAD DE ALIANZAS
–LLH: ¿Qué tan fundamental es hacer pacto? ¿Cómo se construyen? ¿En qué se deben cimentar?
–EC: Nuestro punto de partida es reconocer que la sociedad es diversa. Reconocer que no todos ven las situaciones como yo las veo, ni piensa como una; si fuera así sería muy fácil. Para lograrlos –los pactos– es necesario equiparar los poderes que han sido desiguales.
“Nuestra fuerza –como políticas– son las alianzas. Nuestra capacidad de tejer alianzas con las personas más diversas en momentos determinados, alianzas que nos permiten avanzar. Acumular poder significa acumular capacidad de hacer alianzas y pactos con los otros.
“Porque el poder no se posee en la persona en sí misma. Cuando a vos te empiezan a respetar es porque tienes la posibilidad de avanzar un punto y luego el otro con la gente más diversa.
“Esas alianzas hay que trabajarlas sobre las coincidencias, darte cuenta que tú siempre estás tratando de evangelizar para que piensen como tú y no siempre lo logras, y hay otras que están tratando de evangelizar para que pienses como ella y tampoco siempre lo logran.
“Entonces, la gran capacidad de las mujeres es mirar en qué puntos puedes avanzar con otras mujeres, en qué puntos puedes avanzar con hombres, con los de tu partido, con los que no son de tu partido. Cómo ir generando fuerza.
“Para avanzar se requiere un pacto entre diversas; entre mujeres con diversas realidades y perspectivas. Desde la perspectiva que nadie tiene la realidad absoluta. Donde negociar es ceder. Quien piensa que la otra va aceptar todo, pero ella no va aceptar nada de la propuesta del otro, está perdido. Hay que entender que el poder se construye, no se tiene por definición”.
–LLH: ¿Cuáles son tus límites?
–EC: Yo tengo como el desafío de llegar hasta donde la vida misma me lo ponga. Soy una mujer que perdió el miedo gracias a otras que caminaron antes que yo, que tuvieron que enfrentar la vida. Entonces quienes tenemos oportunidades como las que he tenido, tenemos que buscar transformar esas condiciones de desigualdad y discriminación.
–LLH: ¿Qué no harías?
–EC: No sé, es una pregunta muy complicada. No me lo he preguntado. Estoy convencida que si me equivoqué no fue por no pensarlo sino por mal concepto. Una no puede arrepentirse de las decisiones que toma por error. En este momento, de las cosas grandes de mi vida que me han hecho ser quien soy, hago el repaso y no me arrepiento de nada.
–LLH: Cuando te vas a dormir ¿cuál es el último pensamiento?
–EC: En general me voy a dormir con la sensación de la tarea cumplida del día.
“Una vez que estaba en un lugar comentando lo que iba hacer, una señora se me acercó y me dijo: ‘Epsy ¿usted cree que va a cambiar la política?’.
“Entonces me acordé de un cuento que me contaron de chiquita. La historia del colibrí. El bosque se estaba quemando y el colibrí tomaba una gotita de agua y la ponía en las llamas, y todos los demás animales se reían de esa acción del colibrí.
“Entonces el elefante le pregunta: ‘¿Y usted qué cree que está haciendo? No ve que el bosque ya se acabó’. Y el colibrí le contestó: ‘Yo estoy haciendo mi parte, si todos estuviéramos haciendo nuestra parte seguramente no habría incendio’.
“Le respondí a la señora: ‘Yo por lo menos estoy haciendo mi parte, si todos hiciéramos nuestra parte y estuviéramos convencidos que podemos cambiar la política ya lo hubiéramos cambiado, pero yo no me voy a esperar a que otros se convenzan para empezar a hacer la parte que me toca’.
“Nadie es indispensable en la vida, ni en la política ni en nada, pero cuando una siente que puso su granito de arena hay una satisfacción para poder dormir y acumular fuerza para iniciar el día siguiente”.
–LLH: ¿Qué le dirías a las nuevas generaciones?
