Momento decisivo

   OPINIÓN
Momento decisivo
Por: Teresa Mollá Castells*
CIMAC | España.- 13/03/2012

Escribo estas palabras justo después de leer en www.publico.es las palabras de Pilar Manjón en la conmemoración que, un año más, realiza la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo, que preside, para recordar a sus muertos.

El coraje de esta mujer, el hecho de haberle plantado cara firmemente y en memoria de su hijo asesinado en aquel fatídico 11 de marzo de 2004, ha de convertirse en un referente para las personas comprometidas.

Pilar echa en cara tanto al periódico El Mundo, que con su teoría conspiranóica aumente el dolor de las víctimas, y al actual fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, el hecho de que haya ordenado investigar los restos de un tren del 11-M a pesar de la negativa del Tribunal Supremo.

Con su coraje y, seguramente sin pretenderlo, Pilar se ha convertido en una heroína para mucha gente. Un espejo en el que mirarnos cuando nuestras fuerzas flaquean y un pozo donde beber cuando nuestras referencias pueden dispersarse. Vivimos unos momentos duros, pero al tiempo decisivos.

La reforma laboral que nos ha impuesto el gobierno de Mariano Rajoy es un buen ejemplo de lo que hablo. Y a esta reforma laboral hay que sumarle todos los efectos colaterales que en recortes están haciendo las comunidades autónomas y los ayuntamientos.

Los sindicatos acaban de convocar a una huelga general para el próximo 29 de marzo. Justo año y medio después de la última. Y en este tiempo no hemos parado de perder poder adquisitivo, derechos, etcétera.

Es necesario secundar esta huelga ante el recorte de derechos laborales y sociales conseguidos con muchos años de negociaciones entre los sindicatos y la patronal. Muchas personas dieron sus vidas por estos derechos.

Pero sobre todo hay que secundar esta huelga por dignidad. La dignidad de mujeres y hombres de la clase trabajadora que, con nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, hemos puesto en marcha al Estado.

No voy a entrar a desgranar en qué consiste la reforma, puesto que la gente de los sindicatos se encargará de ello en los próximos días.

A las mujeres, que de nuevo y para variar nos llevamos la peor parte, pretenden meternos de nuevo en casa y nos salen salvapatrias ?léase el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón? arrogándose el derecho de decidir por nosotras y por nuestras prioridades en la vida, y además otorgándonos la maternidad como papel prioritario en nuestras vidas. Hay que fastidiarse que utilicen la maternidad para justificar lo injustificable.

Pero además, y creo que con una feroz perversidad, enlazando y uniendo en una misma frase la violencia de género estructural con la maternidad.

Es el colmo de la mezquindad y la ruindad utilizar nuestros derechos a decidir sobre nuestro cuerpo y vida de mujeres con una de las peores consecuencias del sistema patriarcal que es, precisamente, la violencia estructural y que según la propia Comisión Europea se define como:

"Un término estrictamente relacionado con la violencia económica, pero que incluye barreras invisibles e intangibles contra la realización de las opciones potenciales y de los derechos básicos. Estos obstáculos se encuentran firmemente arraigados y se reproducen diariamente con el mismo tejido social. Por ejemplo, las diferencias de poder y las relaciones (estructuras) de poder que generan y legitiman la desigualdad. La violencia estructural se basa en las relaciones de hegemonía consuetudinarias de los hombres sobre las mujeres en la asignación de roles y recursos".

Visto este ejemplo y el que nos brindó el ministro de Educación, José Ignacio Wert, en sus palabras sobre "que la mujer se haya incorporado al mercado laboral ha tenido repercusiones negativas en las familias", yo me pregunto si quedan dudas sobre lo que esta gente que nos gobierna pretende hacer con nosotras, las mujeres.

Y la respuesta es que no, no quedan dudas: Pretenden volver al modelo de familia tradicional en donde las mujeres ocupábamos un papel absolutamente subsidiario dentro de unas relaciones asimétricas.

Tampoco podemos olvidar que el Partido Popular (PP) impugnó la Ley de Igualdad. Y por tanto y aunque el Tribunal Constitucional la avaló en su totalidad, hemos visto que la han incumplido a la hora de formar gobierno, y en la actualidad sólo cuatro mujeres ocupan carteras ministeriales de las 13 existentes.

Esta gente del PP va a por todas. Y pretende convertirnos en una sociedad empobrecida económica y moralmente. Quieren privarnos de nuestros derechos de ciudadanía. Pretenden imponer su ley cargándose la negociación colectiva. Sesgar los derechos de conciliación de la vida personal, laboral y familiar. Criminalizar a personas desempleadas y enfermas.

Pretenden enfrentarnos a mujeres contra hombres por el cuidado de nuestros seres queridos. Enfrentarnos quienes tenemos trabajo frente a quien no lo tiene. Crear impuestos para quienes menos tenemos para dárselo a quienes se siguen enriqueciendo a pesar de la crisis.

Quieren crear nuevas divisiones entre personas trabajadoras con un despido fácil y exprés. Seguir enriqueciendo las arcas de la Conferencia Episcopal para que, toda su estructura de rancios hombres de faldas largas y negras, avalen sus políticas y gobiernen en la sombra. Pero, claro está, reduciendo las ayudas a partidas como sanidad y educación o de ayudas a personas en situación de desempleo.

Estamos viviendo un momento decisivo en la historia del Estado español y pretenden seguir gobernándonos desde la imposición de medidas que fomentan el miedo. Miedo a perder el trabajo, miedo a perder el subsidio, miedo a acudir a una clínica para interrumpir voluntariamente el embarazo, miedo a levantar la voz en público y expresar nuestras opiniones con libertad.

Miedo a consumir servicios públicos por no despilfarrar. Miedo a ejercer nuestros derechos por temor a que ya no existan o a la crítica social y, por tanto la censura por exigir lo que es nuestro, mientras otra gente "arrima el hombro" por miedo.

Estoy harta de tanta imposición y tanto miedo. Estoy harta de que pretendan imponerme una vida que no quiero vivir ni como mujer, ni como trabajadora. Con mis derechos no se juega y mucho menos con mi libertad para ser y vivir como quiera.

Estoy harta de escuchar que es momento de arrimar el hombro. Que lo arrimen quienes se han enriquecido con la crisis.

Estoy harta de que con la excusa de la crisis pretendan reducir mis derechos de ciudadanía y de libre acceso a los espacios que yo decida transitar.

Estoy harta de ver el miedo en los ojos de demasiada gente y de ver cómo, de nuevo, cuando se critica a las personas que nos gobiernan se vuelve a echar la mirada alrededor para ver quién puede estar escuchándonos.

Es momento de lucha y de resistencia. Es momento de alzar la voz y decir alto y claro ¡¡Basta ya!! Con nuestros derechos no se juega.

Nuestra dignidad de género y de clase es intocable y no vamos a permitir las agresiones que nos quieren imponer. Basta ya de ser lobos con pieles de corderos y de pretender endosarnos la salida de la crisis sólo a quienes menos tenemos mientras favorecen el enriquecimiento de quienes han provocado la crisis.

Iré a la huelga porque pretenden tocar mis derechos. Porque se han cargado la negociación colectiva mientras siguen celebrando carreras de Fórmula 1 en un circuito urbano en el que viven personas que son desahuciadas y no tienen para comer.

Iré a la huelga del próximo 29 de marzo porque no les voy a permitir que toquen mi dignidad de mujer trabajadora con voz propia.

tmolla@teremolla.net

* Corresponsal en España. Periodista de Ontinyent.

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