Crímenes en Cancún
Interludio
Crímenes en Cancún
Hace unos meses, una amiga cancunense fue atacada en su hogar por un par de individuos. Uno de ellos es entrenador de perros y de esa forma establecía amistad con sus víctimas. Ambos son vendedores y consumidores de drogas. Entraron en su casa y la amarraron, pusieron una bolsa de plástico en su cara e intentaron ahogarla, el destino y el carácter dulce de esta mujer joven permitieron que uno de los delincuentes abriera la bolsa antes de irse, eso fue lo que le salvó la vida, una vida que después del incidente cambió para siempre.
Esta amiga es privilegiada, tiene cerca de ella a un grupo de amigos y abogados que han hecho lo posible e imposible para atrapar a este par de delincuentes, fortuna que millones de mexicanas y mexicanos no tienen. A pesar de ello, el proceso penal ha sido un verdadero suplicio, es por ello que me atrevo a escribir esta historia.
Hace unas semanas, los diarios cancunenses publicaron el asesinato de un joven matrimonio. Las bolsas de plástico volvieron a hacer su aparición: los malhechores eran los mismos, pero esta vez le quitaron la vida a una pareja, dañaron la vida irremediablemente para toda una familia y marcaron un hito en la comunidad cancunense.
Mientras nuestros paladines empresariales y políticos negocian en inútiles reuniones sin pies ni cabeza en el cabildo, la delincuencia crece en nuestra ciudad, poco a poco la falta de liderazgo real, de guías de la ética pública marcan un vacío que favorece el fortalecimiento del narcotráfico hormiga y de la delincuencia organizada. No nos ayuda que durante casi un año hayamos tenido como director de seguridad pública a un hombre corrupto, acusado de violación y con claros nexos con policías corrompidos buscados en otros estados.
Ya las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública estiman que apenas uno de cada cinco delitos cometidos en el país es denunciado. El total del personal de seguridad y procuración de justicia en el país es de 325 mil 816 elementos; sólo se tienen las huellas dactilares de 32 mil de ellos y no están verificadas físicamente. El proceso que se desahoga ante el ministerio público se vuelve a repetir íntegramente ante el juez de manera formalista e injusta para todos los involucrados, lo cual genera ámbitos de corrupción que son también evidentes y repudiados.
La policía preventiva carece de capacidad legal para la investigación en la prevención del delito; su estructura, prestaciones y organización propician la corrupción y la divorcian de su función de apoyo a la comunidad y de un proyecto de productividad nacional. Como si esto no bastara, al estudiar el derecho penal surge claramente la figura del delincuente como protagonista principal. Raramente su contraparte, la víctima, es motivo de estudio o atención por parte del mismo. Sólo excepcionalmente la víctima interesa.
La criminología se encarga de indagar la etiología del delito, las causales de mismo y los tratamientos más adecuados. Siempre desenvolviéndose alrededor del delincuente: teniendo en cuenta las circunstancias del delito, las causales atenuantes o agravantes de la pena, su imputabilidad o inimputabilidad, sus relaciones con la víctima que en casos es atenuante por la mayor o menor capacidad que tuvo en el momento del hecho para comprender la criminalidad del delito, el grado de peligrosidad, el daño ocasionado, etcétera.
Así, el criminal es estudiado, protegido, tratado, explicado, clasificado, sancionado, auxiliado, en tanto que a la víctima escasamente se le menciona, queda marginada y en el drama penal parece ser tan sólo testigo silencioso; la literatura científica la ignora y por general queda en el más completo desamparo, lo que representa una sobrevictimización.
Todo parece confabular para que la delincuencia florezca y la violencia aumente. Ni mi amiga ni nadie, atrapada entre la corrupción de abogados, jueces y policías merece este maltrato de la justicia institucional. Las autoridades hablan de la cultura de la denuncia, y políticos, líderes empresariales y funcionarios olvidan a la víctima, la humana detrás del delincuente.
Parece ser que la corrupción está ganado la batalla en este caso. En unos días sabremos si dan libertad a estos asesinos por "falta de pruebas"; entonces habremos de movilizar a la sociedad civil quintanarroense para exigir castigos ejemplares, para evitar sentar un precedente de impunidad, corrupción y abulia contra la violencia.
* Editorialista y directora de la revista Esta Boca es Mía. Correo electrónico: cacholydia@yahoo.com.
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