–EC: Pienso que a mis hijas y a todas las generaciones hay que decirles dos cosas: hacer todo lo posible para ser feliz y hacer todo lo posible y un poco de lo imposible para contribuir con la felicidad de las demás personas, principalmente para quienes ni siquiera la felicidad es un concepto.
–LLH: Si alguien escribiera tu biografía ¿qué te gustaría que se escribiera sobre ti?
–EC: Lo que me gustaría es que escribieran la pasión que tengo por vivir la vida y por transformar la vida.
Recuadro
Epsy Campbell Barr nació el 4 de julio de 1963. Fue candidata a la primera Vicepresidencia de Costa Rica en 2006. Diputada del Partido Acción Ciudadana (PAC) de 2002 a 2006. Jefa de bancada de 2003 a 2006. Presidenta del PAC de 2005 a 2009.
Fue Coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas; coordinadora del Foro de Mujeres para la Integración Centroamericana (1996-2001); integrante de la Alianza de Pueblos Afrodescendientes de América Latina y el Caribe; fundadora del Centro de Mujeres Afrocostarricenses; consultora nacional e internacional en temas como empleo, desarrollo de los pueblos, comunidades y mujeres afrodescendientes, e integrante del Parlamento Negro de las Américas.
En varias encuestas, tanto de empresas privadas como de la Universidad de Costa Rica ha mantenido siempre una alta popularidad y es una de las figuras más reconocidas de la política costarricense.
El 16 de febrero de 2009 oficializó sus intenciones de ocupar la silla presidencial, pero quedó en segundo lugar en la elección interna del PAC.
Twitter: @lagunes28
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
FEMINISMO
"Saber es comprometerse a que cambien las cosas”
Fallece la feminista María del Carmen Elu Cayado

El día de hoy falleció en la Ciudad de México, una feminista emblemática que dedicó toda su vida a mirar a otras mujeres; las sin voz, aquellas que morían solamente por dar a luz: María del Carmen Elu Cayado.
Para muchas personas, las mujeres que mueren durante el embarazo parto o puerperio sólo son cifras, números que engrosan la estadística, pero para María del Carmen Elu Cayado eran rostros y voces que han callado, que han desaparecido, y cuyas muertes se pudieron evitar: desencuentro cultural, relaciones de poder y no respeto de las mujeres han contribuido a cavar sus tumbas.
Elu Cayado, fue doctora en antropología social. Dedicó su vida a hacer visible la injusticia en la que viven las mujeres al ejercer su derecho a ser madres. "Saber es comprometerse a que cambien las cosas, saber es hacer que no siga pasando, saber es detener el dolor", fue su consigna de vida.
En los años 60 aún no se hablaba de género, apenas se empezaba a ver cómo las mujeres ejercerían la ciudadanía y Maricarmen Elu, como también se le conocía, ya estudiaba las relaciones de poder en la pareja. Feminista o no feminista, como la calificaban las mujeres organizadas en la reivindicación de los Derechos Humanos de las mujeres, apostó a vivir en libertad.
Muchos años de su vida los dedicó a darle sustento teórico a salvaguardar la vida de las mujeres.
Su tesis doctoral, “La Luz Encarnada”, fue para darle sustento a aquello que las autoridades y los pueblos no querían ver: que la muerte materna significa el respeto y valor que tienen las mujeres para los gobiernos, porque son muertes que se pueden evitar con recursos mínimos. Sin embargo, en México continúa pasando.
"A mí me meten en eso las mujeres que se mueren, escuchar la voz de las hijas y los hijos, y me obliga a darles voz. En el premio Zazil de Avon me dieron 100 mil pesos y 90 fueron para las parteras y 10 para comprarme el vestido de noche para recibir el premio que fue entregado en un lugar muy elegante. Cuando me tocó hablar agradecí el premio y dije: nunca pensé que un lugar como éste tenía que dar voz a las mujeres que mueren por ser mujeres y ser pobres".
“Como parte de las investigaciones realizadas en el libro ‘Mujeres que hablan’, yo percibía que las mujeres no tenían voz pública, porque no son escuchadas. La idea era dejar que las mujeres hablen y hagan públicos los problemas que viven, acompañarles en el camino de la búsqueda de la igualdad y el respeto".
