#BringBackOurGirls
VIOLENCIA
Amenaza la seguridad y la paz duradera
Violencia sexual, táctica para ejercer terrorismo, dice ONU

La violencia sexual se utiliza cada vez más como una táctica para ejercer el terrorismo y, por ello, debe atenderse como un asunto relacionado con la paz y la seguridad, subrayaron varios especialistas en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Representantes de los Estados miembro del foro mundial y de la sociedad civil, así como funcionarios de la ONU, se reunieron para debatir sobre problemas permanentes, desafíos y soluciones a la violencia sexual en el marco de conflictos.
“Demasiadas mujeres conviven con algún grado de violencia a diario, en sus hogares y en sus familias. Los conflictos armados no hacen más que exacerbar las condiciones predominantes”, explicó la nigeriana Amina Mohammed, subsecretaria general de la ONU.
Esa violencia sexual es “un crimen desgarrador”, añadió.
La directora ejecutiva de la organización Women’s Refugee Route, Mina Jaf, coincidió y dijo a IPS: “Las mujeres son mucho más vulnerables en países con conflictos, y cuando eres vulnerable, sufres mayor violencia”.
El secretario general de la ONU, António Guterrez, mencionó el asunto en su informe anual, en el que detalla numerosos casos de violencia sexual utilizada con fines “estratégicos” en 19 países.
En Iraq, casi 2 mil mujeres y niñas yazidíes siguen siendo esclavas en los territorios controlados por el Estado Islámico (EI) y hay denuncias de que las venden y comercializan, además de usarlas como escudos humanos durante las operaciones en Mosul, detalla el documento.
En Myanmar (Birmania), más de la mitad de las mujeres entrevistadas por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU dijeron haber sufrido alguna forma de violencia sexual, que pudo utilizarse de forma sistemática “para humillar y aterrar a sus comunidades”.
Las mujeres y las niñas desplazadas son las que corren un riesgo mayor, coincidieron Mohammed y Jaf, pues una de cada cinco refugiadas o desplazadas experimenta alguna forma de violencia sexual.
La Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur documentó casi 600 incidentes de violencia sexual en conflicto en 2016, principalmente contra mujeres y niñas. Entre las sobrevivientes habían 57 niñas, varias de las cuales menores de 10 años.
La mayoría de los casos ocurrieron en puestos de control del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, cerca de sitios de protección designados, y hay informes que señalan que se emplea la violencia sexual para castigar a las comunidades por su origen étnico o por entender que apoyan a grupos de oposición.
El representante especial del secretario general para violencia sexual en conflictos, Adama Dieng, recordó a los presentes que hay un rostro y un nombre detrás de cada número del informe.
Dieng relató los casos de Nasima, quien, por temor a ser asesinada por sus familiares tras ser liberada de manos del EI, intentó suicidarse, y el de Marie, quien contrajo el VIH por temor a denunciar la violación, privándose así de la atención preventiva contra el virus de inmunodeficiencia humana.
La vergüenza y el estigma son componentes integrales del uso de la violencia sexual como tácticas de guerra, según el informe del secretario general.
“Los agresores saben bien que ese tipo de delitos pueden convertir a sus víctimas en parias, desarmando así los lazos familiares y de parentesco que unen a las comunidades”, señala el informe. Por ejemplo, los niños nacidos de una violación pueden afrontar una vida de marginación, ser vulnerables a la explotación y ser reclutados, impidiendo así su recuperación a largo plazo.
“El estigma mata”, acotó Dieng.
Mohammed subrayó que es “imprescindible” promover la reintegración holística.
“No basta con recuperar a nuestras niñas, tenemos que devolverlas con dignidad y respeto a un entorno de apoyo, igualdad y oportunidades, y asegurarnos de que reciban la asistencia fundamental que las ayudará a reintegrarse a sus hogares y a sus sociedades”, subrayó, refiriéndose a la campaña mediática #BringBackOurGirls (recuperemos a nuestras niñas), tras el secuestro de 270 adolescentes nigerianas de una escuela de Chibok, en abril de 2014, por Boko Haram.
Dieng insistió en redirigir el estigma de la violencia sexual de las víctimas hacia los perpetradores, lo que solo será posible involucrando a los líderes comunitarios para modificar percepciones dañinas de género y vergüenza.
