Migrante embarazada murió insolada en campo agrícola de EU

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Migración
   No la atendieron, dice su madre durante el sepelio en Oaxaca
Migrante embarazada murió insolada en campo agrícola de EU
Por: Nadia Altamirano Díaz/corresponsal
CIMAC | Oaxaca, Oax..- 02/06/2008

Después de 15 días de que falleció por las condiciones severas en las que laboraba en un campo agrícola de Lodi, California, en Estados Unidos, María Isabel Vázquez Jiménez fue enterrada en su natal San Sebastián Nopalera, en el municipio de Santa Lucía Monteverde, en el Distrito de Putla de Guerrero, Oaxaca.

Jovita Margarita Jiménez Bautista, madre de la joven de 17 años –quien contaba además con dos meses de embarazo--, quisiera tener los recursos para viajar a la Unión Americana y que su dolor se convierta en una voz de alerta que impida que más migrantes mexicanos mueran por falta de atención médica o el mal trato que reciben de sus empleadores.

De enero a la fecha, el Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante Oaxaqueño ha registrado la muerte de cien connacionales. Tan sólo en el 2007 fueron repatriados a Oaxaca 227 cadáveres y en los últimos nueve años la cifra supera los mil 500 traslados de restos funerarios.

El 11 de febrero pasado María Isabel emprendió el viaje a Estados Unidos, a donde logró llegar con la ayuda de un "coyote" o "pollero" que contactó en Putla de Guerrero. No fue sino hasta tres meses después cuando consiguió empleo en un campo agrícola en la Ciudad de Lodi, cerca de Sacramento, California, donde al igual que otros connacionales se dedicaba a la pizca de la uva.

Su muerte cobra relevancia porque deja al descubierto una vez más la precariedad en la que laboran las y los migrantes en campos agrícolas, donde muchas veces los empleadores no cumplen con las disposiciones estatales especiales para prevenir la insolación.

Aunque ignora si recibirá alguna indemnización por la muerte de su hija, ya que ella apenas llevaba tres días trabajando en la pizca de uva, Jovita está firme en su exigencia de justicia, pues espera que "sea como sea" la empresa tiene que responder, ya que el fallecimiento de María Isabel Vázquez Jiménez pude evitarse de haber recibido los servicios de emergencia a tiempo.

Como hace tres años lo hizo su hermano mayor, María Isabel contactó en Putla de Guerrero al "coyote" que le ayudaría a cruzar la frontera de México con Estados Unidos. La tarde del 11 de febrero dejó a su madre y a sus cinco hermanos, su ilusión era enviarles dinero para sacarlos adelante y mermar un poco el sufrimiento que se agravó con la muerte de su padre, hace más de diez años.

TODO IBA BIEN…

Una vez en Estados Unidos de Norte América María Isabel tuvo que esperar tres meses para encontrar un trabajo en la pizca de uva. Una noche, tres días antes de su muerte, se comunicó a la caseta de su pueblo para hablar con su madre.

"Me dijo que estaba bien y que no me preocupara porque ya había encontrado trabajo", rememora una madre que aceptó la partida de su hija confiando en que serviría para ganar dinero y volver a Nopalera a poner una estética.

Sin embargo, María Isabel no le contó que en el campo agrícola en la Ciudad de Lodi, cerca de Sacramento, California, las condiciones laborales eran precarias y no había medidas que previeran la insolación para quienes se dedican a la pizca de la uva. Tampoco le dijo que estaba embarazada.

Roberto, el otro hermano mayor de María Isabel, recuerda que ella tenía deseos de irse desde hace mucho tiempo pero lo logró hasta febrero, dejando una deuda de 20 mil pesos. "Es costoso, difícil y se necesita suerte para pasar la frontera", asegura con el conocimiento que obtuvo hace tres años, cuando cruzó el desierto que lleva al "sueño americano".

Ahora, con tristeza, ve lo que a muchos connacionales, como a su hermana, les pasa: "Se fue caminando y regresó en una caja".
De lo que le han contado sus familiares que viven en Estados Unidos, Emilio Vázquez, tío de María Isabel, se apega a la versión de que ella, al sentirse mal, hizo un reporte al mayordomo del campo, quien pasó por alto los síntomas de deshidratación de la joven cuya salud se agravó hasta que murió.