A ello dedicó su vida María del Carmen Elu Cayado. Hija de un agricultor vasco llamado Heriberto Elu y de una ama de casa cubana llamada María Luisa Cayado. Nació en Bilbao, España, por un error geográfico, dice ella.
Su madre, María Luisa, decidió que Maricarmen no estudiara bordado o piano, ella iría a la escuela porque llegaría a la Universidad. Y así lo hizo. Migró a los 15 años a Cuba con su familia.
A los 8 años de edad, hacía el trayecto de Bilbao a Sodupe, el pueblo de sus abuelos, donde la mano firme y dulce de ellos le enseñó a ser libre. "Yo tenía mi pedazo de río para pescar camarones, tenía permiso de andar por donde quiera, sólo llegaba a la merienda y todo el día desaparecía".
Su llegada a Cuba marcó el inicio de una nueva aventura, donde se encontró como en espera, para regresar a ver a sus abuelos o algo más. Y ese algo lo encontró en una conferencia de estudiantes universitarios católicos en El Salvador. Ahí, entre canciones con mariachis y flores en la mano, conoció a Luis Leñero, durante la disertación teórica. Tras dos años de noviazgo se casaron.
Extranjera en Cuba, María del Carmen Elu decidió, al lado de Luis, que vivirían en México a donde se dirigieron bajo el argumento de que "yo ya era extrajera en un país, no había porque ser los dos extranjeros".
Su llegada a México fue como recuperar la infancia. Los espacios llenos de luz, de montañas, la gente afable, la calidez de las personas, "A mí me pasó al revés de Cortés. Él salió de España, llegó a Cuba y conquistó México. Yo salí de España, llegué a Cuba y México me conquistó".
Desde el Comité Por una Maternidad Sin riesgos, el cual dirigió, pugnó cada día porque las mujeres no murieran, a veces como funcionaria, en los últimos tiempos desde el diálogo abierto entre la sociedad civil y los gobiernos.
Impulsora de iniciativas, aportó el elemento de las autopsias verbales para mejorar el registro de la mortalidad materna en México, que no existía.
Apoyó en la década de los 70 la implementación de la planificación familiar en las comunidades rurales y emprendió la campaña de "milagros" para sensibilizar al personal de salud en su trascendencia en la salud de las mujeres y las niñas y niños.
"Ustedes pueden decirle a los que no pueden caminar: levántate y anda. Está en esa vacuna de polio, ustedes hacen milagros".
Fundadora de la Red por la Salud de las Mujeres en Latinoamérica, la Red por las Mujeres en el Distrito Federal, y como asesora de la Organización Mundial de la Salud en el tema de la Salud Materna, Maricarmen Elu trabajó sin descanso.
"Como dice la canción, una piedra en mi camino me enseñó que mi destino.... es seguir trabajando para que las mujeres tengan voz, pero ya en otro lugar, este accidente en el que pude haber muerto solo aceleró la decisión tomada hace 4 años", dijo en alguna ocasión.
Maricarmen Elú, fue autora de más de 30 publicaciones sobre el tema de muerte materna e investigadora, Llevó a cabo desde 2003 el Programa Prevención de muerte materna en mujeres migrantes jornaleras agrícolas, en las entidades federativas de Oaxaca y Sinaloa, en la República Mexicana.
El Programa era dirigido a mujeres indígenas que trabajaban como jornaleras agrícolas con condición de migración circular entre estas dos entidades federativas.
El proyecto tenía como objetivo reducir la mortalidad materna a través de la instrumentación de un modelo de intervención que incluía la equidad de género, salud sexual y reproductiva, prevención y atención de la violencia familiar y derechos sexuales y reproductivos.
El Programa fue reconocido con el Premio Internacional por la Salud y la Dignidad de la Mujer ya que fortaleció al personal de salud, institucional y comunitario, para otorgar los servicios de salud materna basados en respeto a los derechos sexuales y reproductivos.
17/EC/LGL
QUINTO PODER
Feminismo y protesta

Es el feminismo por sí mismo una forma de protesta, es la lucha de las mujeres contra la falsa percepción de condición de inferioridad de las mujeres, que es de las ideas más antiguas que más cabida tienen en el imaginario colectivo.