También señaló la necesidad de reconocer a las sobrevivientes como víctimas legítimas del conflicto y del terrorismo, las que deben recibir asistencia, reparación y tener justicia.
“Cuando las víctimas tienen la oportunidad de contar sus historias, de observar la condena a los responsables y de recibir solidaridad y apoyo, ya sean reparaciones materiales o simbólicas, pueden contrarrestar el aislamiento, la culpa y el reproche”, explicó Dieng.
Algunos países comenzaron a atender la violencia sexual con leyes, como Colombia, que creó un marco para ofrecer a las sobrevivientes acceso a la justicia. Sin embargo, solo dos por ciento de los 634 casos documentados de violencia sexual en conflictos terminaron en condena, una tendencia que es mundial.
“La violencia sexual en conflictos ya no se percibe como un asunto de mujeres o un mal menor en una falsa jerarquía de violaciones de derechos humanos. En cambio, se considera como una amenaza legítima a la seguridad y a la paz duradera, que requiere de una respuesta operativa en materia de seguridad y justicia”, observó Mohammed
También reconoció los percances de la propia ONU a la hora de responder a las denuncias de abuso sexual por efectivos de las fuerzas de paz, pero se comprometió a hacer frente a los desafíos y a lograr que la tolerancia cero se haga “realidad”.
En 2015, las denuncias por abusos sexuales de efectivos franceses de las fuerzas de paz en República Centroafricana despertaron un gran malestar en todo el mundo; una investigación sueca concluyó que la ONU sigue siendo negligente con las sobrevivientes.
Jaf dijo a IPS que si no se asignan responsabilidades y no hay justicia, aun en los casos protagonizados por efectivos de las fuerzas de paz, no se resolverá el problema de la violencia sexual en conflictos.
Los equipos humanitarios que primero atienden las situaciones de crisis deben estar capacitados para hacer frente a cuestiones delicadas, añadió, al relatar el caso de una mujer que no denunció una agresión sexual porque no se sentía cómoda hablando delante de un hombre, aunque solo fuera un intérprete, y debe seguir promoviéndose la igualdad de género.
“La violencia sexual en conflicto no ocurre en un vacío, es el resultado del fracaso sistemático de la comunidad internacional de hacer frente a las causas de raíz del conflicto, de la desigualdad de género y de la impunidad”, subrayó Jaf.
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
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VIOLENCIA
“Líderes del mundo, intervengan”
Joven que escapó de Boko Haram pide liberar a sus 195 compañeras

Todavía con miedo por su vida, su seguridad y la de su familia, una de las jóvenes secuestradas hace 3 años por Boko Haram en Nigeria pidió a los líderes del mundo que intervengan y ayuden a recuperar a las 195 jóvenes que todavía permanecen en manos de la red terrorista.
Este abril se cumplirán 3 años desde que el grupo armado nigeriano secuestró a más de 270 adolescentes del pueblo de Chibok, en el noreste de Nigeria.
En octubre de 2016, combatientes de Boko Haram liberaron a 21 colegialas y al bebé de una de ellas, lo que generó un enorme malestar a escala internacional y reactivó los pedidos en las redes sociales reclamando su recuperación con el mismo hashtag en inglés #BringBackOurGirls que se utilizó hace tres años, cuando las escolares fueron secuestradas.
CONTAR UNA HISTORIA PERSONAL
“Tenemos que compartir nuestra historia y contársela al mundo para que la conozcan”, dijo una de ellas, identificándose con el seudónimo de Sa’a para proteger su identidad y ahora de 20 años, en conferencia de prensa en el marco del Foro Global sobre Educación y Capacidades, de dos días.
Sa’a y otra de ellas, que se identificó como Rachel, quien también perdió a su padre y a sus hermanos a mano de Boko Haram, dijeron que su secuestro y el de las otras adolescentes que todavía sigue cautivas fue un episodio doloroso que el mundo no debe olvidar.
“Lo único que nos queda por hacer es pedirle a los líderes mundiales que recuperen a las jóvenes. No podemos hacer más que denunciar” la situación, señaló Sa’a, quien escapó de Boko Haram saltando de un camión en movimiento cuando el grupo atacó su escuela y quemó los libros en el estado de Borno en abril de 2014.
