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¿Cuántas Mexicanas o niñas están en la pobreza, y en qué condiciones?
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 27/03/2018

Responder a la pregunta de ¿cuántas mexicanas y niñas están en la pobreza, y en qué condiciones? debería ser una cuestión de dominio común y de amplia divulgación por parte del Organismo encargado de este tema: el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Sin embargo no es así, es una pregunta de difícil respuesta o de varias respuestas, durante mucho tiempo (y todavía) esta institución no visibiliza adecuadamente o de plano borra la condiciones de pobreza de las mujeres en México.

Para no ir muy lejos, Coneval recien publicó los resultados de la Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018. En este informe se afirma que entre 2008 y 2016 la pobreza aumentó en 3.9 millones de personas.

La pregunta obligada es: ¿cuántas de estas personas son mujeres o niñas? no lo aclara el informe, no se cuenta con estas cifras por sexo, algo fundamental en la construcción de políticas públicas con perspectiva de género.

Anterior a este informe la misma institución publicó un documento denominado “Pobreza y Género en México: Hacia un sistema de indicadores. ​Información 2010-2016”. Su objetivo según el documento es servir de insumo al diseño y la evaluación de la política de desarrollo social en materia de reducción de la brecha de oportunidades entre géneros.

Está integrado por 30 indicadores que analizan la desigualdad de género en términos de la conformación de los hogares, el acceso a la educación, a la salud, a la seguridad social y a la alimentación, el trabajo remunerado, el ingreso, las características de la vivienda y el trabajo doméstico no remunerado, los cuales muestran la relación entre las inequidades de género y la situación de pobreza de las personas

HOGARES

Una cuarta parte de los hogares cuentan con jefatura femenina.​ Los hogares con jefatura femenina suelen tener un mayor número de integrantes de la población infantil y adulta mayor. Los hogares con jefatura femenina se asocian también con mayor vulnerabilidad sociodemográfica e incluso mayores porcentajes de pobreza.

INGRESO

En cuanto a los ingresos laborales, las mujeres perciben remuneraciones más bajas que los hombres. Esta brecha es más acentuada en la población en situación de pobreza: en 2016 los datos muestran que las mujeres ganaban una quinta parte menos que sus pares, aun cuando poseían el mismo nivel educativo.

EDUCACIÓN

Las mujeres presentan niveles de rezago más altos que los hombres, sobre todo si están en condición de pobreza, aunque entre los más jóvenes las brechas se reducen. En 2016, la brecha educativa entre ambos sexos se ubicó en 6.5 puntos porcentuales.

SEGURIDAD SOCIAL

La inclusión de las mujeres en el mercado laboral remunerado presenta inequidades frente a las condiciones que presentan los hombres, situación que se refleja en el acceso diferenciado a la seguridad social como prestación del trabajo. Dadas las características de inserción de las mujeres al mercado laboral remunerado, en 2016 por cada 100 hombres ocupados que contaban con los beneficios de la seguridad social por su trabajo, 62 mujeres ocupadas se encontraban en la misma situación. Este indicador prácticamente se ha mantenido constante desde 2010. La brecha se acentúa entre la población con condición de pobreza: en 2016, por cada 100 hombres ocupados que contaban con seguridad social, 49 mujeres ocupadas tenían acceso.

​TRABAJO REMUNERADO

Las condiciones de precariedad referidas a los mercados laborales afectan a la población en formas diferenciadas de acuerdo con su sexo y condición de pobreza. Por ejemplo, el porcentaje de la población trabajadora sin contrato se presenta de manera importante en la población pobre indistintamente de su sexo, con alrededor del 80 por ciento en 2016; y el porcentaje de mujeres ocupadas con jornadas parciales asciende a 38.6 por ciento, mientras que en los hombres es de 16.5 por ciento. Precariedad y pobreza son las constantes en las mujeres trabajadoras.

