Río 2016
Trata de Personas
MUJERES CAUTIVAS
El derecho al olvido en la demanda de prostitución

Cuando la sociedad señala y critica a los políticos y gobernantes por cometer actos de corrupción o por haberse extralimitado en sus funciones, existe la necesidad de visibilizar a la persona, con nombre y apellidos, porque representa las razones del hartazgo social.
Si decimos que fulano tiene cuentas millonarias en algún paraíso fiscal, por ejemplo, estamos señalando a una persona en particular que forma parte del desfalco a las arcas públicas, de tal forma que exhibirlo ante los medios o las redes sociales puede generar una presión tal, que a la larga logre justicia.
Así que, si preguntamos a cualquiera, es probable que la mayoría considere necesario señalar públicamente a este tipo de personas, ya que hacen daño a la sociedad y por lo general no reciben castigo. Pero además, muchas veces olvidamos que detrás de los grandes problemas nacionales existen responsables que pueden ser perfectamente identificables, e incluso estar más cerca de nosotros de lo que podríamos creer.
Ahora que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro terminaron, empezamos a conocer datos interesantes. Si antes y durante las jornadas deportivas alertamos sobre la imperiosa necesidad de prevenir, desalentar, combatir y erradicar el turismo sexual, hoy podemos saber que éste existió, gracias al rastro que dejaron los consumidores en internet.
Hace unos días, Net Idex Eliminalia (empresa española que se dedica a borrar información personal, a solicitud de sus usuarios) publicó un informe que da cuenta numérica de los solicitantes de servicios sexuales en webs de sexo, escorts y bares de alterne durante los Juegos Olímpicos, que solicitaron borrar su rastro digital.
Aunque por el momento no contamos con cifras reales de estos consumidores –sino solamente los que pidieron borrar sus datos-, lo aportado por Eliminalia sí alcanza a darnos dos indicadores importantes.
El primero, que son los mexicanos quienes más solicitaron borrar sus registros, “lo que supone un aumento del 124 por ciento respecto a las peticiones que tuvieron lugar desde México para eliminar el rastro online en el mismo periodo del año pasado”. Nuestros paisanos fueron seguidos por argentinos, brasileños, bolivianos, colombianos, caribeños, chilenos, uruguayos, peruanos, ecuatorianos y venezolanos, en ese orden.
Es posible, como dice el reporte, que los mexicanos sean quienes solicitaron más servicios sexuales por internet, pero esto también nos habla de un gran interés por ocultar y desaparecer su rastro. Es decir, vivimos en una sociedad hipócrita.
En segundo lugar, Eliminalia informa que las solicitudes de eliminación de interacciones en internet que tienen que ver con contactos sexuales, provienen de deportistas “que paulatinamente fueron descalificados en sus respectivas competiciones, así como de entrenadores, personal técnico adscrito a las delegaciones oficiales, miembros de federaciones deportivas y periodistas acreditados que no desean aparecer mencionados en las redes sociales de comercio sexual”.
Esto nos dice, en primer término, que efectivamente el turismo sexual no es bien visto socialmente y que, aunque aparentemente todo en Río fue sana convivencia, en realidad persistió la percepción de un evento deportivo de orden internacional como gran atractivo para practicar turismo sexual, aunque después sea necesario pedir que se eliminen los datos personales de la red.
Ponemos énfasis en este punto porque la trata y la explotación sexual de mujeres, niñas, niños y adolescentes que son usados para el turismo sexual, no es un fenómeno lejano o difuso, sino la consecuencia real de dos factores principales que nadie ha querido resolver.
Por un lado, la pobreza, desigualdad, discriminación y ausencia de derechos que vulneran a las mujeres y a las niñas, y las entregan a proxenetas y tratantes. Y en segundo lugar, pero no menos importante, la demanda de servicios sexuales que estos mexicanos (sean o no deportistas), argentinos, etcétera, activan, convirtiéndose así en cómplices de un oscuro y violento entramado comercial que no vende camisetas o artesanías, sino cuerpos a los que se puede usar y hacer lo que se desee a cambio de dinero.
Dice Eliminalia en su sitio web que su único objetivo es la defensa al derecho al olvido y el borrado de los contenidos en internet relacionados con empresas y particulares. Apelan al habeas data (recurso para proteger la información nominativa, es decir, la que identifica al individuo) y se dirigen a sus clientes asumiéndose como “los vigilantes de su reputación, suya y de su compañía…”
No dudamos que el derecho al olvido es importante en muchas otras circunstancias, pero cuando hablamos de quienes demandan los servicios de víctimas de trata y explotación sexual, no parece buena idea defender reputaciones, ya que estaríamos hablando de complicidad.