La joven, a la que sacaron de Nigeria y ahora estudia en Estados Unidos, dijo que no debería permitirse que ningún adolescente atravesara un calvario traumático como ese. Su determinación a seguir estudiando es lo que la llevó a hacer pública su experiencia.
“Todo niño debe recibir educación e ir a la escuela”, subrayó Sa’a. “Nunca debemos olvidarlo hasta que todas regresen a salvo. El mes que viene no se cumplirán tres días, sino 3 años, y no han vuelto. Es doloroso”, reconoció.
Sa’a relató en la conferencia que tras su secuestro, cuando las obligaron a punta de pistola a subirse a un camión, ella decidió saltar mientras el vehículo estaba en movimiento con una amiga, que se lastimó al caer. Gracias a la ayuda de un pastor lograron ponerse a salvo.
El abogado de derechos humanos Emmanuel Ogebe, director de la Iniciativa la Educación debe Continuar, explicó: “La mayoría de los objetivos de Boko Haram han sido instituciones educativas y religiosas”.
“Boko Haram ha matado a miles de pastores y más 600 maestros, dos sectores de gran vulnerabilidad”, apuntó Ogebe, cuya organización asiste a menores, a personas desplazadas por conflictos y principalmente víctimas de esa organización armada. La mayoría de las personas afectadas están en Nigeria, y algunas en Estados Unidos.
“Es una situación dolorosa lo que le pasó a las escolares porque entendemos que hubo señales de alerta de que los terroristas iban a atacar, basado en que los profesores escaparon y a ellas las dejaron”, denunció.
“La sensación de fracaso en la protección es la verdadera historia, además de que el gobierno no las protegió en la escuela, aun cuando había señales de alerta”, añadió.
En enero de este año, Sa’a comenzó la facultad gracias a un proyecto de la iniciativa de Ogebe, una organización que ha ayudado a que unas 3 mil niñas y niños desplazados continúen con su educación. En este momento, a ella le interesa realizar estudios de ciencia y medicina.
LA ESPERANZA NO SE PIERDE
“Mi sueño es ser médica e inspirar a otros; regresar a mi país para ayudar a que los niños vayan a la escuela y a que otros reciban la educación que merecen”, explicó.
Rachel, quien volvió a estudiar en Nigeria, contó que también quería ser médica, pero que ahora quiere ser militar de alto rango después de lo que le pasó a su padre y a sus tres hermanos.
“Me gustaría contribuir a construir un país mejor. No estoy cómoda con lo que he visto y me siento mal”, explicó. “Algunas niñas no pueden ir a la escuela por lo que pasó, y no valoran la educación porque sin ella pueden sobrevivir. Es triste”, se lamentó Rachel.
El padre de Rachel era un policía que decidió trasladar a su familia a un pueblo más pequeño donde pensó que estarían más seguros. Le habían asignado la protección de una iglesia local, y su mamá consiguió trabajo en el departamento de educación del mismo templo.
Luego, cierto día de fines de 2014, hombres armados de Boko Haram atacaron la iglesia cuando su padre estaba de servicio, y él logró correr hasta su casa para proteger a sus tres hijos.
Pero por desgracia, cuando trataban de escapar, se toparon con los insurgentes que les dispararon y los mataron en el acto. Sus hermanos tenían 14, 12 y 10 años e iban a la escuela secundaria y primaria.
Vikas Pota, director ejecutivo de la Fundación Varkey, organizadores del foro de educación, dijo que el problema de Boko Haram es mucho más amplio que el asunto del secuestro de las adolescentes y tiene que ver con las personas que han sido desplazadas de sus hogares en Nigeria y en otros países.
Se necesitan acciones conjuntas para que el mundo sea más inclusivo, creando un ambiente para que todos tengan acceso a la educación, opinó.
“Es ridículo que en nuestra época haya tantas muchachas y toda la inteligencia humana que no sabemos que existe donde ellas están. Es un reflejo de lo poco que nos importa”, se lamentó Pota en diálogo con IPS.
“Como padres, ¿cómo podemos tolerar esta situación? Creo que el gobierno, y no solo el nigeriano sino todos, deben ayudar y asegurarse de que esta situación se resuelva”, añadió.
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS
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