Migración femenina, un viaje que lacera cuerpo y espíritu
En México se violan derechos humanos de centroamericanas
Migración femenina, un viaje que lacera cuerpo y espíritu
Las migrantes centroamericanas que pasan por México rumbo a EU son jóvenes en edad reproductiva y sobre sus cuerpos se escribe una historia de violación a sus derechos humanos.
En la frontera México-Guatemala ocurre uno de los movimientos migratorios de mujeres más numerosos del mundo. Son transmigrantes que proceden en su mayoría de las comunidades pobres de Centroamérica y caminan hacia EU, casi 4 mil kilómetros al norte.
La mayoría tiene entre 16 y 25 años de edad y atraviesan la frontera por Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo para ir en busca de empleo, sin documentos y con escasos estudios.
Siguen más de 15 rutas diferentes, por zonas de costa, altiplanos, montañas, selvas, veredas, caminos vecinales, rutas de tren, ciudades, poblados, así como áreas inhóspitas o deshabitadas, dice Rodolfo Casillas, de Flacso.
En el camino, que inicia en la frontera y de la cual muchas no pasan, una cantidad no conocida se infecta con el VIH, suceden embarazos, abortos clandestinos y nacimientos de los que tampoco se tiene cuenta, dice José Moya, consultor de la OPS y de la OMS.
Su salud, integridad y su vida están en constante riesgo porque cambian de clima, de alimentación, por eventos reproductivos, ataques sexuales (en una proporción de 100 a 1 con respecto a los varones, indica un documento del Senado) porque es escaso o inexistente su acceso a los servicios de salud y a la justicia.
La violencia física y emocional que cometen contra ellas los delincuentes, como las "maras", es constante, así como la extorsión y abuso de los cuerpos policiacos y agentes migratorios, quienes en muchos casos las consideran sólo vaginas, refiere Tania Cruz, del Ciesas.
El Grupo Beta ha reconocido que 51 por ciento de las violaciones a sus derechos humanos son cometidas por agentes de la autoridad pública.
En los últimos años, dice Rodolfo Casillas, "se observa una mayor participación de efectivos del Ejército mexicano en las labores de detección y detención de migrantes", que coincide con la creciente incursión de mujeres en los flujos migratorios.
Y tan sólo en 2004, la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala reportó 154 asesinatos de mujeres migrantes en la frontera con México.
SOLEDAD, TRISTEZA
Aunque la mayoría son guatemaltecas, explica Víctor Lozano, de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), su perfil coincide con el de migrantes de El Salvador, Honduras Costa Rica y Nicaragua.
Poco más de la mitad son casadas, 22.8 por ciento solteras y 16.5 unidas, pero un número cada vez mayor viajan solas. Salieron de su país en busca de empleo (66.3 por ciento); para mejorar su calidad de vida (13.8); por malos salarios (11.4); para reunirse con su familia (0.8); por violencia (0.8); problemas familiares (0.8). Y más de la mitad (64.4 por ciento), viajaron con coyote o pollero.
La inseguridad, los cambios y la incertidumbre afectan su salud mental y las orillan a práctica sexuales no seguras o a usar drogas, explica Moya, en Migración y Salud y en México: una aproximación a las perspectivas de investigación 1996-2006.
Depresión, estrés y crisis de pánico tienden a ser ignorados y buscan ayuda sólo cuando tienen padecimiento físico grave.
MADRES SIN FRONTERAS
El recuerdo de sus hijas e hijos es uno de los hechos que más influye en su salud emocional. Pero, de igual forma, si los llevan consigo, la tensión es extrema ante los peligros que enfrentan.
Su condición de madres las diferencia de los migrantes varones, pues el contexto familiar es más relevante para ellas y tienen que tomar decisiones sobre con quién "dejar" a sus hijos e hijas,
Luego se debaten entre la culpa auto impuesta y culpabilizada también por la sociedad, en un ejercicio de pesos y contrapesos que enfrentan con intensidad, explica Águeda Marín, de la OIM.
EL CUERPO, OPORTUNIDAD Y RIESGO
El riesgo de contraer VIH o alguna otra infección de transmisión sexual es muy alto, dice la OIM, porque tienen que comerciar sexo para poder sobrevivir.
Mario Bronfman, del Instituto Nacional de Salud Pública de México, estima que 60 por ciento de las mujeres migrantes indocumentadas tiene algún tipo de experiencia sexual en su viaje hacia EU, desde la violación y el sexo coaccionado, hasta el compañerismo.
Para las que pagan guía, tener sexo con él puede ser una medida de protección que reduce significativamente el pago monetario y el acoso sexual por parte de los migrantes masculinos, dice Bronfman.
Pocos estudios indican la gravedad de la violencia sexual sobre ellas, a pesar de su prevalencia, señala Águeda Marín, pero la posibilidad de ser violentadas sexualmente está en su mente desde el inicio de su ruta.
Por eso, revelan Gabriel Díaz y Gretchen Kuhner, algunas se inyectan anticonceptivos para prevenir un embarazo, ya que conocen el riesgo de ser violadas.
Sin servicios médicos ni programas específicos para ellas, sin dinero y temerosas de la deportación, sus padecimientos derivados de violaciones, embarazos, abortos, accidentes, golpes, humillaciones, estrés o pánico no son atendidos. Acaso reciban auxilio de la gente por donde pasan o en casas de migrantes de la Iglesia.
Las penas de las hermanas, dice Joaquín González, de la organización Prodesa, de Guatemala, parecen no tener fin, porque continuará el endurecimiento de la frontera, el aumento de la migración femenina y la amenaza de maras, agentes migratorios, redes internacionales de tráfico de migrantes y trata de personas.
07/MGGQ