Ver gráfica aquí

Claramente se aprecia en la gráfica la enorme diferencia o brecha económica y social que implica no contar con un contrato laboral escrito,  que le de un mínimo de protección y estabilidad a la trabajadora. En 2016, de cada diez trabajadoras pobres, prácticamente 8  no contaban con ese contrato; por lo consiguiente tampoco pueden tener acceso a la seguridad social, en cualquier momento pueden perder su empleo, y  están a voluntad del empleador.

En contraste y para ese mismo año únicamente 4 de cada diez trabajadoras “no pobres” sin cuentan con un contrato laboral escrito que les da estabilidad, seguridad social y mejor ingreso.

Por cierto, es bastante común que las periodistas trabajen sin contrato escrito, por tanto en condiciones muy precarias.

Esta informalidad afecta la productividad de la economía en su conjunto. En México, la mayoría de las empresas son pequeñas e informales y absorben una gran parte del empleo. Sin embargo, este tipo de empleo continúa siendo el que prevalece en el país y en las mujeres,  particularmente las jefas de familia y las jóvenes.

Por ejemplo, en 2017 del total de personas jóvenes entre 15 y 29 años -es muy importante conocer esta información por sexo-, más de la mitad (59.9  por ciento) estaban en empleos informales.

Un factor muy importante en el crecimiento de la pobreza en los hogares es el alza inflacionaria que inicia en 2017, ésta redujo en ese año el poder de compra en 2.5 por ciento; en realidad esta cifra de Coneval es bastante conservadora, la reducción del poder de compra en los hogares fue mucho mayor, baste saber que la inflación oficial alcanzó 6.77 y el precio del gas LP (insumo indispensable) aumento 40 por ciento.

Elegantemente Coneval dice que los empleos de las mujeres carecen de “prestaciones”. En realidad se está barriendo con los derechos laborales, no son prestaciones como eufemísticamente se les llama, son derechos de los y las trabajadoras, producto de largas luchas sindicales y sociales, y mucho menos son “privilegios.”

Nadie les ha regalado nada a las trabajadoras, eso debe quedar muy claro y tampoco en el futuro recibirán algún regalo, tendrán que conocer bien sus derechos y defenderlos en forma organizada.

* Economista especializada en temas de género

twitter @ramonaponce

18/CPM/LGL








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Pocas Jefas de familia y faltó la diversidad sexual
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 06/07/2017

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) acaba de publicar los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAH). La encuesta refiere que el tamaño promedio del hogar es de 3.7 integrantes y el 89.4 por ciento son hogares de tipo familiar.

 
El grupo de población de 3 a 30 años se estima en 60.5 millones de personas y, de ellas, el 58.4 por ciento asiste a la escuela.
 
La población estimada asciende a 122.3 millones de personas; 51.4 por ciento son mujeres y 48.6 son hombres. Del total de esta población, 23.2 por ciento reside en localidades rurales y 76.8 por ciento, en localidades urbanas.
 
La edad promedio del jefe del hogar asciende a 48.7 años y, en 27.3 por ciento de los hogares, la jefatura corresponde a una mujer, a nivel nacional pero en Sonora y la Ciudad de México alcanza 36.1 y 35.3. por ciento, respectivamente (ver gráfica).
 
VER GRÁFICA AQUÍ
 
En el 27.3 por ciento de los hogares la jefatura de los mismos corresponde a una mujer, 22.2 por ciento en las localidades rurales y 28.7 por ciento en las urbanas.
 
Estas cifras sobre “Jefatura Femenina” generalmente están subestimadas, especialmente en las mujeres cuyos esposos son migrantes y están en Estados Unidos desde hace años, ellas los siguen considerando “Jefes de familia”. Una de las razones es que no quieren aparecer ante su núcleo social “como mujeres solas”.
 
Ya sabemos que en esta sociedad patriarcal y machista una mujer sin un hombre a su lado es una “mujer Sola”, como en el Corán.
 
En Michoacán y en Zacatecas, también en Jalisco, hay pueblos enteros donde las mujeres son las Jefas de Familia; sin embargo,  cuando llega la encuestadora reportan al marido como “Jefe de Familia”, aunque tenga diez años en Chicago o en California.
 