En cambio lo que permanece ayer como hoy es esa misma conciencia de deseos de libertad y de justicia que mueve a las feministas a empatizar con las causas sociales, con la de obreros y obreras, con las de las clases más afectadas por las crisis económicas, y por supuesto en entender desde una óptica de “marginada social” a todas las poblaciones que habitan las periferias y los sótanos de la sociedad.
Históricamente las feministas han participado en los movimientos sociales más importantes para la búsqueda del voto, contra las guerras, en demanda de respeto, contra gobiernos capitalistas y neoliberales, por la protección al medio ambiente y muchas otras causas, y es mediante la protesta como se expresa la inconformidad.
No hay otra forma de hacer y de ser feminista si no es con la protesta, saliendo a las calles, manifestándonos y sumándonos a las realidades del país. No hay forma de decirnos o enunciarnos feministas si no va de por medio el cuerpo en la protesta y el activismo para expresar nuestras ideas, siempre lo fue así y así lo recuerdan las ancestras que lucharon por el voto, pero también las obreras que demandaban horarios y salarios más justos.
Fue el feminismo blanco de Inglaterra y Estados Unidos, el que protestó tomando los espacios públicos para exigir el voto femenino, conquista que no se lograría si no fuera por medio de la lucha organizada, las alianzas, las resistencias y memorables aliados. Ha sido el feminismo de Europa del Este el que luchó contra las guerras, el feminismo latinoamericano el que se opone al colonialismo y el neoliberalismo.
Es la invisibilización de los asesinatos de las mujeres en todo el mundo los que hemos tenido que salir a denunciar marchando, tomando calles a lo ancho y largo, exigiendo justicia y exigiendo que legisladores y gobernantes de todo el mundo y el país cumplan con su trabajo. No hay otra forma de decirlo, hemos denunciado al Estado feminicida y sabemos que es el Estado omiso el responsable y causante de los asesinatos de las mujeres.
No es solo la muerte a manos del agresor, del esposo, del atacante desconocido, es la forma pasiva con la que el Estado permite y alienta la violencia contra las mujeres y las niñas contra la que hemos protestado y es también ese empobrecimiento que se agudiza contra las mujeres la que tenemos obligación de denunciar.
La lucha feminista nos lleva a tomar conciencia de que el Estado empobrece a la población por la corrupción y la impunidad, que es el Estado con sus brazos opresores de Policía que salen a combatir ciudadanía armada con piedras pero que es incapaz de perseguir y poner un freno a los casos de feminicidio y a la narcopolítica que violenta a las mujeres.
Nos lleva a expresar conscientes que el Estado debería preocuparse por agudizar la pobreza de su población, en la que son las mujeres y las niñas las pobres entre las pobres, las que más padecerán de empleos mal remunerados, de no contar con seguros médicos y de que el dinero de un trabajo no alcance para la leche de sus hijas e hijos.
Que ese territorio llamado “nación” es la que recorren a diario las mujeres en calles oscuras sin vigilancia policial, donde no hay un peso invertido en cámaras y hay lotes baldíos en donde son asesinadas y sus cuerpos arrojados.
No, no se puede ser feminista sin tomar conciencia que salir a la calle a exigir justicia para las mujeres asesinadas es también un reclamo permanente al Estado feminicida que hoy asesta un nuevo golpe contra las mujeres y las niñas al encarecer su vida aún más con el alza a los combustibles y los alimentos.
Decir que los incrementos no afectarán a los pobres, tiene la malsana intención de generar ambientes de separación, separar a los pobres y las pobres, de quienes aún les queda algo de poder adquisitivo y pagan impuestos, equiparándolos a estos últimos como poderosos cuando en realidad los que se han enriquecido impunemente a costa del erario público son quienes tendrían que devolver el dinero que han robado a la sociedad.
Sí, es el feminismo y no se puede ser feminista de otra forma, sin el reclamo de que el empobrecimiento de las mujeres es también resultado de la corrupción de servidores públicos que se quedan con dinero que debía destinarse a la prevención de la violencia, y que son tan culpables estos como aquellas y aquellos que desconocen sus responsabilidades y las asumen por el pago que recibirán y para mantener posiciones políticas a costa de la vida de las mujeres y las niñas.
