Barack Obama
DERECHOS HUMANOS
Retrocesos que amedrentan en la Casa Blanca

La llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca para tomar posesión como el presidente número 45 en la historia de los Estados Unidos, representa no sólo un cambio en la administración de la nación más poderosa del orbe, sino la posibilidad de dar marcha atrás a los logros alcanzados durante el mandato del demócrata Barack Obama, en materia de Derechos Humanos, diversidad sexual, libertades de sectores vulnerabilizados, y derechos sexuales y reproductivos.
La agenda política y social de Donald Trump es totalmente contraria a la de Barack Obama, quien impulsó una agenda política y social claramente a favor del matrimonio igualitario con derecho a la adopción, reivindicó el derecho de los militares a no ser juzgados por su orientación sexual al derogar la ley “Don´t ask, don´t tell” (“No preguntes, no cuentes”), con la cual se expulsó de 1993 a 2010 a cientos de efectivos estadounidenses no heterosexuales de las fuerzas armadas.
Considerado como el aliado más progresista del colectivo lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual, intersexual (LGBTTTI) en los Estados Unidos, Obama en 2009, recién llegado al poder, ratificó la Ley para la Prevención de los Delitos de Odio Matthew Shepard y James Byrd, que sanciona los crímenes motivados por orientación sexual e identidad de género.
En un viaje realizado a mediados de 2012 a Washington, Nueva York y Filadelfia, invitado por el Departamento de Estado, quien esto escribe, constató las acciones emprendidas por la primera administración de Obama en materia de respeto a las personas LGBTTTI, tales como la no discriminación en los programas de vivienda federales y el derecho a atender a sus parejas en el hospital, además de las estrategias gubernamentales de inclusión y no discriminación hacia dicho sector.
La visita se llamó “A developing Narrative: LGBT Issues in the United States. A global Reporting Tour", a la que asistimos 19 periodistas de África, América Latina, Asia y Europa del Este con el objetivo de conocer las propuestas y planes gubernamentales sobre diversidad sexual, pero sobre todo, para observar la realidad en la que vivían las personas LGBTTTI en diferentes ámbitos. No conocimos sólo aquello que estaba haciendo bien el gobierno de Obama, sino lo que sucedía en la cotidianidad de las personas y las consecuencias de la discriminación ejercida en contra de una población marginada y estigmatizada en el país más poderoso del mundo.
El recorrido incluyó la visita a organizaciones civiles, instituciones públicas, universidades, medios de comunicación, líderes sociales (conservadores y liberales) y espacios comunitarios como el Centro Alí Forner de Queens, en Nueva York, en donde escuchamos de viva voz relatos de jóvenes echados a la calle por el odio homofóbico de sus familiares.
Ese viaje nos permitió a los periodistas entender las estrategias gubernamentales con las causas LGBTTTI y su lucha contra los prejuicios que rodean a la disidencia sexual en Estados Unidos.
Poco tiempo después de aquel recorrido, la administración del expresidente Barack Obama nombró embajadores abiertamente gays en países como Vietnam, Dinamarca, Australia, España, República Dominicana y Austria, a la par que designó a otras personas LGBTTTI al frente de importantes áreas de la Casa Blanca como la Oficina Principal de Tecnología y la de Enlace Principal con la Comunidad LGBTTTI, además de dar la primera acreditación de prensa al diario Washington Blade, el medio escrito del movimiento de liberación lésbico-gay de Estados Unidos desde 1969.
En 2011, el expresidente Obama instruyó a las agencias gubernamentales a considerar la orientación sexual de las personas que solicitaran asilo político en la Unión Americana. Esa acción mitigó en los últimos 5 años la urgente necesidad de acoger a personas LGBTTTI que huyen de una muerte segura en países musulmanes, orientales y de América Latina, principalmente, por el sólo hecho de no ser heterosexuales.
