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Sobre cuerpas olímpicas
Especial
Por: Mariel García Montes*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 20/08/2016

(Esta columna, en agradecimiento a las mujeres que trabajan género y deporte incansablemente entre ciclos olímpicos: Pamboleras, @elpezflaco y las periodistas de deportes con perspectiva de género)
 
Tenía 6 años la primera vez que vi gimnasia en los Juegos Olímpicos con mi madre. Era 1996, el año en el que, Kerri Strug, lesionada, decidió aterrizar de todas maneras el salto de caballo que le dio el oro al equipo de EEUU en gimnasia artística femenil. El año en que María Petrova se retiró de la gimnasia rítmica con una de las rutinas de pelota más hermosas que, veinte años después, he visto en la historia de la gimnasia.
 
Una década después, ya con acceso a internet, pasé horas de mi vida leyendo, viendo y hablando sobre gimnasia y los Juegos Olímpicos. Durante los campeonatos mundiales, mi Twitter se llenaba de mensajes que literalmente A Nadie Le Importaban, y nunca tuve, fuera de los foros de Internet, con quien disfrutar esta afición. Ser fan de la gimnasia en un país de futbol es una actividad bastante solitaria.
 
Cuento esta historia porque, dos décadas después, el día que siempre esperé llegó por fin: los medios mexicanos estaban hablando sobre la gimnasia mexicana. ¡A la gente le importaba!
 
Excepto que no: a nadie le podría importar menos la gimnasia. La gente claramente sigue sin saber un pepino sobre los códigos de puntaje, los elementos de la gimnasia. En realidad, la gente no sabe un pepino sobre atletismo, natación, deportes olímpicos medianamente alejados de nuestra realidad diaria. Y eso no está mal. No tenemos por qué ser expertos en algo lejano.
 
¿Cómo, entonces, estamos ocupando el espacio de comunicación que crean los Juegos Olímpicos? La respuesta se vuelve evidente semanas antes de la ceremonia de apertura: nos gusta hablar sobre cuerpos. En específico, sobre cuerpos de mujeres.
 
La receta es simple: Tenemos una gimnasta mexicana, Alexa Moreno clasificada para unos Juegos Olímpicos(!!!). Naturalmente, decidimos usar el espacio de comunicación que se presenta para hacer comentarios raciclasistas y gordofóbicos sobre su cuerpo. Así como lo usamos para hablar de la “belleza sexy” de Cynthia Valdez, no sobre su larga carrera, cuando ella era la que estaba bajo el reflector.
 
¿Esto significa que debemos pretender que los cuerpos que vemos en los Juegos Olímpicos no son algo fuera de serie? Ésa no es mi postura. En realidad, me parece que los Juegos Olímpicos son una de las celebraciones más grandes que tenemos del cuerpo y de la verdadera magia que logra ejecutar.
 
De estos Juegos Olímpicos, siempre recordaré la emoción desbordante que me causó ver el poder de Caterine Ibargüen de Colombia, campeona olímpica en salto. La magia histórica de tener, después de décadas de tabú, a una nadadora afroamericana, Simone Manuel, y a otra, Yu Fuanhui, hablando abiertamente sobre menstruación. La resiliencia perpetua de Oksana Chusovitina, gimnasta que compitió en sus séptimos Juegos Olímpicos. La fuerza increíble de las mujeres haciendo halterofilia, la resistencia de las nadadoras sincronizadas.
 
Veinte años después, los Juegos Olímpicos volvieron a ser una oportunidad para sentarme con mi madre a admirar el trabajo de mujeres deportistas y maravillarnos con sus cuerpos, sus cuerpas. Tanto podemos celebrar sobre las cuerpas que no tenemos excusa para usar el poco espacio que dedicamos al olimpismo para criticar, pretender que lo que pueden hacer no es superhumano.
 
Espero que, en la próxima edición, medios de comunicación y civiles ocupemos el espacio para celebrar lo que ya muy elocuentemente ha dicho mi querida @evekamikaze: la cuerpa es potencia. Gracias a todas la atletas de Río 2016 por realizar la potencia de sus cuerpas de maneras tan inspiradoras.
 
Nota: al cierre de este texto, Guadalupe González ganó plata en marcha. Al centro de un escándalo de corrupción en las instancias del deporte mexicano, la cuerpa de esta mujer realizó su potencial en 20 kilómetros. Mi más profundo respeto.
 
*Mariel García Montes es comunicadora y “hippy” (“chaira”, “activistoide”) en temas de TIC para el cambio social con jóvenes y activistas. Ya no es tan joven, pero cada vez es más feminista, y quiere aprender de y con mujeres que así se identifiquen.
 