Las calles se quedan vacías para reclamar las injusticias contra las mujeres, somos pocas y lo sabemos, apenas el 24 de abril y el 25 de noviembre del año pasado en algunas ciudades se lograron reunir centenares, pero en general las protestas feministas son cada vez menos. Porque en teoría hay más feministas pero en las calles luchando y exigiendo justicia somos las mismas de siempre y cada vez menos.
Estamos solas no solo de los compañeros de izquierda o de otros grupos que no asumen que la nuestra, la lucha en contra de la violencia, es también una lucha contra el Estado opresor. Estamos solas porque incluso hay compañeras que no ven en las calles la lucha sino en un escritorio, como si ello cortara los pies para salir y hacer nuestras las protestas.
Necesitamos sí volver a ser como las feministas de antes, las ancestras que salían a las calles y ponían el cuerpo en la lucha de nuestro derecho a la educación, al trabajo, al voto, a la vida.
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
17/AC/KVR
FEMINISMO
LENGUANTES
Ay, Andrea…

“pero no dejes de ser la niña
que abraza todo lo que hay en sí”
Pedro Guerra
Cuando era niña fui usada como comodín para todos los eventos y competencias de mi primaria. Ustedes perdonarán la grandilocuencia que me habita al contar que me elegían para dirigir las ceremonias, llevar la bandera de la escolta o competir con otras primarias públicas en poesía y oratoria. Una vez hasta gané un mini maratón de mi primaria.
No teman, no hablaré –solamente- de mi niñez en esta columna. Lo que quiero decir con la introducción anterior es que muchas veces hablé frente a micrófonos repitiendo las cosas que creía eran importantes. De niña supe lo que era estar frente a todo un auditorio con adultos diciendo cosas sobre el país, y escuché una y otra vez que la niñez es el futuro.
En mi último año de primaria llegó el punk: menstruación, novio, chichis y un 5 en mi boleta porque #MalaConducta. Mi maestra Adriana no pudo tolerar algunas cosas que comenzaban a cambiar en mí y ahí supe, sin racionalizarlo, lo que era el machismo: ser niña significaba que a mí me restaría puntos hacer lo que mis amiguitos varones también hacían.
Las niñas en la educación escolarizada. Un temazo. Desde los uniformes con falda y zapatos que no te dejan correr hasta las políticas públicas que no dejan de ser una mezcla de neoliberalismo, patriarcado y adultocracia, todo envuelto en una cáscara dura de patriarcado. Cuántas niñas se tendrán que callar cuántas cosas en cuántas escuelas. Hablamos constantemente de cómo ellas enfrentan todas las opresiones y riesgos interseccionados.
Sin embargo, esta semana las redes se encendieron por una nota que nos daba algo distinto: una niña llamada Andrea había corregido al secretario de educación y con ello había desatado la ola de memes, videos y opiniones en redes correspondientes al tren del mame semanal.
Y es que es inevitable. Una audiencia respondiendo “¡Sí!”, emocionada, a todas las preguntas del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño; un paladín de la evaluación docente que con su modo déspota se ha dedicado a establecer una paranoia en torno a la planta docente mexicana con la mal llamada reforma educativa. Que sí, gritaba la audiencia cuando él se despedía con su demagogia, muy de mano de las y los niños que estaban atrás de él, cuando de pronto irrumpía la voz de Andrea, que no dejaba de ser respetuosa y dulce, sosteniéndose en la cinta del gafete para preguntar si podía decir algo y afirmar: “no se dice ler, se dice LEER”.
Entre las opiniones de redes, nos cuentan los siempre críticos sabedores de la lengua, que sí se pronuncia “ler”; otros nos dicen que fue clasista corregir a Nuño o que es discriminación decirle a alguien que hable bien.
También nacieron notas falsas donde, como siempre, la castigaron… esta obsesión de nuestra cultura machista por castigar a las niñas que se salen de la norma, por hacernos sentir miedo de la voz propia, de la voz de la niña que fuimos, que somos, o que con suerte volveremos a ser, aunque sea mediante notas falsas.