Toda la política de apertura en materia de diversidad sexual no se podría entender sin el trabajo constante de su entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, quien a mediados del 2011 dijo ante líderes mundiales reunidos en la ONU: “Los gays nacen y pertenecen a todas las sociedades del mundo. Ser gay no es una invención occidental, es una realidad humana”.
Otro gran logro en materia de diversidad sexual de esa administración se dio en junio de 2015 cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró legal el matrimonio entre personas del mismo sexo. Al respecto, Obama, en un acto simbólico y de congruencia entre los dichos y los hechos, iluminó la fachada de la Casa Blanca con los colores del arcoíris y declaró: “Cuando todos los ciudadanos son tratados con igualdad, todos somos más libres”.
Las personas VIH positivas y la población transgénero también fueron tomadas en cuenta por Obama luego de que en 2010, la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio facilitó a quienes viven con VIH obtener cobertura médica universal. Asimismo, en mayo de 2016 el gobierno envió una directiva a todas las escuelas públicas del país para permitir al estudiantado trans elegir el baño de acuerdo a su identidad de género y no a su sexo biológico.
Entre otras iniciativas gayfriendly, Obama declaró al sitio donde se ubicó el mítico Bar Stonewall -considerado por muchos como la cuna que en 1969 vio nacer la lucha por el reconocimiento de los derechos homosexuales-, monumento nacional, y apareció en la portada de la mítica revista Out siendo el primer presidente de los Estados Unidos en funciones, en ser fotografiado para una publicación LGBTTTI.
*Activista, académico, periodista independiente y actual secretario nacional de Diversidad Sexual del PRD. @antoniomedina41
17/AMT/LGL
Migración
Costará buscar trabajo y sobrevivir, alerta IMUMI
En riesgo de ser deportadas 5.5 millones de migrantes

Este 20 de enero el republicano Donald Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos (EU) y con ello iniciará un gobierno que ha prometido implementar una política migratoria de persecución a personas sin documentos de estancia legal; y deportaciones masivas.
Ante este panorama, 5.5 millones de mujeres mexicanas indocumentadas –cifra que representa 46 por ciento de la población mexicana que viven en el país vecino– corren el riesgo de ser deportadas, ser obligadas a separarse de sus familias, perder sus empleos, o trabajar en la clandestinidad.
En su campaña para llegar a la Casa Blanca, Trump propuso una política migratoria y aunque lo que llamó la atención mediática fue la construcción de un muro fronterizo con México, la propuesta también incluye deportaciones, la cancelación de “amnistías” otorgadas por el gobierno de Barack Obama, y el bloqueo de fondos para las ciudades “amigables” con estas poblaciones, entre otras acciones.
De concretarse, la medida afectará no solamente a las mexicanas que radican en aquel país –que representan 26 por ciento de la población femenina migrante, de acuerdo con el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) – sino a mujeres migrantes de otras nacionalidades, y a las familias que emplean migrantes para realizar tareas domésticas y de cuidado.
MIGRACIÓN FEMENINA EN EU
Las mexicanas van a EU en busca de empleos. Principalmente se ocupan en sectores como la industria empacadora y procesadora de alimentos, pues la mayoría de ellas tiene niveles escolares bajos y su condición de indocumentadas les impide desempeñar ocupaciones calificadas con mayor remuneración, indica el Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi).
La directora de este Instituto, Gretchen Kuhner, dijo en entrevista con Cimacnoticias, que ante la situación demográfica de aquél país, con un aumento de personas de la tercera edad, las migrantes se emplean como cuidadoras y con ello contribuyen a sostener a las familias en las labores de cuidado para que las mujeres y hombres estadounidenses puedan trabajar.
A 2012, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población, 41.3 por ciento de las migrantes se dedicaba a trabajos de servicio de baja calidad, esto incluye ocupaciones relacionadas con la preparación de comida, mantenimiento y limpieza de inmuebles, y trabajo en el hogar.