ENCUBRIMIENTO

Emilio Vázquez denuncia que los encargados de la empresa trataron de disuadir a los familiares que trabajaban con María Isabel en la pizca de uva para que dijeran que ella no murió ahí sino practicando ciertos ejercicios, cuando hay muchos testigos que saben que fueron las condiciones laborales lo que ocasionaron su muerte.

"Tanto el gobernador Ulises Ruiz Ortiz, como Felipe Calderón Hinojosa deben tener una relación política para que el Gobierno de Estados Unidos le de un buen trato a los trabajadores mexicanos, ellos no van por gusto sino por necesidad, pero creo que todos conocen lo mal que los tratan", reprocha.

El hombre, que a falta de oportunidades en su pueblo vive en la ciudad de Oaxaca desde hace 20 años, es crítico cuando se refiere a la política de mentiras e las autoridades estatales que no hacen nada para evitar que oaxaqueños encuentren la muerte en la Unión Americana, al tratar de mejorar sus condiciones de vida.

Indignado y lleno de tristeza insiste en que el "sueño americano" de María Isabel ni siquiera se quedó a medias, "simplemente se lo quitaron".

A decir de Paulo García Bautista, agente municipal de San Sebastián Nopalera, de los 5 mil habitantes registrados, aquí sólo vive la mitad, la mayoría de gente opta por migrar y sólo regresa por temporadas, en los meses de octubre, noviembre y diciembre.

Quien conoce San Sebastián Nopalera, con sus casas extraviadas en medio de la Sierra, puede entender por qué. Aquí la tierra sólo da maíz; donde había cafetales ahora el monte es seco. Los hombres en edad productiva son pocos, abundan las mujeres, viudas o con sus esposos migrantes. Los niños crecen al lado de la carencia.

VESTIDA DE BLANCO

El ataúd blanco en el que terminó el cuerpo de María Isabel llegó la tarde del pasado viernes a Asunción Nochixtlán y de ahí lo trasladaron a San Sebastián Nopalera tras casi seis horas de camino, una buena parte por terracería.

El dormitorio, una estancia humilde, fue desocupado y en el centro colocaron el ataúd, sostenido por unos cuantos tabiques. Detrás de él hay un pequeño altar con imágenes de santos y la foto que María Isabel se tomó días antes de partir.

Entre las veladoras y flores que han traído vecinos y familiares destaca una gran corona de flores que su madre pago después de contraer una nueva deuda. Las autoridades sólo cubrieron los gastos del traslado.

Con delicadeza, la madre de María Isabel desliza la mica de plástico del ataúd blanco, acomoda un velo del mismo color y mira a su hija vestida de novia, con una pequeña corona. La vistieron así para cumplir su último deseo: casarse con su novio Florentino, con quien aparentemente vivía en Estados Unidos.

Antes de que la entierren le podrán unos huaraches de cartón con un lazo blanco. Con ella se irán la ropa que no volverá a usar y no habrá misa, pues no hay párroco que llegue en estos días a la pequeña capilla del pueblo.

"Se fue para sacar adelante a sus hermanos y que no estén sufriendo, los únicos responsables son los de la empresa porque aquí nos informaron que murió por deshidratación, yo no estoy conforme con su muerte porque ella no se fue enferma", repite una y otra vez a los pocos medios de comunicación que llegaron a su casa.

En la mente de Jovita aún está fresco el recuerdo de su hija convenciéndola de su partida.

--Voy, mamá, a lo mejor logro un poco y si la suerte nos ayuda vamos a estar mejor, le dijo la tarde que partió.

Tres meses y medio después, cuando confirma que ya no volverá a escuchar la voz de su hija, Jovita se pregunta ¿cuál mejor?, ese cuestionamiento, se suma a las deudas, el dolor y otras tantas preguntas que dejó la muerte de María Isabel, cuyo caso ha ce contar una vez más las condiciones laborales de la población migrante en Estados Unidos.

08/NA/GG/CV