Las opiniones en torno a Andrea hablan mucho de lo que somos cada una de las personas que las emitimos. Algunos dicen que una niña humilló al secretario de Educación, quizá porque así aprendimos a leer el mundo, desde la humillación; otros dicen que Andrea es una niña con vocación de maestra y en fin, cada uno le da la carga de su propia formación al acto, pero de nuevo viene ella y en una entrevista nos dice que no era su intención humillar a nadie, pero que está preocupada porque el presidente y que las frases que inventa están un poquito ridículas.
Hay hechos que no necesitan mucha explicación. Hechos que cuando somos niñas nos son muy claros y nos aventuramos a señalarlos sin intención de humillar a nadie. A muchas, Andrea, nos regaló el recuerdo de ser esa niña, la que señala los errores sin intención de humillar a nadie, y que al ver la reacción lo aclara: yo no quiero humillarte, pero tengo que decir lo que pienso, lo que no me gusta, lo que me parece importante porque tengo voz y si estoy aquí, escuchándote, entonces también merezco ser escuchada.
En la opinión de quien escribe, esto es verdadera pedagogía. No porque Andrea se haya dedicado a corregir a Nuño, ni por la supuesta humillación en la que derivó su acto, sino por el hecho de dialogar desde un lugar aparentemente despojado de voz, con quien representaba a la autoridad en ese momento (además de ser un político clasista, recordemos que es un hombre blanco heterosexual, adulto y de derechas).
Los actos protocolarios en este país son ridículos por obligatoriedad proselitista. En ellos se muestra sin pudor la vena priísta de solemnidad ridícula y demagogia que nos heredaron los hombres que han gobernado siempre. Las y los asistentes, generalmente llevados ahí a cambio de promesas, desayunos, bienes materiales o amenazas, le otorgan al político en turno su presencia, su silencio y su miedo. Andrea no esperó a llegar a su casa o estar sola con sus amigos para decir que el secretario no sabía pronunciar, se lo dijo a la cara porque sabía que debía hacerlo.
Antes de hacerlo, sin embargo, Andrea se sostenía del gafete y preguntaba si podía decir algo. Es que ese instante previo a ser incómoda es de donde nacen a veces la creatividad, la crítica verdadera, el diálogo y hasta el feminismo. ¿Cuántas de nosotras nos hemos sostenido de lo que tenemos a la mano para decir lo que pensábamos? Andrea dijo poco, pero con esa frase nos recordó a muchas lo que implica usar la voz, abrazar todo lo que hay en nosotras mismas. Eso es el diálogo, eso es la frontalidad, eso es la pedagogía: una niña que nos cuenta su lectura del mundo.
Seamos más Andreas y menos Nuños.
*Cynthia Híjar Juárez es educadora popular feminista. Actualmente realiza estudios sobre creación e investigación dancística en el Centro de Investigación Coreográfica del Instituto Nacional de Bellas Artes.
16/CHJ/LGL
Participación Política de las Mujeres
CRISTAL DE ROCA
Reflexiones de una ciudadana común

Soy una ciudadana común. Común como las miles que no estamos cómodas con la incompleta ciudadanía que tenemos. Común como las cientos que trabajamos en distintos ámbitos para que todas las mujeres gocen y ejerzan una ciudadanía plena. Y desde mi común ciudadanía hoy quiero aplaudir de pie a otra ciudadana común y ejemplar.
Hace casi 20 años la teoría feminista me permitió comprender el sinsentido que implica que a las mujeres, sólo por nacer mujeres, se nos suprima o se nos regateen los espacios de poder. Y elegí la acción para cambiar y no la abnegación para soportar.
En esa ruta he conocido y admirado a varias ciudadanas. Una de ellas, María del Carmen Alanis Figueroa, recién termina su gestión al frente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Cuando en la década de los 70 se apostaba a que mientras más mujeres entraran al poder más pronto se cambiaría la condición y posición social de las mujeres, la realidad de los 90 demostraba ya que ni era tan fácil, ni era tan simple.