Y les tenemos una mala noticia a los consumidores mexicanos de turismo sexual. Aunque esta práctica se lleve a cabo en el extranjero, pueden ser castigados a su regreso en nuestro país con una pena que va de 2 a 40 años de cárcel.
No olvidemos que sin demanda no hay oferta.
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac, por sus siglas en inglés)
Twitter: @CATWLACDIR
16/TUZ/LGL
POBLACIÓN Y DESARROLLO
LENGUANTES
Sobre cuerpas olímpicas

(Esta columna, en agradecimiento a las mujeres que trabajan género y deporte incansablemente entre ciclos olímpicos: Pamboleras, @elpezflaco y las periodistas de deportes con perspectiva de género)
Tenía 6 años la primera vez que vi gimnasia en los Juegos Olímpicos con mi madre. Era 1996, el año en el que, Kerri Strug, lesionada, decidió aterrizar de todas maneras el salto de caballo que le dio el oro al equipo de EEUU en gimnasia artística femenil. El año en que María Petrova se retiró de la gimnasia rítmica con una de las rutinas de pelota más hermosas que, veinte años después, he visto en la historia de la gimnasia.
Una década después, ya con acceso a internet, pasé horas de mi vida leyendo, viendo y hablando sobre gimnasia y los Juegos Olímpicos. Durante los campeonatos mundiales, mi Twitter se llenaba de mensajes que literalmente A Nadie Le Importaban, y nunca tuve, fuera de los foros de Internet, con quien disfrutar esta afición. Ser fan de la gimnasia en un país de futbol es una actividad bastante solitaria.
Cuento esta historia porque, dos décadas después, el día que siempre esperé llegó por fin: los medios mexicanos estaban hablando sobre la gimnasia mexicana. ¡A la gente le importaba!
Excepto que no: a nadie le podría importar menos la gimnasia. La gente claramente sigue sin saber un pepino sobre los códigos de puntaje, los elementos de la gimnasia. En realidad, la gente no sabe un pepino sobre atletismo, natación, deportes olímpicos medianamente alejados de nuestra realidad diaria. Y eso no está mal. No tenemos por qué ser expertos en algo lejano.
¿Cómo, entonces, estamos ocupando el espacio de comunicación que crean los Juegos Olímpicos? La respuesta se vuelve evidente semanas antes de la ceremonia de apertura: nos gusta hablar sobre cuerpos. En específico, sobre cuerpos de mujeres.
La receta es simple: Tenemos una gimnasta mexicana, Alexa Moreno clasificada para unos Juegos Olímpicos(!!!). Naturalmente, decidimos usar el espacio de comunicación que se presenta para hacer comentarios raciclasistas y gordofóbicos sobre su cuerpo. Así como lo usamos para hablar de la “belleza sexy” de Cynthia Valdez, no sobre su larga carrera, cuando ella era la que estaba bajo el reflector.
¿Esto significa que debemos pretender que los cuerpos que vemos en los Juegos Olímpicos no son algo fuera de serie? Ésa no es mi postura. En realidad, me parece que los Juegos Olímpicos son una de las celebraciones más grandes que tenemos del cuerpo y de la verdadera magia que logra ejecutar.
De estos Juegos Olímpicos, siempre recordaré la emoción desbordante que me causó ver el poder de Caterine Ibargüen de Colombia, campeona olímpica en salto. La magia histórica de tener, después de décadas de tabú, a una nadadora afroamericana, Simone Manuel, y a otra, Yu Fuanhui, hablando abiertamente sobre menstruación. La resiliencia perpetua de Oksana Chusovitina, gimnasta que compitió en sus séptimos Juegos Olímpicos. La fuerza increíble de las mujeres haciendo halterofilia, la resistencia de las nadadoras sincronizadas.
Veinte años después, los Juegos Olímpicos volvieron a ser una oportunidad para sentarme con mi madre a admirar el trabajo de mujeres deportistas y maravillarnos con sus cuerpos, sus cuerpas. Tanto podemos celebrar sobre las cuerpas que no tenemos excusa para usar el poco espacio que dedicamos al olimpismo para criticar, pretender que lo que pueden hacer no es superhumano.
Espero que, en la próxima edición, medios de comunicación y civiles ocupemos el espacio para celebrar lo que ya muy elocuentemente ha dicho mi querida @evekamikaze: la cuerpa es potencia. Gracias a todas la atletas de Río 2016 por realizar la potencia de sus cuerpas de maneras tan inspiradoras.
Nota: al cierre de este texto, Guadalupe González ganó plata en marcha. Al centro de un escándalo de corrupción en las instancias del deporte mexicano, la cuerpa de esta mujer realizó su potencial en 20 kilómetros. Mi más profundo respeto.
