Migración forzada sigue ante la indiferencia de gobernantes
Migración forzada sigue ante la indiferencia de gobernantes
A pesar de tantas inclemencias que están sufriendo personas de todas las edades, miles continúan su caminata hacia el norte y otras caravanas recién inician su recorrido cercanos a Guatemala mientras los gobiernos centroamericanos guardan silencio o hacen llamados timoratos para que sus connacionales “no se vayan si no tienen permiso para entrar a Estados Unidos”, como si tales palabras sirvieran para desalentarlos.
Basta con dedicar un minuto a pensar: cómo es posible que familias enteras dejen su país de origen, si antes lo hacían preferentemente hombres; por qué las migraciones que han existido durante años, hasta ahora se convierten en problemática transnacional; qué tanta responsabilidad tienen en el éxodo de miles de personas quienes gobiernan, dan “ayudas” o invierten en Centroamérica.
Los dramas que encierran las migraciones se han ocultado o minimizado, descalificando de diferentes maneras a quienes se ven forzados a dejar su país, al grado de considerarlos delincuentes.
También se ignora los resultados de los reasentamientos de extranjeros en Estados Unidos, los que aunque han requerido gran tenacidad y múltiples esfuerzos, para miles de personas ha significado “una superación”: comer bien tres veces al día, enviar a sus hijas e hijos al colegio, construir su casa, aprender nuevos oficios, tener acceso a la salud. En suma, mejorar su calidad de vida.
Es increíble la cantidad de estereotipos que se montan -por ignorancia o perversidad- sobre la población migrante o solicitante de refugio, con tal de justificar la indolencia de gobernantes, incapaces de garantizar a sus gobernados oportunidades de estudio y capacitación, fuentes de trabajo dignas y seguridad pública.
Los presidentes Jimmy Morales de Guatemala y Donald Trump de Estados Unidos coinciden en priorizar las inversiones en temas de seguridad y en industrias extractivas, lo que ha aumentado los índices de desempleo y el armamentismo.
También coinciden en desalentar las migraciones con la fuerza militar. Trump ordena sacar al ejército estadounidense para impedir la entrada de la caravana centroamericana, mientras Morales autoriza militarizar la frontera con Honduras y saca a la Policía Nacional Civil para impedir traslados por parte de gente solidaria, y todavía no responde a las denuncias de extorsión que han cometido sus agentes policíacos.
Esta población caminante también está evidenciando otras problemáticas que siguen sin ser atendidas de raíz, y una de ellas es la corrupción, ese manejo ilícito de los erarios públicos por parte de quienes gobiernan, lo que ha significado una merma importante en la construcción de servicios públicos y el enriquecimiento de algunos mafiosos.
En Guatemala se están dando avances en juzgar a empresarios y altos funcionarios públicos de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, fraude y tráfico de influencias. Por ello, se exige que la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG) continúe su trabajo y se renueve las visas a su personal, lo que rechaza tajantemente Morales, propagando mentiras que sobrepasan la cordura.
Qué panorama más inhumano. En lugar de conocer el impulso de nuevas políticas que corrijan el rumbo para desalentar las migraciones en Centroamérica e impedir que los Estados sigan siendo un botín de estructuras mafiosas, se escucha declaraciones insubstanciales del presidente hondureño Juan Hernández y las prédicas religiosas de Morales, cuyo gobierno gasta dinero público en la “evangelización” de policías y maestros, violentando el mandato constitucional que se refiere al Estado laico.
*Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.
18/RHA