Entonces el debate fue (es): ¿sólo más mujeres o sólo mujeres feministas? Mi postura es: más mujeres. Punto. Porque defiendo el Derecho Humano de las mujeres a la mitad del poder. Pero en el camino apoyaré y reconoceré a las mujeres que hagan realidad el sueño feminista de la igualdad.
La inteligencia, trabajo, talento argumentativo, mirada estratégica, capacidad para forjar alianzas, firmeza, aunado al compromiso y entrega de María del Carmen Alanis mostraron, una vez más, que mujeres comprometidas con la igualdad cambian la historia de muchas mujeres.
Fue magistrada del TEPJF 10 años, de los cuales, cinco fue la presidenta. Y en esa década fue la única mujer entre seis hombres. Remar contracorriente seguro fue la constante más que la excepción.
Pudo formar un gran equipo de trabajo. Lo ha reconocido siempre.
Y también ha reconocido el importante papel que para construir paridad ha jugado la Red Nacional Mujeres en Plural, a la que pertenecemos. Pero esos ingredientes, sin su particular claridad, persistencia y resistencia no hubieran dado los resultados que hoy tenemos.
¿Y qué tenemos? En materia de derechos políticos tenemos los avances más significativos en seis décadas. Tenemos un nuevo horizonte y una nueva página en cuyo encabezado se lee: Paridad.
La contribución de María del Carmen Alanis fue esencial para comenzar a escribir esa página y deja buenos cimientos para seguir escribiendo.
Por si eso fuera poco, dejó abierta la puerta para prevenir, sancionar y erradicar la violencia política contra las mujeres. Siempre ha existido, pero ella fue fundamental para conceptualizarla y unir fuerzas institucionales para empezar a poner diques al respecto.
Dos mujeres conforman hoy la Sala Superior del TEPJF: Janine Otalora Malassis y Mónica Soto Fregoso. Y sin duda escribiremos más páginas de paridad, pues ambas están comprometidas con la igualdad. Pero ya hay ruta marcada. Y eso es mérito de María del Carmen Alanis.
Por eso ahora que terminó su gestión como magistrada, deseo hacerle un profundo reconocimiento. Mi ciudadanía, mi común ciudadanía, luce esperanzadoramente maravillosa en buena medida gracias a su trabajo. De modo que: Aplaudo de pie largamente.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com
*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.
16/CLT/LGL
VIOLENCIA
OSC promoventes de AVG deben incluir violencia sexual
Acoso y hostigamiento deben formar parte de diagnósticos de violencia

Las denuncias de acoso y hostigamiento sexual hechas por servidoras públicas de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, podrían formar parte de los diagnósticos realizados por organizaciones solicitantes de la Alerta de Violencia de Género, afirmó la diputada Constituyente, Marcela Lagarde y de los Ríos.
La también antropóloga -referente del feminismo en Latinoamérica y México- quien además elaboró la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, explicó que para solicitar la AVG, las organizaciones civiles deben presentar un diagnóstico de los casos de violación de los Derechos Humanos de las mujeres y las niñas, y el acoso y hostigamiento sexual, son ejemplos de violencia de género.
Ese tipo de violencia se presenta cada vez más en el país. En el 2015, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que tres de cada 10 mujeres ha vivido violencia sexual por parte de agresores distintos a su pareja y en distintas formas que van desde la intimidación, el abuso, hasta el acoso sexual.
El primero de septiembre la diputada Evelyng Soraya Flores Carranza, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), presentó una iniciativa para incorporar en el Código Penal Federal el tipo penal de acoso sexual y sancionar ese delito con seis meses y hasta tres años de prisión. De acuerdo con una revisión hecha por Cimacnoticias a los códigos penales del país, en la actualidad, 12 estados no tipifican el acoso sexual como delito.
Con la reciente publicación del “Protocolo para la prevención, atención, investigación y sanción de conductas de hostigamiento sexual y acoso sexual”, para las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal (APF) se ampliará la base de datos de casos de violencia contra las mujeres en México, porque el Instituto Nacional de las Mujeres estará obligado a publicar el número de casos en su sitio oficial.
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