*Mariel García Montes es comunicadora y “hippy” (“chaira”, “activistoide”) en temas de TIC para el cambio social con jóvenes y activistas. Ya no es tan joven, pero cada vez es más feminista, y quiere aprender de y con mujeres que así se identifiquen.
16/MG/AGM/
FEMINISMO
QUINTO PODER
La “no mujeridad” en Río

Por primera vez en la historia de la cobertura periodística de los Juegos Olímpicos, el movimiento feminista internacional ha ejercido presión sobre los grandes medios, para que dejen atrás la misoginia y el sexismo, lo cual los ha llevado a replantear nuevas coberturas, para que dejen de referirse a las deportistas reduciéndolas a meros “objetos placenteros para la vista”. Sí, el cuerpo de las mujeres bajo el siempre atento escrutinio público.
En México tuvimos una muestra de esa dosis de presión en las redes sociales, luego de que la gimnasta Alexa Moreno fue motivo de una violenta cosificación por parte de personas ocultas tras el anonimato, quienes criticaron su participación, centrando sus acerbas críticas en su figura. La sociedad mexicana respondió y dio muestras de tomar conciencia al pronunciarse contra esa violenta cosificación.
No se trata solamente de corregir los encabezados de los diarios o de equiparar las coberturas que se hace de los deportistas masculinos con las de las atletas. Se trata de la oportunidad de reflexionar colectivamente sobre lo que hay detrás de este hecho, que sin duda es un parteaguas en la historia del feminismo y sus alcances ¿globales?
No. El feminismo nunca ha querido ser global como el capitalismo, pero sí mover a la toma de conciencia primero de las mujeres y luego de otras personas colectivamente, y hacerlo cada vez en más ámbitos.
El salto que se dio con los Juegos Olímpicos de Río es un avance, que merece ser aprovechado, para ir más allá de lo superficial, más allá del sexismo que no alcanza a darnos respuestas más profundas.
Una frase sintetiza el parámetro bajo el cual se observa y se define a las mujeres en los deportes: “nada como (si fuera) un hombre”.
La frase tiene un significado más profundo, de necesaria reflexión. Las mujeres no queremos ser vistas como hombres, ni queremos ser vistas como “personas”, ese neutro construido desde el discurso patriarcal, con sus reglas, leyes, cánones y estructuras.
Nosotras mismas somos parte de esa estructura y por eso resulta tan complejo entenderlo. De ahí que debemos cuestionar, analizar y repensar, trastocar el lenguaje, las ideas y el significado del “yo” y del “inconsciente” femenino, individual y colectivo, construido por esta sociedad patriarcal y que es la imagen que tenemos al mirarnos a nosotras mismas, buscando encontrar nuestro verdadero rostro.
Tenemos la tarea de atrevernos a confrontar los discursos imperativos y hegemónicamente validados por sí mismos, y que son los únicos conocidos. Confrontarlos para empezar a escuchar nuestras propias voces, los balbuceos de un nuevo pensamiento femenino que nos replantee la existencia misma, la noción de la vida, de las creencias y de cómo entendemos nuestro lugar en esta Tierra que se nombra hembra. Perderle el miedo a la histeria, a la locura y a la mujeridad.
Debemos confrontarnos con el canon de nuestras propias ciencias, confrontar nuestras espiritualidades –creencias y dogmas– aprendidas y definidas desde un súper yo masculinizado, como único parámetro e inaccesible para las que nacimos “hembras”, ya que nacimos en un cuerpo que por mucho fue considerado “no humano”.
Hasta hace poco, en algunos países las leyes ubicaban a las mujeres en la categoría de los enfermos, los retrasados mentales, los locos y los inválidos (sic), como seres inferiores, incapaces e incompletos. Y ahí, entre esos “hombres deficientes o incompletos” estaban las mujeres como “no hombres”, porque el parámetro ha sido el “hombre” y el neutro que nos inventaron los construyeron desde un “no hombre”, pero nunca fue como un ser completo, que corre, brinca, piensa, vive como mujer.
Lo que tenemos es un mundo mediático que pondera la virtud de quien se asemeja, se aproxima, al único que tiene posibilidades de lograr lo que observa, lo humano: el hombre. La virtud se convierte entonces en la categoría hombre, que es y ha sido la única posible para encarnar la perfección, el triunfo, la excelencia… Es quizá la visión de un Olimpo, invadido por una cosa que alcanza quizá a reunir la cualidad del ser hombre.
En otra mirada, tendríamos que dejar la pregunta: ¿alguna vez se han cuestionado lo que es ser “no mujer” en un planeta llamado Tierra, que se enuncia hembra?
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
16/AC/GGQ
Trata de Personas
MUJERES CAUTIVAS
El lado oscuro de Río 2016

El carácter global y capitalista que da orden al planeta se encuentra en todos los aspectos de la vida y siempre beneficia a los mismos grupos por encima de otros que históricamente resultan afectados.