En realidad ellas son las que les dan contención emocional a los hijos, cuidados, alimentación y educación, de vez en cuando reciben X dólares del señor. Pero, ¿qué va a decir la suegra, la comadre o hasta la mamá si ella se declara “Jefa de Familia”?
 
Del total de hogares del país, 89.4 por ciento son de tipo familiar; es decir, aquellos en los que al menos uno de los integrantes tiene relación de parentesco con el jefe del hogar. El 10.6 por ciento (una minoría) restante son de tipo no familiar y donde ninguno de los integrantes tiene relación de parentesco con el jefe del hogar
 
El 56.2 por ciento de los hogares son biparentales, (que cuentan con la presencia de ambos padres), 17.1 por ciento son hogares monoparentales (hay presencia de uno de los padres) y 26.3 por ciento son hogares familiares sin presencia de hijos y hogares no familiares.
 
Una de cada cinco mujeres indicaron no estudiar por motivos de matrimonio, unión, embarazo o el nacimiento de un hijo.
Analizando los motivos de NO asistencia a la escuela resulta que las mujeres 21 de  cada cien se casó, se unió o tuvo hijos. En cambio para los hombres la cifra es mucho menor apenas del 6.1 por ciento.
 
Luego entonces el embarazo de adolescentes a quien más afecta es a las mujeres. Y se ha convertido en un grave problema social, trunca la vida de las jovencitas.
 
La ENH es la encuesta continua en hogares más reciente realizada por el Inegi -arrancó el año 2014-; su propósito es captar las principales características de las viviendas particulares habitadas y las sociodemográficas de la población.
 
Por lo que hace a la disponibilidad de agua, 80.5 por ciento de los hogares reportan que cuentan con ésta dentro de la vivienda y 16.1 por ciento que lo tienen fuera de la vivienda pero dentro del terreno.
 
De los 30.8 millones de hogares que indican disponer de agua dentro de sus viviendas o fuera de éstas pero dentro del terreno, 72.7 por ciento señalan que cuentan con agua diariamente. Por entidad federativa, este indicador oscila entre 26 por ciento en Guerrero y 99.6 por ciento en Nuevo León.
 
No se puede perder de vista que las que más padecen la falta de acceso al agua son justamente las mujeres y claro, las mujeres pobres como en Guerrero.
 
Falta un dato muy importante: ¿cuántos hogares de México tienen dos mamás o dos papás? En otras palabras, está faltando la diversidad sexual y el hecho de que dos hombres adopten un niño, o que dos mujeres tengan una hija(o).
 
¿Dónde está esa información? ¿Por qué no la recogió el Inegi? Resulta que es muy importante, simplemente se trata de recoger una realidad del país.
 
Twitter:@ramonaponce
 
* Economista especializada en temas de género
 
17/CRPM/OOM








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Jefas de hogar y remesas
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 21/02/2017

Una de las “posibilidades” que Donald Trump plantea para financiar el muro fronterizo que quiere construir es que éste se financie con un impuesto a las remesas que mandan los y las trabajadoras migrantes al país, y que después de la industria automotriz y alimentaria significan la tercera fuente de divisas.
 
Otra posibilidad es que estas remesas dejen de llegar por la expulsión masiva de emigrantes mexicanos, que pretende la política del actual Presidente de Estados Unidos.
 
De acuerdo con la información generada por Banco de México (Banxico), prácticamente la mitad de estas remesas (49 por ciento), llegan a ocho entidades: Baja California, Puebla, Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Estado de México y Ciudad de México. Las Delegaciones más importantes son: Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Álvaro Obregón (ver gráfica).
 
VER GRÁFICA AQUÍ
 
De abril a diciembre de 2016 se recibieron 21.0 miles de millones de dólares, y durante todo 2016 la cifra ascendió a 26 mil 970 millones de dólares, 8.8 por ciento más a lo percibido en el año anterior. Esta cifra equivale a 553 mil 260 millones de pesos y corresponde al total de lo captado por ingresos tributarios en 2016.
 