Estudios del Imumi destacan que las condiciones laborales que enfrentan las mexicanas migrantes son deplorables y negligentes; reciben pagos menores a los salarios establecidos por las industrias, los despidos injustificados son recurrentes, y en la mayoría de los casos se niegan a acudir a servicios de atención médica por temor a perder su trabajo.
HERENCIA DE OBAMA
Si bien el año que inicia enciende una alerta por la situación que vivirán las personas migrantes, el incremento en el número de deportaciones se ha dado desde años atrás. Datos de 2012 de la organización Pew Hispanic Center (dedicada a la investigación sobre población hispana en ese país) indican que de 1995 a 2010 bajó el número de extranjeros que ingresaron a EU y aumentó el número de deportaciones.
Luego de las amenazas de Trump, organizaciones civiles recordaron que de acuerdo con la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), en la gestión de Obama -de 2009 a 2016- fueron expulsadas de EU más de dos millones de personas sin estancia legal.
Obama tampoco logró una reforma migratoria pero impulsó programas a favor de esta población como la Acción Diferida por la Llegada de Infantes (DACA, por sus siglas en inglés) para autorizar a la juventud migrante tener un trabajo y estudiar sin ser deportados; beneficio que Trump promete derogar.
La también abogada destacó que está en riesgo esta política que permitió a las y los jóvenes (conocidos como dreamers) “salir de la sombra”, registrarse ante el gobierno y aumentar sus posibilidades de estudiar y trabajar.
RETOS DE DOS NACIONES
“Preocupa la amenaza del presidente electo Trump que está diciendo que va a deportar a muchos migrantes indocumentados, tiene muchas formas de hacerlo”, y alerta que todos sus dichos se deben tomar en serio.
Muchas de las decisiones del próximo mandatario tendrán que ser aprobadas por el Congreso (dominado por los republicanos). Por si fuera poco Jeff Sessions –conocido por su postura anti inmigrante, sería Procurador General de EU; y para ocupar el Departamento de Seguridad Nacional se nominó a John Kelly, quien habla de refugiados, una postura que parece ser más moderada.
En este escenario Kuhner advierte que la comunidad mexicana y en general migrante que radica en el país vecino, debe conocer sus derechos y estar informada para saber qué hacer en caso de una deportación. Por ejemplo, si son víctimas de violencia intrafamiliar pueden solicitar una visa; o en caso de separación familiar, si dejan a sus hijas e hijos o los llevan consigo. El Imumi estima que al menos 75 por ciento de los 5.5 millones de menores de edad con padres y madres indocumentados en EU son ciudadanos.
“Hay muchas cosas que se pueden hacer para planearlo: firmar cartas de custodia temporal; saber que tienes el derecho de que si te agarran en una redada en el trabajo y tus hijos están en la escuela, puedes arreglar la cuestión de cuidado”, expone.
Tan sólo en el periodo de enero a septiembre de 2016, 890 madres mexicanas dejaron a sus hijos e hijas, y familiares directos o indirectos en Estados Unidos, de acuerdo con el informe de “Migración y Movilidad Internacional de las Mujeres en México” de la Secretaría de Gobernación.
A la probable oleada de deportaciones Kuhner dice que el gobierno mexicano tendrá que contemplar acciones para recibir a estas familias con políticas públicas enfocadas en garantizar trabajo, vivienda, acceso a salud, educación y su reintegración.
“El reto es muy grande. Hay muchas cosas que el Estado podría hacer para asegurar que las personas tengan acceso a servicios públicos pero lo que más va a costar es buscar trabajo y sobrevivir. Debe ser el primer paso”, dijo.
También avizora una sinergia de movimientos sociales: la población LGBTTTI, feministas, mujeres afroamericanas y trabajadores, entre otros, organización que será clave para hacer frente a la campaña anti-inmigrante de Trump.
17/AGM/HZ/LGL