En el marco de los Juegos Olímpicos, que en estos días se desarrollan en Río de Janeiro, Brasil, ocurre en un segundo plano, ahí mismo, un fenómeno que no se ve en las transmisiones de mayor audiencia y que apenas se alcanza a comprender a través de los breves reportajes de la prensa internacional.
Como es sabido, no es el pueblo brasileño quien se llevará las ganancias por concepto de turismo durante estos Juegos, sino las grandes marcas transnacionales patrocinadoras. Además, la política económica y la inversión erogada por el gobierno de Brasil para los Juegos Olímpicos (más de 7 billones de libras esterlinas), han dejado al país en una recesión histórica que ya empieza a tener consecuencias.
Los salarios del magisterio están siendo retenidos y el clima que se percibe es el de un gobierno interino golpista, que ha apostado a los recortes presupuestales, a las privatizaciones y la represión de las protestas.
Esto, sin olvidar el clima de violencia que ya registra cifras inéditas: tan solo en lo que va del año, Río de Janeiro registró un alarmante aumento de crímenes violentos con 2 mil homicidios en los primeros siete meses de este 2016 y varios deportistas han sido asaltados por su celular o por su cartera.
Las favelas han sido rodeadas de muros de madera en un intento del gobierno golpista de Brasil por esconder la vergüenza en la que han sumido al pueblo brasileño, con miles de personas viviendo en las calles o en el desempleo, sin techo o como dicen allá: "sin morada”.
GANANCIAS A COSTA DE MUJERES Y NIÑAS
El saldo que arroja esta situación de profunda crisis económica, social y política, es un mayor número de personas en situación de vulnerabilidad, y son principalmente las mujeres, las niñas, los niños, y las y los adolescentes los más propensos a ser víctimas de quienes buscan ganancias a toda costa.
Y es justo en estos días donde se aprecian claramente las formas en que se transgreden sus más fundamentales derechos. Aun cuando deberían disfrutar de vivienda, trabajo digno, educación y acceso a la salud por parte del Estado, la realidad de las calles es muy diferente.
Por ejemplo, a un matemático y su socio se les ocurrió que los Juegos Olímpicos eran una excelente oportunidad para hacer dinero: reclutar mujeres para prostituirlas fue su idea de negocio.
Y es que muchas veces no es necesario usar la fuerza física para explotar la prostitución ajena. Basta la terrible violencia que implica el hambre y la pobreza para lograr que las mujeres estén dispuestas a hacer lo que sea. De ellas suele decirse que son “voluntarias”, o que “lo hacen porque así lo decidieron”.
La agencia EFE y El País han dado cuenta de la desesperación económica de mujeres y niñas del interior de Brasil que llegan a las ciudades donde se realizan los encuentros deportivos, ya sea reclutadas, engañadas con la promesa de un empleo o en la simple búsqueda personal de un ingreso que les permita pagar sus cuentas y mantener a su familia. Mientras en los estadios, canchas, gimnasios y albercas, todo es alegría, en las calles todo se reduce a la desigualdad, a la pobreza, a la desesperación, a la violencia, a la prostitución y a la criminalidad.
“Ellas trabajan de lunes a viernes, ocho horas por día. Si no consiguen un cliente, están obligadas a quedarse hasta las seis de la mañana. Los interesados pagan 100 reales [567 pesos mexicanos o 31 dólares] por ingresar al local, 300 reales por tener sexo y 100 reales para acceder a una habitación”.
Como si esto no fuera suficiente, lo que antes resultaba un buen negocio, desde la Copa Mundial de Futbol de 2014 ha empezado a mermar ganancias debido a la recesión. Esto sucede aun en Vila Mimosa, la zona de prostitución por excelencia en Río, lo que se ha agravado por la rampante epidemia del Zika.
Los medios reportan que a tan solo a 50 minutos de la Villa Olímpica se comercia con los cuerpos de niñas de 9 años; que los tratantes buscan específicamente a las familias pobres (sea de las favelas o de las zonas rurales de Brasil) para ofrecer dinero a cambio de sus hijas… En fin.
Y es que en el inicio de toda esta cadena de miseria, injusticia y transgresión a los derechos humanos de mujeres, niñas, niños y adolescentes víctimas de trata y/o de explotación de la prostitución ajena, está el turista, ese sonriente aficionado que saluda a las cámaras en el día, y de noche se convierte en cómplice de la histórica violencia contra las mujeres, contra las y los más vulnerables, que permanece intacta y a la vista de todos.
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac, por sus siglas en inglés)
Twitter: @CATWLACDIR
16/TUZ/GGQ