Debido a las elecciones en Estados Unidos y la incertidumbre que provocó entre los y las trabajadoras migrantes en el último trimestre del año, las remesas crecieron 33 por ciento; otros factores que influyeron favorablemente para su crecimiento  fue la recuperación del empleo en ese país, éste pasó de 4.9 a 46 por ciento en 2016.
 
En 2016 las remesas representaron 3 por ciento del PIB, en tanto que para 2014 fue de 2 por ciento.
 
Según Merrill Llynch, para 2017 se espera que México reciba 27 mil millones de dólares por este concepto. Más del 90 por ciento provienen de Estados Unidos, particularmente  de los Estados de: California, Texas e Illinois.
 
La remesa promedio es de 290 dólares y el 97 por ciento –la gran mayoría- de estas operaciones se realizan por transferencia electrónica. Un elemento muy importante en la consideración o posibilidad de que estos recursos sean sujetos a un nuevo impuesto, se crearía un precedente muy grave para todas las transferencias electrónicas que se realizan en todo el mundo y el Sector Financiero internacional se vería afectado negativamente. 
 
La mayor parte de las operaciones financieras internacionales se realizan vía “transferencia electrónica”.  Pero con Trump todo es posible.
 
JEFAS DE HOGAR LAS MÁS AFECTADAS
 
La disminución de remesas significaría mayor pobreza femenina. Son 1.4 millones de hogares mexicanos los que reciben estos recursos, cuyo incremento anual en pesos fue de 28.2 por ciento.  Estas cifras dan dimensión de la gravedad que tienen las políticas discriminatorias y racistas de Donald Trump, cuando amenaza con la expulsión de los y las migrantes, o con gravar las remesas. Tercer fuente de divisas después de la industria automotriz y la alimentaria,  superiores al petróleo o al turismo.
 
Y lo más importante, estos recursos sostienen a los hogares pobres, concretamente a Jefas de familia. La mayor parte de las remesas llegan a las Jefas de Hogar, 68 por ciento en 2006, y el resto para los Jefes de familia.
 
Para 2013 esta proporción disminuyó a 58.5 por ciento, pero aún así siguen siendo mayoría las mujeres receptoras. La razón por la que ha crecido el porcentaje o participación masculina como receptores es que en los últimos años se ha incrementado la emigración femenina.
 
En términos relativos es mayor el volumen de recursos que envían las mujeres, porque éstos sostienen a sus hijos, casi en forma exclusiva; además ellas tienen salarios más bajos que la población masculina migrante, ya que generalmente están en los servicios domésticos o en trabajos con menor remuneración. 
 
Como se puede apreciar en la gráfica, en estados como Guanajuato o Michoacán el impacto del impuesto a remesas sería muy negativo, -como lo es la opción de que esos emigrantes regresen expulsados a esos Estados-, donde la actividad económica es muy débil y no les permite generar suficientes empleos. O bien, atender las nuevas necesidades de vivienda, educación o salud que forzosamente implica este “regreso”.
 
Por fuera poco, las y los migrantes tienen miedo de regresar a un país sin empleo,  con altos índices de violencia, muertes, impunidad, secuestros y desaparecidos. No les falta razón.
 
En realidad, este robustecimiento del mercado interno que se apreció durante 2016 se debe en gran medida a las remesas y su incremento, tanto en términos absolutos como relativos, es decir a la depreciación que experimento el peso, respecto al dólar. No es lo mismo recibir 290 dólares a 23 pesos que a 16, como estaba antes el término de intercambio.
 
Por supuesto que es imperativo proteger a los y las migrantes, también lo es la protección de estos recursos, importantes para las jefas de familia, para los hogares pobres y en general, para la economía del país. Su disminución significaría mayor pobreza femenina.
 
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
 
17/CRPM/GGQ
 








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