16/MG/AGM/








QUINTO PODER
FEMINISMO
   QUINTO PODER
La “no mujeridad” en Río
Dibujo de Alexa Moreno realizado por Rocío Paradox en apoyo a la deportista mexicana | Imagen retomada de Twitter
Por: Argentina Casanova*
Cimacnoticias | Campeche.- 16/08/2016

Por primera vez en la historia de la cobertura periodística de los Juegos Olímpicos, el movimiento feminista internacional ha ejercido presión sobre los grandes medios, para que dejen atrás la misoginia y el sexismo, lo cual los ha llevado a replantear nuevas coberturas, para que dejen de referirse a las deportistas reduciéndolas a meros “objetos placenteros para la vista”. Sí, el cuerpo de las mujeres bajo el siempre atento escrutinio público.
 
En México tuvimos una muestra de esa dosis de presión en las redes sociales, luego de que la gimnasta Alexa Moreno fue motivo de  una violenta cosificación por parte de personas ocultas tras el anonimato, quienes criticaron su participación, centrando sus acerbas críticas en su figura. La sociedad mexicana respondió y dio muestras de tomar conciencia al pronunciarse contra esa violenta cosificación. 
 
No se trata solamente de corregir los encabezados de los diarios o de equiparar las coberturas que se hace de los deportistas masculinos con las de las atletas. Se trata de la oportunidad de reflexionar colectivamente sobre lo que hay detrás de este hecho, que sin duda es un parteaguas en la historia del feminismo y sus alcances ¿globales?
 
No. El feminismo nunca ha querido ser global como el capitalismo, pero sí mover a la toma de conciencia primero de las mujeres y luego de otras personas colectivamente, y hacerlo cada vez en más ámbitos.
 
El salto que se dio con los Juegos Olímpicos de Río es un avance, que merece ser aprovechado, para ir más allá de lo superficial, más allá del sexismo que no alcanza a darnos respuestas más profundas. 
 
Una frase sintetiza el parámetro bajo el cual se observa y se define a las mujeres en los deportes: “nada como (si fuera) un hombre”.  
 
La frase tiene un significado más profundo, de necesaria reflexión.  Las mujeres no queremos ser vistas como hombres, ni queremos ser vistas como “personas”, ese neutro construido desde el discurso patriarcal, con sus reglas, leyes, cánones y estructuras. 
 
Nosotras mismas somos parte de esa estructura y por eso resulta tan complejo entenderlo. De ahí que debemos cuestionar, analizar y repensar, trastocar el lenguaje, las ideas y el significado del “yo” y del “inconsciente” femenino, individual y colectivo, construido por esta sociedad patriarcal y que es la imagen que tenemos al mirarnos a nosotras mismas, buscando encontrar nuestro verdadero rostro.
 
Tenemos la tarea de atrevernos a confrontar los discursos imperativos y hegemónicamente validados por sí mismos, y que son los únicos conocidos. Confrontarlos para empezar a escuchar nuestras propias voces, los balbuceos de un nuevo pensamiento femenino que nos replantee la existencia misma, la noción de la vida, de las creencias y de cómo entendemos nuestro lugar en esta Tierra que se nombra hembra. Perderle el miedo a la histeria, a la locura y a la mujeridad.
 
Debemos confrontarnos con el canon de nuestras propias ciencias, confrontar nuestras espiritualidades –creencias y dogmas– aprendidas y definidas desde un súper yo masculinizado, como único parámetro e inaccesible para las que nacimos “hembras”, ya que nacimos en un cuerpo que por mucho fue considerado “no humano”.
 
Hasta hace poco, en algunos países las leyes ubicaban a las   mujeres en la categoría de los enfermos, los retrasados mentales, los locos y los inválidos (sic), como seres inferiores, incapaces e incompletos. Y ahí, entre esos “hombres deficientes o incompletos” estaban las mujeres como “no hombres”, porque el parámetro ha sido el “hombre” y el neutro que nos inventaron los construyeron desde un “no hombre”, pero nunca fue como un ser completo,  que corre, brinca, piensa, vive como mujer. 
 
Lo que tenemos es un mundo mediático que pondera la virtud de quien se asemeja, se aproxima, al único que tiene posibilidades de lograr lo que observa, lo humano: el hombre. La virtud se convierte entonces en la categoría hombre, que es y ha sido la única posible para encarnar la perfección, el triunfo, la excelencia… Es quizá la visión de un Olimpo, invadido por una cosa que alcanza quizá a reunir la cualidad del ser hombre.
 
En otra mirada, tendríamos que dejar la pregunta: ¿alguna vez se han cuestionado lo que es ser “no mujer” en un planeta llamado Tierra, que se enuncia hembra?
 
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
 
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